Podría ser el Mercado de Especias, el Bazar Egipcio en Estambul o podría tratarse de una feria mecánica improvisada en un llano de pueblo o quizá el casino del Bellagio en Las Vegas, pero nada parecido a una oferta de candidatura presidencial.
Quien oferte más firmas, quién sea más simpático en las encuestas, quién gane el aplausometro será el distinguido merecedor de la silla en Palacio Nacional. Las redes sociales salpicadas de súplicas para lograr adherencias para lograr montañas de simpatizantes con firmas.
Del otro lado no importa hacer el ridículo bailando (?) Caballo Dorado o caminando solitaria por el Aeropuerto capitalino. Hay que subir escalones en la encuesta.
De esos dos ejercicios depende la selección de los aspirantes formales a contender por el máximo cargo político de la nación. Y el que mejor se maquilló, cantó o bailó será el que qué suponemos guarde en la chistera los mejores proyectos para México.
Aquí no importa si hablan uno a más idiomas, si han leído los tratados comerciales vigentes, si saben cuántos artículos presenta la Constitución Política, si conocen quién es el primer ministro de Marruecos o cuál es la deuda actual del país.
No conocemos si están a favor de la invasión a Ucrania, si apoyan a Kim Jong Un, si es conveniente sumarnos al “Comando Norte”, si expórtanos más y mejor a Asia o a Sudamérica, qué hay de la Alianza del Pacifico, de los ausentes tratado de extradición con Israel, de nuestra participación en proyectos de la NASA.
Nadie ha dicho qué estrategias hay para frenar al crimen organizado, la aplicación de la pena de muerte, aceptar o no que los cárteles mexicanos actual como terroristas, frenar la corrupción en aduanas, elevar nuevamente la confianza en el espacio aéreo mexicano, sanear de una vez por todas a Pemex. No hay un esquema concreto sobre el rescate cívico y educativo, de la recuperación del sector salud, de la recesión económica y sus nocivos efectos.
Qué hay de la reincorporación sana del empresariado en los paquetes de inversión más atractivos. En fin, temas centrales que están en absoluto vacío. Un país que se frenó desde hace cuatro años y que en lugar de meter el acelerador con los mejores, estanos esperando que un volado merenguero nos haga el milagro de encontrar al líder que merecemos.
Quizá para esta inesperada ruleta política ni siquiera los antecedentes penales, las omisiones administrativas, los contubernios, negocios o corrupción cuenten.
Dijera el multimencionado López Gatell “ya lo pasado, pasado”. Los muertos en este país ya están incinerados qué más da y la droga sigue su camino hoy más que nunca libre. El presidente al saludar a la mamá de chapo envió un clarísimo mensaje de comunicación y protección hacia esos grupos. No se ha atrevido a honrar a los cientos de informados que han perdido la vida en emboscadas o traiciones.
No se ha dignado a reconocer los méritos de expresidentes o estrategas, digamos como Muñoz Ledo o Castillo Peraza o Castillo Martínez o Rincón Gallardo. Es no faltarle el respeto a Guzmán Loera diciéndole “el Chapo” asegurando que los criminales tienen derechos o que el país se salva con abrazos de los abuelitos.
Dónde están los prohombres, las mujeres de vanguardia, que necesitamos para salir de esta burla sexenal, para reconstruir, para reanimarnos. Esos que saben operar, hablar, debatir, confrontar, proponer, decidir. Ellos, los que conocen cómo se mueve el mundo y quién o quiénes lo mueve. Con ellos hay que dialogar, intercambiar, sumar. Pensar en disculpas por la conquista es retorcernos en las heridas y el rencor y no conocer la historia, ni la propia.
Pero hasta ahora, los aspirantes por más que busquen reflectores no duden nada, sueltan solamente ideas, nada serie porque ni siquiera saben si contarán con presupuesto y cobijo político. Se acortan los tiempos y el país está perdiendo de eso no hay duda.
Conductor del programa VaEnSerio mexiquense tv canal 34.2, izzi 135 y mexiquense radio.
@cramospadilla