Tabasco: La candidatura que el viento se llevó

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La definición de la candidatura de Morena para gobernador de Tabasco sigue en tiempos los mismos pasos que el relevo presidencial de 2024, y de ahí que el concurso del secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, es, quiérase o no, un factor cardinal, más allá de que la clase política suponga firmemente que la decisión individual será del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Hay dos elementos para suponer que no necesariamente será el de Macuspana quien decida: 1) Más que nunca, el mandatario saliente necesita heredarle su legado a un candidato fuerte en extremo, ante las condiciones en que se darán los próximos comicios federales, cuando por primera vez en la historia todos los sectores políticos y sociales del país, que no son pocos, se unirán para frenar la aventura transexenal de López Obrador, quien a diario embate lo mismo a políticos que a periodistas e incluso a padres de niños con cáncer que han bloqueado calles para clamar por medicinas, y 2) Cuando Adán Augusto pidió licencia al gobierno local, el Presidente no se opuso que dejara en su lugar a Carlos Manuel Merino Campos, su colaborador de toda la vida.

Este es un dato que no se ha valorado en su dimensión: en términos estrictos puede decirse que si bien AMLO ha puesto a los abanderados gobernador de la izquierda desde 2000 (en 1988 y 1994 fue él mismo) y a los mandatarios Arturo Núñez Jiménez (2012) y Adán Augusto (2018), el actual Ejecutivo interino de Tabasco no es de la cuadra del Presidente, sino un activo del grupo del secretario de Gobernación.

Sin temor a equivocación y con todas sus letras puede decirse que Merino Campos le debe la Quinta Grijalva a López Hernández, no al jefe del Ejecutivo federal, quien, sin embargo, lo consintió.

Por eso López Hernández sigue sin soltar las amarras de Tabasco, y en los últimos meses no solo ha estado placeándose con la representación del macuspanense por todo el país, sino que también ha visitado suelo tabasqueño para poner en marcha obras que fueron comprometidas por el mismísimo Presidente.

En las dos últimas giras de Adán Augusto (una para inaugurar una carretera que conecta a Tabasco con Chiapas y Veracruz, y otra para abrir un puente en una comunidad perdida) pudo verse cómo la clase política ya le da trato de candidato presidencial, pese a que en su partido, desde agosto pasado, se hace campaña por la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, para presentarla como que “es” la heredera del movimiento lopezobradorista.

Al frente de los que hacen abierto proselitismo por Sheinbaum se ha situado el director de Fonatur, Javier May Rodríguez, quien acaso considera que sus posibilidades de llegar a la Quinta Grijalva ya no dependen solo del Presidente, sino también de quien sea abanderado presidencial.

Como dicen en Tabasco, si May confiara en que la gallina es suya no hiciera bulla. Y estaría atendiendo el llamado de AMLO a mantener la unidad en el proyecto de la Cuarta transformación, no en la persona (en quien recaiga la candidatura). En cambio, May provocó que el vinotinto se parta en dos en la tierra del Presidente: los que apoyan a Claudia y los que van con Adán.

¿Y si la nominación no es para la mandataria capitalina si no para el canciller Marcelo Ebrard o el secretario de Gobernación? Aunque no sea el ungido, López Hernández va a seguir teniendo lugar en el proyecto del Presidente y será una pieza importante por ser el encargado de levantarle la mano al elegido.

La fortaleza mostrada en los últimos meses por el encargado del interior, que se explica por su crecimiento en las encuestas encontrándose ya por encima de Ricardo Monreal y pisándole los pies a Claudia y Marcelo, mientras sigue en su papel de number two, es, necesariamente, un factor que debe tomarse en cuenta en la sucesión tabasqueña, además de que desde diciembre último May se encuentra alejado del terruño y concentrado los lunes en la conferencia de prensa mañanera de Palacio Nacional para dar los avances del Tren Maya.

En Villahermosa se habla ya de la virtual postulación de May como la candidatura que el viento se llevó.