Dice Porfirio Muñoz Ledo que Morena es uno de los partidos más corruptos de América Latina. Lo afirma con conocimiento de causa. Nadie como él conoce las entrañas de ese monstruo podrido desde su creación.
Los candidatos de Morena son los peores.
No es que Porfirio esté libre de pecados, pero tampoco es de los que tiran la piedra y esconden la mano.
Para nadie es un secreto el atraso de México. Somos un país con enormes rezagos sociales. Un país donde abunda la pobreza y la gente es vista por los políticos sin escrúpulos como los corderos para los lobos.
En El laberinto de la soledad, Octavio Paz dejó constancia de nuestra identidad y nuestros valores culturales como si estuviésemos condenados al fracaso frente a la historia.
El presidente Obrador y su caterva de candidatos asumen el poder como un verdadero botín. La llamada cuarta transformación y sus políticos despreciables simbolizan la corrupción. Lo peor que le pudo pasar al país como parte de la descomposición política que dejó el viejo régimen priista.
Morena es el drenaje del PRI. Morena es la continuación del viejo priismo por otras vías.
El viejo PRI se distinguía por el dedazo de sus candidatos. Con Morena todo es una simulación. Los aspirantes fueron impuestos bajo falsas encuestas y en otros con datos inexistentes.
Obrador no solo rompió las reglas electorales. Mientras exhortaba a los gobernadores a no “meter” las manos en las elecciones, él de manera descarada impulsaba la candidatura de Félix Salgado Macedonio.
El de Macedonio es uno de los casos más patéticos. Acusado de violación y acoso sexual, Macedonio fue impedido de contender por la gubernatura de Guerrero, pero basados en una encuesta falsa su hija Evelyn fue impuesta como la candidata sustituta y Macedonio recompensado con la dirigencia del partido en esa entidad.
En Tlaxcala ocurrió algo similar.
La candidata Lorena Cuéllar Cisneros quien arrastra con una pésima reputación que la hace impresentable, fue impuesta como candidata mediante falsas e inexistentes encuestas. Con un oscuro pasado de corrupción y de conflictos familiares derivados del asesinato de su progenitora, cuyas investigaciones sobre los culpables del crimen apuntaban al primer círculo familiar, se hizo de la candidatura mediante sucias maniobras que dividieron al partido.
Beneficiaria de una herencia manchada por la sangre de un crimen, que sigue aún impune, Lorena Cuéllar se asume como la “redentora” de un falso movimiento de renovación política.
La candidata de Morena representa todo lo contrario de lo que dice pregonar. Hace tiempo la vanidad la llevó a someterse al bisturí para cambiar un cambio de imagen. Ni ella misma se soportaba ante el espejo. Pero ni el cambio de look pudo borrar el símbolo de corrupción que lleva en la frente.
Ha sido la protagonista de una guerra sucia basada en la difamación y la calumnia como “armas” de campaña. Diestra en el engaño y la manipulación, hizo un manejo desaseado con las candidaturas para alcaldes y diputados locales que resquebrajaron al partido.
La mayoría de los candidatos de Morena presentan historias similares.
En Nuevo León, la candidata Clara Luz Flores involucrada en la secta de Keith Raniere, condenado a más de 120 años de prisión por delitos de tráfico sexual por un tribunal neoyorquino después de ser declarado culpable de todos los cargos, entre ellos de tráfico sexual de adultos y menores, posesión de pornografía infantil y crimen organizado, en junio de 2019.
Clara Luz Flores renunció al PRI y se sumó a Morena. El presidente Obrador pasó por alto los vínculos de Clara con la mafia sexual de la secta NXIVM.
En Sonora y Zacatecas sobresalen los casos de Alfonso Durazo y David Monreal. El primero envuelto en un enriquecimiento inexplicable. A la sombra del poder Durazo se hizo de múltiples propiedades. Acumuló bienes para sus futuras generaciones. Ni el más exitoso de los empresarios sonorenses de su generación pudo hacerse de una riqueza como la de Durazo.
En Zacatecas, David Monreal es un ejemplo del nepotismo y de la corrupción. La familia Monreal ha sido asociada al narco. Son los mayores poseedores de propiedades y de tierras. Los Monreal son la nueva dinastía de caciques que se han apoderado de Zacatecas, cuya entidad manejan como un virreinato.
Lo mismo ocurre en Nayarit, San Luis Potosí, Michoacán, Campeche, Colima, Querétaro, Baja California Sur, Sinaloa y Chihuahua con los peores candidatos que simbolizan la corrupción.
Lo dijo bien, Porfirio Muñoz Ledo, Morena es un nido de ratas.