Algo está cocinándose en el interior de la región que está captando la atención a tal punto, que en la semana en que Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea (CE) realizó una gira por Brasil, Argentina, Chile y México; en Brasilia, se anunció con bombo y platillo que el comercio con Rusia superará los 10 mil millones de dólares en un par de meses y que su presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, quiere una mayor cooperación con el Kremlin.
Hasta Beijing ha viajado la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, para reunirse con su homólogo chino, Xi Jinping, luego de que, en marzo pasado, Castro decidiera romper relaciones con Taiwán.
De esta forma dio un inusitado viraje en su política asumiendo una postura a favor de “una sola China” un cambio provocado por las inminentes necesidades financieras del gobierno de Tegucigalpa. Una asfixia económica que el gobierno de Jinping sabrá capitalizar a su favor.
Como acontece con el caso de Cuba, también en la diana de la polémica, luego de que el New York Times reveló que China tiene planes para desarrollar un centro de espionaje en la isla a cambio de inversiones y dinero inyectado desde Bejing en la alicaída economía cubana.
Y por si faltase algo, el presidente de Irán, Ebrahim Raisí, viajó a Venezuela y a Nicaragua en visita oficial de Estado. Con el dictador Nicolás Maduro, signaron una veintena de acuerdos principalmente enfocados a la minería, petroquímica y al transporte.
Raisí busca más alianzas comerciales para obtener los insumos y otros productos en los que tiene vetados el acceso al mercado mundial por las sanciones norteamericanas.
América Latina vuelve a posicionarse en el interés ideológico no solo de China y de Rusia, sino de otras autocracias, para la UE es una clara amenaza a los valores democráticos que comparte con la región.
El viaje de Von der Leyen a cuatro países muy relevantes del espectro latinoamericano está motivado por el temor a que las afinidades ideológicas de varios de los gobernantes actuales provoque que el viraje populista termine convirtiéndose en una nueva era de autocracias latinas en menoscabo de la democracia.
¿Ha llegado tarde la UE? El organismo europeo formado por veintisiete países lleva casi diez años alejado de América Latina, sin interesarse por escuchar de viva voz de sus respectivos gobernantes la situación por la que atraviesan y de repente, recobra un inusitado interés regional y quiere relanzar las relaciones UE-AL. A tal punto hacerlo que, analiza la posibilidad de instalar, una representación en la región.
“Europa y los 33 países de América Latina y el Caribe tenemos una historia en común y compartimos valores; debemos revitalizar esos nexos históricos”, afirmó, Josep Borrell, alto representante de la UE.
Durante una conferencia en Bruselas, Borell hizo alusión a las derivas autoritarias de Venezuela y de Nicaragua y del peligro que se extienda a otros países; y lo cerca que están siguiendo los acontecimientos en Haití, Perú, Bolivia y en Guatemala con sus próximas elecciones el 25 de junio.
A COLACIÓN
La UE quiere reuniones más regulares de jefes de Estado y de gobierno con América Latina a través de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
Ha sido el avance inusitado de China en la región con sus inversiones y su apabullante capacidad comercial, lo que ahora preocupa a Von der Leyen. No en balde, en su discurso sobre el Estado de la Unión de 2022, ella insistió reiteradamente en llamar a la unidad a todos los socios comunitarios para crear una estrategia e invertir en “el poder de las democracias” y construir un bloque de afines.
Hay más de interés ideológico y político (que económico o comercial) aunque Bruselas conoce las necesidades de financiamiento, recursos e inversiones en la región y para eso ha preparado su estrategia Global Gateway.
¿Qué es el Global Gateway? Es la respuesta de la UE ante el proyecto ingente de China con su Nueva Ruta de la Seda (One Road, One Belt) que pretende vertebrar al mundo entero con el gigante asiático.
@claudialunapale