La apertura hacia la ciudadanía

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Se ha discutido mucho recientemente sobre cuál debe ser el camino que deben escoger los que ofrecen una alternativa diferente a la coalición de Morena y sus partidos aliados. Para empezar, primero debemos definir qué significa “los que ofrecen una alternativa diferente”. ¿Son los partidos de oposición PAN, PRI y PRD, que conforman la coalición Va por México? ¿Se debe incluir a Movimiento Ciudadano? ¿O también hay que incluir a los ciudadanos que no militan en esos partidos, pero sí son una clara oposición al régimen?

Para despejar esta incógnita es necesario primero establecer las premisas de las que tenemos que partir:

  • Debe ser un método que no se preste a manipulación en favor de uno u otro candidato. Por ejemplo, si se establece un método en donde las personas más conocidas llevan una ventaja sobre las que tienen menor conocimiento de la gente, se estaría dando preferencia a los que, por un motivo u otro, aparecen más en los medios de comunicación, independientemente de sus facultades y disposición a la generación de un buen gobierno. Aparte del nivel de manipulación a la que, por su propia naturaleza, las encuestas dejan algo o mucho que desear. Además de que con ello habría poca diferencia al método de selección que Morena y sus aliados están utilizando para designar a sus candidatos.
  • El método debe ser abierto a la ciudadanía, pero sorteando los obstáculos de que el INE no puede intervenir en este procedimiento en virtud de que su mandato constitucional no se lo permite, por lo que el procedimiento debe de ser manejado por los integrantes de la coalición opositora, no pudiéndose dejar fuera a los ciudadanos sin partido.
  • El procedimiento debe estar lo menos posible sujeto a intervención externa de personas que sean ajenas al proyecto.
  • El costo del procedimiento debe de ser relativamente manejable para que no fracase por la falta de recursos para llevarlo a cabo.
  • Finalmente, el procedimiento no debe de atentar contra los estatutos propios de los partidos políticos coaligados, ya que si esto sucediere la postulación de los candidatos pudiere estar sujeta a impugnaciones.

Asentadas las premisas anteriores, primero, es necesario acotar a las personas que participen en el procedimiento de selección, sin que haya discriminación alguna, fuera de la intervención de Morena y sus aliados. De esta forma se estaría reduciendo considerablemente el número de electores a un número manejable pero significativo para llevarse a cabo una elección interna tipo primaria.

Antes de llevarse a cabo el procedimiento anterior es necesario que se fijen criterios para que los partidos políticos determinen las reglas de registro de admisión de las precandidaturas. Es decir, las personas que van a estar sujetas a competencia. Claro está que en un proceso de esta naturaleza los partidos deben estar abiertos a admitir precandidaturas externas a su propio partido, sea que pertenezcan o no a otro partido político. También valdría la pena explorar la posibilidad de registro de precandidaturas directas de los ciudadanos, sin que estén relacionados con partido político alguno.

De esta manera se abrirían centros de votación en todo el país utilizando las estructuras partidistas y ciudadanas que se formaren en base a los ciudadanos que se registren, excluyéndose de participar a los ciudadanos que se encuentren inscritos en Morena y sus partidos aliados.

Con un método como el mencionado (sin excluir otras posibilidades de métodos similares), los ciudadanos que deseen contender para la presidencia de la República, y -por qué no- para todos los puestos de elección popular, que se encuentren en juego en el 2024, pudiendo explayarse libremente y presentar sus habilidades, propuestas, programas, con sus carismas y personalidades, conforme al orden y reglas del juego que se elaboren al efecto.

El politólogo Jesús Silva-Herzog Márquez, al respecto escribió lo siguiente, que bien puede servirnos de conclusión. “Es necesario por eso abrir la arena de la contienda opositora. No veo otra ruta que la confrontación abierta, intensa, de opciones. En el conflicto opositor está el combustible de su crecimiento. Quien quiera aterciopelar el camino prepara la debacle. Es necesario el debate. El auténtico debate que es, inevitablemente, áspero. Quienes apuesten a la política del cónclave repetirán el fracaso del 2018. Por eso, lo que es de exigirse hoy a las oposiciones es una ruta y un calendario claros para la contienda interna. El procedimiento es la sustancia. Habrá oposición competitiva si despliega con civilidad sus diferencias, si es capaz de conducir razonablemente sus controversias. La oposición debe dejar de ser una mutualidad de banalidades.” [Periódico Reforma. El Proceso es la sustancia. 6 de enero de 2023].