Consideraciones de las quiebras bancarias

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Ninguno de los dos son bancos sistémicos, aunque el Silicon Valley Bank, como el Signature Bank, tienen un considerable peso específico dentro de un boyante ecosistema de empresas con proyectos innovadores.

Si bien apoyaban multitud de proyectos semilla en empresas incipientes sin grandes balances, para ser cliente del SVB había que tener ingresos entre los 5 millones de dólares a los 75 millones de dólares anuales.

Su financiamiento estaba basado en “múltiples servicios de capital de riesgo”. Además de su presencia en Reino Unido y China contaba con oficinas en India, Alemania, Israel, Hong Kong, Irlanda, Dinamarca, Suecia y Canadá.

En el caso del Signature Bank, este banco comercial con sede en Nueva York, tiene una red de oficinas distribuidas en varias partes de la Unión Americana y está especializado en dar financiamiento y arrendamiento de equipos. Ofrecía servicios de gestión de activos, inversiones, seguros y corretaje.

El Signature fue fundado, en mayo de 2001, por ejecutivos que en su momento pertenecieron al Republic Bank of New York y atendía a clientes selectos, con cierto poder adquisitivo y en expansión; se sumó a la industria de las criptomonedas a tal punto que más del 30% de sus depósitos provenían de empresas de criptomonedas.

Nadie se esperaba tampoco la repentina intervención del banco y al interior de Estados Unidos hay voces como las de Sheila Warren, CEO del Consejo Criptomoneda, que advierten de un posible cambio de postura en los reguladores norteamericanos con la finalidad de prohibir “de facto tratar con todas las empresas de criptomonedas” lo que terminaría negándoles el acceso al sistema bancario.

No hay que perder de vista que, tras tres años de pandemia, cierres, confinamientos y cuarentenas, en buena medida las autoridades y los gobernantes no solo en Estados Unidos, sino en el resto del mundo, enfocaron todos sus esfuerzos a la emergencia marcada por el coronavirus y la demanda sanitaria provocada en ciernes.

Con la gente en sus casas, la microeconomía debía seguir de alguna forma moviendo su negocio. En un par de años, de 2020 a 2022, las operaciones con criptomonedas aumentaron a nivel mundial y los bancos dieron muchas facilidades para captar clientes a través de las plataformas digitales.

Pero la vuelta a una nueva normalidad en medio de un contexto geopolítico y geoeconómico salpicado de trastornos, rispideces, volatilidad y shock en los commodities está contribuyendo a pinchar las mini burbujas creadas durante el tiempo de la pandemia.

El pinchazo de las criptomonedas no pasó desapercebido para las autoridades regulatorias, ni supervisoras, en la Unión Americana: “En noviembre pasado quebró la plataforma FTX especializada en activos digitales. Un mes después, varios legisladores solicitaron a la Reserva Federal saber los vínculos de los bancos estadunidenses con las criptomonedas”.

El nombre del Signature Bank figuró en la lista (el banco más importante para la actividad criptoactiva) también estaba Silvergate que operaba en San Diego experto en Fintech y criptoactivos y que curiosamente, hace unos días, cerró “de forma voluntaria” y sin tanto escándalo. Total discreción.

Mientras se ciernen dudas sobre las verdaderas y repentinas razones del cierre de estos bancos (si hay alguna razón política detrás) la situación del Silicon Valley Bank es por demás llamativa.

 

A COLACIÓN

Todo ha sido tan inesperado que la gente de a pie sigue preguntándose cómo puede caer en desgracia un banco en tres días y esfumarse, sembrando con ello nerviosismo, entre la clientela de otras instituciones de crédito.

En el reporte financiero anual del año pasado, el Silicon Valley Bank, señalaba en el documento entregado a sus accionistas e inversores, que su negocio “se ve afectado” por las condiciones económicas nacionales y mundiales que pueden cambiar repentinamente y advertía que, debido al perfil crediticio de su cartera de préstamos, “nuestros niveles de activos improductivos y cancelaciones” pueden ser volátiles.

Al revisar su balance contable desde diciembre de 2019 (antes de la pandemia) respecto del reportado el 31 de diciembre de 2022 (tiempo de pandemia) lo más llamativo es que el SVB pasó de tener depósitos totales por valor de 61 mil 757 millones 807 mil dólares a 374.9 billones de dólares y manejar unos activos que pasaron de 71 mil 004 millones 903 mil dólares a los 216.1 billones de dólares. Si había problemas por qué razón no lo vieron a tiempo los supervisores y ni siquiera las calificadoras como Moody´s o las auditoras como KPMG… inentendible.