La panista Cuevas: “¿A quién vamos a romperle su madre?”

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A pa’boquita. Qué derroche de inteligencia destilan en el PAN sus destacadas figuras. Vamos, que lo es la seño alcaldesa. Panista y destacada, sí. Para mal, también. Y violenta instando a prácticas delincuenciales. De esas que configuran delitos como lesiones o violencia política contra la mujer.  Y lo proclama una mujer contra otra. Genial.

¡Vaya, vaya, Tacubaya! Violencia de género de una mujer a otra y mujeres políticas, ambas. Para ponerla en el cuadro de honor del feminismo más recalcitrante. Los insultos y arengas de Cuevas incitando al delito contra Sheinbaum, desde ella, toda una alcaldesa, llevan a expresar: ¡ay, papaya de Celaya! y sí, lástima de tanta preparación académica que recetó a los cuatro vientos la conspicua alcaldesa –cuyos desvaríos ya son preocupantes– y que nadie le ha preguntado. Absolutamente, nadie y visto su caso, no garantiza tenerla ni la capacidad ni la dignidad, como ha demostrado carecer de ambas la servidora pública panista, cuando como gobernante no se tiene nada qué informar y se procede a semejante conducta guarra; y así, el espetar a la gente tus muchas maestrías y tus diez países donde has estudiado, sobra y es de una petulancia total. Denigrar a sus pares políticos la sobajan a ella y sus declaraciones contra el presidente la colocan en plano de descerebrada. Insulta nuestra inteligencia.

Reprobable la postura de esta política impresentable. Bajo sus narices se oculta propaganda negra, la niega, la admite, la avala, que es lo peor, y que ufana rezonga que si existiera ¿qué? Ese odio panista brotando espuma y tan característico del panismo obtuso hacia Morena, aflora, en vez de plantear ideas. Es que esperárselas resulta imposible. Es verdad el constatar lo sorprendente que resulta ver cómo se supera a sí misma la alcaldesa panista mentirosa abrazando bulos y tonterías. La bajeza del texto encontrado en las oficinas a su cargo –que no “sus” oficinas ni “su” gente, como las tilda y medievalescamente asume a ellos cual siervos– son deplorables y llevan la sigla PAN, como que es a ella a quien le encontraron esa propaganda negra. Y los trabajadores de la alcaldía no son sus siervos. ¡Qué barbaridad! Vaya traumas que tiene la señora alcaldesa panista. Muy elocuentes y muy reprobables.

La panista gamberra en plan rompebroqueles y como si estuviera en una cantina, reta y no se cansa. Que sabe defenderse sola, amaga. Como si estuviera convocada a pleito de lavadero o pandillero.  Guarretes ella y sus seguidores, sí. Como si de lucha libre se tratara y no, no se trata de tal. No nos deja boquiabiertos la doctorante a quienes sabemos que hay instituciones y a ellas debiera recurrir y ceñirse. Va muy fuera de lugar con sus aspavientos que no dejan impresionado a nadie, nos ruborizan, porque solo hace el más rotundo ridículo la panista. Allá el PAN avalando tan deplorable comportamiento de penita ajena.

Su vergonzoso proceder arengando a la turba diciéndoles que van a romperle su madre a Sheinbaum es para llevarla al psiquiátrico. Es de antología. Propia de descerebrados. Una vergüenza plena de esa alcaldesa. Que vergüenza resultan ser presuntuosa, sus descabelladas declaraciones tan disparatadas y tan estrambóticas. ¿Para eso la votaron?

La ley sanciona a quien cometa violencia de género, no distingue género ni sexo en su autoría, y si es de mujer a mujer como es el caso, ¿dónde queda el espíritu del 8 de marzo? ¡Caramba! será que entre mujeres no importe. A saber. Actúa la panista Cuevas como si estuviera en el Viejo Oeste, en una tierra sin ley –¿o es que lo es su alcaldía bajo su férula, para de una vez saberlo–  como si sus alharacas no fueran violatorias de los principios que marcan las constituciones federal y local cifradas tanto en el no respeto al otro como en no entrañar conductas ilícitas en nombre de la libertad de expresión, mientras insta a cometer delitos, en una postura muy ajena y muy contraria a su condición de servidora pública.

Dicen que Cuevas es así porque quiere ser jefa de gobierno. Pues las entendederas solo le dan para creerse que insultando y madreando es como se llega al cargo. Oír su boca. Qué patética. No, si por levantar la mano, cualquiera. Ya luego, las capacidades relucen ausentes.

Dice, en un tono panista arbitrario y muy antidemocrático tan distintivo y palpable, casi cual priista –pues ahora, son lo mismo– que ella hará todo para que la Sheinbaum no sea presidenta de México. ¿Y las urnas, apá? ¡cuidado! no sea que le salga el chirrión por el palito y nos compruebe lo que ya reluce: su nulo espíritu democrático y de justa contienda electoral con las herramientas que da la ley para ganar y no los insultos, amagos, amenazas y disparates de la panista que la dibujan de los pies a la cabeza, mientras su alcaldía, Cuahutémoc, se cae a pedazos. Porque el PAN no sabe gobernar. Una política que se pasa el espíritu del 8 de marzo por donde le place. Así de reprobable es su violenta conducta. De su incapacidad como funcionaria no hablemos, que nos da cuenta a diario.

Sí, en efecto, se entiende si se apuesta por ella desde el panismo, se debe a que no hay más si es que aspira a la jefatura de gobierno. El resto del panismo anda en el cartel inmobiliario. Es que ya fue inocultable en todas partes lo que pasó en Benito Juárez y que siempre se supo.

En esta columna no secundamos ningún análisis que pretenda excluir a la alcaldesa de perfiles desquiciados “alegando ser mujer para incriminarla o estereotiparla”, tratando así de victimizarla por llamarla desquiciada solo para objeto de análisis disque misóginos, ergo exculpatorios por así creerlos; y ello lo desestimamos por ser irrelevante ser mujer, porque lo trascendente y lo que se juzga y señala es lo que alude a una funcionaria, a la persona con cargo público y, encima, elegida. Se la señala con derecho por sus acciones políticas que rayan en la ilegalidad, siendo actos públicos ligados, que no inherentes, a su cargo.  Argumentar temas de sexo es burdo y de un encubrimiento velado, inadmisible. Asimismo, pretenderse presentar a Cuevas solo como instrumento de otros, es tomar por tonto al público. Ella tiene también sus propios móviles, no solo es instrumento de otros, de serlo. Que ya está grandecita. De cualquier forma, su actuar no amerita tantas lecturas. Las cosas son bastantes claras como para jugarle al detective o al analista vendehumo que así vulnera la inteligencia de los ciudadanos. Eso sí, menudo espectáculo es que una mujer funcionaria diga que le romperá la madre a la otra mujer funcionaria. Bien, pues que lo arreglen entre mujeres y ahí queda. En el nombre del 8 de marzo. Y el mensaje que envía Cuevas es atroz. Además, sus arengas violan la Ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, artículo 20 ter. Solo por citar un ejemplo de sus violaciones legales.

El comportamiento de la panista Cuevas es de diván y urge que lo ocupe. Su autoritarismo chirria con los valores democráticos, su inadecuada conducta hostil es reprobable como servidora pública y su vocabulario majadero es soez. Así de sencillo. Hasta parece priista. Y nadie tiene obligación de pasar de largo ni de no remarcar semejantes procederes reprobables y se merece el señalamiento abierto y público como figura y por sus actos públicos. Así de sencillo, también. ¿Jefa de gobierno? como para desestimarlo visto lo visto.