En la diplomacia hay que saber tejer fino y para ello, como decían en mi colonia, “hay que tener mundo”. Eso significaba leer, viajar, escuchar, aprender. Hay que ver para atrás, la historia, y hay que establecer parámetros para el futuro donde los sabios ya dejaron huella y construyeron civilizaciones.
Las confrontaciones nunca hay ayudado al desarrollo, impulsan odio, guerras. Las palabras, cada una, en un discurso oficial presentan peso y dimensión y en conjunto buscan consecuencias. Por ello no se entiende el conflicto que crece con el Perú.
Los gobernadores de Morena y Claudia Sheinbaum, expresaron su respaldo incondicional a AMLO en lo que respecta a su criterio muy personal, no institucional, en relación a la política exterior. Se treparon a la cresta de los encontronazos verbales y señalaron “le decimos a la señora Dina Boluarte y al Congreso peruano que pueden también declararnos personas non gratas”, toda vez que están, en contra de “la imposición de gobiernos autoritarios que transgreden los principios de la democracia y la soberanía popular”.
Y esto evidentemente se desprende de la injerencia del tabasqueño en asuntos de otro país al negarse a cumplir un acuerdo internacional dentro de la Alianza del Pacífico. Su obligación era entregar la Presidencia de esta comunión de países y no auto determinarse prócer de la calificación democrática de otra constitución.
El Congreso de Perú declaró persona non grata a López Obrador por sus críticas a Boluarte, quien llegó al poder luego de la caída de Pedro Castillo, que por cierto, su familia se mantiene protegida y mantenida como asilada en nuestro territorio. A través de un desplegado, los 22 gobernadores y gobernadoras de Morena y la jefa de Gobierno intentan convencer que a través de su historia, México no acepta golpes de Estado y actos autoritarios que deponen a presidentes elegidos por voto popular.
Dictan: “El presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido claro en la defensa del presidente Pedro Castillo, quien fue separado de su cargo ilegalmente y encarcelado injustamente”, afirman.
Los gobernantes de Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Colima, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas, además de la jefa de Gobierno capitalina, y hablaron de que “leales a los principios democráticos, estamos en contra del racismo, del clasismo y de toda forma de discriminación en México y en cualquier país, sobre todo cuando esto se traduce en la imposición de gobiernos autoritarios que transgreden los principios de la democracia y la soberanía popular”.
Esa es su posición, pero en realidad, incluyendo el pensamiento juarista y la Doctrina Estrada se establece la no intervención y el respeto al derecho ajeno.
En esta administración se ha debilitado la moral para exigir lo que en casa no se ha podido cumplir, la seguridad pública que incluye, por supuesto, las garantías individuales, la integridad y los derechos humanos. México ha perdido terreno en ese sentido y en la calificación que nos mantiene como una nación corrupta. Hablar en sentido contrario es mentir. Hay poblaciones de México que dependen invariablemente del crimen organizado y las muertes por violencia en cuatro años son dramáticas.
Eso es lo que nos debe importar. Pedir equilibrio, paz y equidad a otros en tanto miles de mexicanos y migrantes son secuestrados, extorsionados y asesinados está fuera de proporción. En este tipo de acuerdos internacionales México debería, tendría que participar con gallardía, con ejemplo, con propuestas y adhesiones para socorrer a las economías vulnerables que hasta hoy producen, como aquí, más pobres.
A Perú se le sujeta al rigor del castigo político, pero a Cuba se le premia con absoluta parcialidad. Se aplaude a Evo Morales o a Nicolas Maduro cuando sus pueblos son arrastrados a la censura y represión.
Que platiquen los migrantes ya en territorio nacional para que se entere el gobierno porque dejaron su familia y patrimonio. El drama es inmenso y más cuando hay testimonios internacionales de que aquí a esas caravanas se les extorsiona y se les reprime. Fuera de nuestras fronteras le llaman “la esclavitud moderna”.
Para muchos Perú, su gente y economía no significan nada para México y ese menosprecio también daña porque pertenecemos a un mundo toda vez más globalizado y comprometido.
Hay que asonare para comprender que la cordillera peruana que guarda los secretos de Machu Picchu, así como el amplio poderío azteca nos legaron la herencia de civilizaciones extraordinarias, irrepetibles, únicas cuya evolución nos ilustra de cómo ser mejores, ir hacia adelante.
Conductor del programa VaEnSerio mexiquense tv canal 34.2 izzi 135 y mexiquense radio
@cramospadilla