Comprensible sentimiento de culpa

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  • Desayuno reparador de Monreal con los periodistas
  • Del Viernes Negro al reencuentro con López Obrador

La verdad es que al reportero nadie tiene que darle las gracias por hacer su trabajo. Ver, escuchar, usar los cinco sentidos, para publicar lo nuevo, la noticia, informar es el trabajo obligatorio, cotidiano, de todo periodista bien nacido y bien educado. Y un ser humano generoso.

Pero bueno, El coordinador del grupo de senadores de Morena, al que se agregan los senadores del Partido del Trabajo, los del Verde Ecologista, los del PES, ofreció un sencillo desayuno a los periodistas que, día a día, son testigos de los trabajos senatoriales en el estudio y aprobación de reformas legales, de leyes, de reformas ordinarias y constitucionales, siempre al amparo de la propia Constitución.

Ricardo Monreal Ávila convidó, este jueves a los periodistas que cubren la fuente del Senado; a los que analizan y comentan los acontecimientos, que ocurren en el salón de plenos, y a aquellos que comentan la noticia, los columnistas, con un notorio sentimiento de culpa.

Y lo dijo. Podría haber hecho más para dar facilidades a reporteros, columnistas y articulistas para facilitar sus trabajos de investigación de lo que ocurría en el Senado, antes del “Viernes Negro”, cuando la oposición cumplió su papel de oposición, oposición irracional por supuesto, con la toma de la Tribuna del Salón de Sesiones, para celebrar la pijamada de la frustración ante su impotencia de ganarle a la mayoría que obedecía a los designios del personaje que ellos odian con todo su corazón, el presidente López Obrador.

Lo que primero hizo Monreal fue reiterar su agradecimiento a todos los tundemáquinas, por su más reciente acto heroico de ser testigos de la terquedad y tozudez de los senadores opositores, quienes condicionaron su participación en el debate de la aprobación de los dictámenes. Y era muy comprensible que los senadores de Morena respondieran a los deseos de su jefe nato. Su fundador.

Monreal se ha pasado la vida enamorando a los opositores para atraerlos, pero no se ha dado cuenta de que entre el PAN y Morena no hay nada que llame ni siquiera a la amistad, menos a las coincidencias, y mucho menos a las coincidencias políticas. Son como el agua y el aceite. Los panistas son de derecha, son hijos del Yunque, la organización secreta que busca la imposición, el triunfo de las fuerzas oscuras de las clases dominantes, sobre las clases populares, que no se merecen más que el desprecio.

Así, el equipo de Monreal nos sirvió café negro (no creo que fuera café de Costa Rica, ni menos de Colombia, ni mucho menos de Chiapas, El café que nos sirvieron no despedía el aroma a placer del buen café que estoy acostumbrado a saborear.)

Monreal fue desmenuzando sus inquietudes, primero su conciencia ante lo que él imaginaba que fue maltrato a los periodistas, no a las empresas periodísticas, sino a quienes se pasan las horas buscando las novedades en el Senado, entre los senadores, entre…

Habló el Senador de sus preocupaciones políticas, de sus intenciones, de sus satisfacciones, de sus frustraciones, de sus desilusiones, de sus inquietudes, pero sobre todo su satisfacción y alegría, casi infantil, porque el presidente López Obrador volvió a tratarlo como parte de su grupo, de sus amistades, después de dos años de haberle retirado la palabra, encuentro ocurrido el mismo viernes, que por lo visto no fue tan negro, por lo que se ve en la imagen que algún fotógrafo tomó en las escalinatas de Palacio, en la que se ven Monreal, a la derecha, y el Presidente a la izquierda, sonrientes como si la última vez que se vieron hubiera sido el jueves.

Esta era la razón por la cual Monreal quería dar las gracias a los reporteros y reporteras que cubren el Senado. Las preguntas y respuestas, en realidad, no impactaban ni importaban, solamente eran el pretexto. Lo importante. La noticia para Monreal era su arrepentimiento con los reporteros, su alegría del reencuentro con su viejo amigo, el tabasqueño ungido presidente. Y para ser honestos, lo que menos importaba en ese momento era su aspiración por suceder a su amigo en la silla presidencial, que en realidad es el máximo deseo del zacatecano,

Pero ayer a las diez horas, hora del desayuno con los periodistas, también pasó a segundo término su caída como negociador con la oposición en el Senado, sus contradicciones con su bancada, en la que uno a uno de sus amigos se le antepusieron buscando el reencuentro con el presidente de la República, el inspirador, el fundador del Movimiento de Regeneración Nacional.

Digamos que el desayuno fue un buen encuentro con los periodistas. Veremos la próxima semana. El día en que sesione la Comisión Permanente. Veremos el día en que Morena elija a su candidato presidencial.