El triángulo de las Bermudas: Xóchitl, Claudia, Marcelo

0
218

Las tres candidaturas a la presidencia de la República están en una encrucijada existencial. Prácticamente, como en el Triángulo de las Bermudas donde han desaparecido barcos y aviones sin posibilidad de ser encontrados alguna vez, así ocurre con los candidatos.

Claudia Sheinbaum, por ejemplo, recibió el bastón de mando con el cual no se puede mandar nada: otra cosa hubiera sido si lo que hubiera recibido hubiera sido la banda presidencia que no puede ser entregada por ahora y que no sería útil en este momento.  Claudia está en el limbo: no es candidata ni es jefa de gobierno y deambulará fantasmalmente durante algunas semanas, sin rumbo y con el prejuicio de que el que dirige su campaña es adverso a los medios de comunicación y a la comunicación misma, además de no tener la simpatía popular. Para su poca tranquilidad, le rodea otro chambelán, el llamado Changoleón, aquel que era coyote de los deudores de la banca y que se tiró a los pies de Ernesto Zedillo para buscar legitimar su coyotaje.

La encuesta de donde surge la patrona de Morena (que no candidata) tendrá pues, dos conductores adversos al gusto popular. Ella no los eligió: se los impusieron desde el zócalo de la Ciudad de México. Claudia está prácticamente inhabilitada para hacer campaña: no puede poner espectaculares ni dar entrevistas pagadas.  Hasta ahora su momento más eficaz es el bastón de mando con el que deberá mantenerse durante meses.

Xóchitl la chistosa, la de los chascarrillos populares, la que promociona la muerte de su abuela, su historia y los huipiles con los que oculta su obesidad, su bicicleta que ya ha quedado empeñada está siendo usada por la prensa nacional como pera de boxeo para entrenar a sus contrincantes.  La llamada “casa roja” no es un chiste, como tampoco lo fue la “casa blanca” de Peña Nieto en aquellos tiempos álgidos cuando la Gaviota se enfrentó a la prensa para aclarar esa propiedad, lo que no nos quedó claro, sin embargo, se le reconoció la injundia para hacer frente a lo que su esposo Enrique Peña Nieto no pudo.  Cualquiera acto financiero que resulte extraño debe ser revisado a profundidad, se trate de un artista, un político o un mecapalero. Llegar a tener la fortuna de Xóchitl Gálvez, la denuncia más que si hubiera heredado ese capital. Es imposible creerle porque es una mitómana y cada vez se desvanece más su imagen y se exhibe más como alguien que estuvo involucrada en un proceso fraudulento que alguna vez terminará por aclararse.

Claudia, la ex jefa de gobierno, la política que Andrés Manuel López Obrador guarda en la niña de sus ojos no canta mal las rancheras en cuanto a pendientes: el Colegio Rebsamen, el derrumbe del metro y la sospecha de la denuncia que se hizo sobre los recursos de su precampaña que se dice salieron de fondos públicos. Este tema la tiene atada para su movilidad y le impide hablar porque su silencio es mejor que volverse centro del ataque de todos los anti morenos que son muchos, algunos con puntería de precisión para el ataque.

La ternura de Marcelo Ebrard nos conmueve. No ganó la encuesta (sabía que no podía ganarla contra el grupo de mapaches que encabeza Mario Delgado) Empero, su ingenuidad republicana lo llevó a una consulta de resultados previstos: así compitió y así le fue.  Segundo lugar y como distractores del proceso tuvo a Fernández Noroña y al guerito esposo de una diva que compite en popularidad y fortuna con Taylor Swift (o eso quisiera). El último lugar de la encuesta fue Ricardo Monreal. Estamos seguros de que él negoció su espacio, porque le encanta la participación que le permita llegar a otro hueso. Su lema de vida es “fuera del presupuesto, jamás”.  Se anuncia que su hija mayor será candidata a la alcaldía Cuauhtémoc, pero Ricardo Monreal se las debe a René Bejarano y a su esposa Lolita que tienen memoria de “inteligencia artificial” y que ganaron esta delegación una vez, mientras que en la otra les hicieron fraude: ellos son prácticamente invencibles electoralmente, dado el esquema que tienen tan bien armado.

Marcelo es un hombre sin rumbo el día de hoy. Compite contra su jefe Andrés Manuel López Obrador que tanto lo chulea pero no lo dejó pasar al espacio político que el ex jefe de gobierno deseaba. ¿QUO VADIS MARCELO? La primera alternativa sería negociar un buen número de diputados, senadores, puestos de gabinete y someterse a donde aún hace falta: Morena. Si no lo hace pronto, se irá desvaneciendo como aquel fantasma de las historietas de los setenta, el famoso Gasparín.  Como candidato independiente ya no tiene cabida. Es muy difícil ubicarlo en el partido de Dante, pues el senador Delgado tiene los colmillos más grandes que un mamut, que no le permitirían acceder al poder sino ser usado dentro de una negociación con el presidente de México.  No se puede esperar algo positivo de Marcelo con el tiempo que él se fijó para tomar la decisión.  Sus huestes serán compradas, alquiladas y Marcelo tendrá que vivir no en París sino en México, en la soledad de su despacho, pero fuera del gobierno.

Estos tres políticos están desaparecidos como los barcos del Triángulo de las Bermudas: nadie investiga su pasado y terminarán en una contienda electoral desabrida, confrontada y donde Morena tendrá la posibilidad de un triunfo difícil. Nada mal cuando lo que importa es ganar, aunque no compitas.