Los órganos electorales deben oxigenarse con gente nueva

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Por su misma naturaleza, fines, principios y funciones, los órganos electorales deben oxigenarse periódicamente con gente nueva. Es decir, renovar su integración empezando por las personas titulares de los cargos más altos hasta los de menos jerarquía.

Que no sean las formas, es otra cosa.

En los de menor jerarquía mínimo rotarlos, aunque la rotación también tiene sus pros y contras; pero en los cargos de mayor nivel, ahí si no debería permitirse una permanencia indefinida o continuada vía reelecciones.

El propósito de la renovación es evitar la creación de intereses personales, políticos o económicos. Porque en los órganos electorales se manejan presupuestos considerables, concurren postores pretendiendo comprar resoluciones con dinero o promesas de recompensa como cargos públicos por ejemplo; incluso, compromisos inconfesables.

Precisamente por lo mismo la integración de las autoridades electorales es periódica, de manera especial en el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), así como en las autoridades electorales administrativas y jurisdiccionales de las entidades federativas.

Sobre todo hablando de los órganos que deciden.

A manera de ejemplificar y hablando solamente del INE precisamente desde el 2014 la integración de su Consejo General es escalonada. En ese año la Cámara de Diputados eligió a Lorenzo Córdova Vianello como presidente del Consejo General del Instituto para un periodo de nueve años.  Como consejeros electorales por nueve años a: Adriana Margarita Favela Herrera, José Roberto Ruiz Saldaña y Ciro Murayama Rendón. Por seis años a: Marco Antonio Baños Martínez, Enrique Andrade González, Alejandra Pamela San Martín Ríos y Valles, y Benito Nacif Hernández. Y por tres años a: Beatriz Eugenia Galindo Centeno, Arturo Sánchez Gutiérrez y Javier Santiago Castillo.

Y así se fue renovando y oxigenando el Consejo General hasta llegar a este momento de 2023 en que vence el periodo de Lorenzo Córdova, Ciro Murayama, Favela Herrera y Ruiz Saldaña; los dos primeros han sido los más duros y combativos de esta cuarteta, pero también flexibles según la ocasión.

De hecho, Lorenzo Córdova lleva más años en la función electoral pues del 15 de diciembre del 2011 al 7 de enero del 2014 se desempeñó como consejero del Consejo General del entonces Instituto Federal Electoral (IFE).

Suma muchos años dentro de la autoridad administrativa electoral, poco más de 11 años.

En fin, el escalonamiento en la renovación del Consejo General del INE permitió además conjugar oxigenación, frescura, ojo nuevo, con quienes iban entrando a las consejerías con la experiencia de quienes permanecían más tiempo hasta el vencimiento de su periodo.

Y así, por ejemplo, las y los consejeros más nuevos han aprendido de la vasta experiencia de los más viejos, sobre todo de Córdova y Murayama. Claro, experiencia electoral. Quien sabe si experiencia de otro tipo.

EDMUNDO SE VE MAL Y GENERA DUDAS 

Entonces, si el órgano de máxima decisión del INE se renueva ¿por qué no habrá de renovarse la Secretaría Ejecutiva? Tema a propósito del escándalo desatado en torno al cese automático del titular de esta área, Edmundo Jacobo Molina, con la entrada en vigor del “Plan B” de la reforma electoral. 

Edmundo Jacobo fue designado Secretario Ejecutivo del INE (y por ende del Consejo General) el 11 de abril del 2014 para un periodo de seis años. Y faltando dos meses para el vencimiento de éste (en el 2020) fue reelecto para otros seis años, mismos que cumpliría en 2026, pero llegó el “Plan B” y lo cesó en automático.

Una reforma electoral puede dar por terminado el desempeño de un cargo. Cuando la reforma del 2014, varios funcionarios del otrora IFE se quedaron fuera. Aunque aquél fue un cambio de modelo electoral.

Independientemente de cualquier violación a la Constitución o a las leyes electorales con el cese del Secretario Ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo se ve muy mal peleando permanecer en el cargo hasta concluir el periodo de seis años para el cual fue reelecto.

Es más, con reforma o sin reforma al salir su jefe (Lorenzo Córdova) Edmundo debió haber puesto su renuncia empezando 2023 para ser considerada por el Consejo General del INE a partir de la existencia de un nuevo consejero presidente a principios de abril del año en curso.

Un nuevo titular debe acompañarse de personas de su confianza para evitar líos, máxime si el Secretario Ejecutivo es nombrado por las dos terceras partes del Consejo General a propuesta del consejero residente.

En fin, 12 años en un cargo de naturaleza electoral es demasiado tiempo.

¿SE CUIDAN LAS ESPALDAS? 

No hablamos aquí de una defensa del “Plan B” porque nos hace falta leer y releer uno por uno los artículos de las cuatro leyes, empezando por la LGIPE y realizar la comparación entre las normas que han perdido vigencia y las vigentes a partir de este viernes (y cuya suerte está en manos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación).

Pero amén de cualquier transgresión a las normas por el cese en la Secretaría Ejecutiva, pareciera que el pleito por la permanencia de Edmundo Jacobo lleva el propósito de cuidar espaldas…¿de quién? ¿De Lorenzo Córdova? ¿De personas consejeras? ¿Funcionarios electorales?

O el propósito de seguir manejando intereses no del INE, sino de quienes ocupan consejerías o direcciones.

Porque la Secretaría Ejecutiva ha sido clave en el manejo administrativo y de la estructura del Instituto. Tenía la representación legal del INE, la función de oficialía, la coordinación de las direcciones ejecutivas, la coadyuvancia con la Contraloría en la vigilancia de los recursos, la aprobación de la estructura del Instituto, el nombramiento de integrantes de los órganos desconcentrados, sustanciar recursos, etc., etc.

Con el “Plan B” ya no tendría varias de esas funciones, pero seguirá siendo clave.

¿Es parte del pleito?

CUIDAN EL 2024 

Así que de cara a los procesos electorales concurrentes de 2024, donde la joya de la corona será la Presidencia de la República, es evidente que el litigio entre dos bandos no es por los cargos, sino por el trasfondo.

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