AMLO, el presidente totalmente elecciones

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Prácticamente ha empezado el año del declive del morenista Andrés Manuel López Obrador como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, el último de su sexenio como el primer mandatario nacional emanado de la izquierda.

Y el primero que saldrá dos meses antes que sus antecesores: El 30 de septiembre y no el 30 de noviembre del año de renovación del Poder Ejecutivo, que en el caso es el 2024.

Lo anterior en virtud de la reforma del 2014 al artículo 83 constitucional, la cual estableció que: “El Presidente entrará a ejercer su encargo el 1o. de octubre y durará en él seis años…”

Y así, por mandato del respectivo transitorio constitucional, “el período presidencial comprendido entre los años 2018 y 2024 (…) concluirá el 30 de septiembre de 2024.”

Dicha reforma entró en vigor el 1º de diciembre del 2018.

El día en que AMLO asumió el poder, se ajustó el sexenio.

En fin, empezó el declive de un sexenio eminentemente electoral, de un Presidente cuya prioridad, después de sus magnas obras, ha sido la permanencia de su movimiento en el poder transexenalmente y por los siglos de los siglos.

Y ha sido evidente que tras su triunfo en el 2018, empezó a preparar la ruta para el 2024 desde la Presidencia de la República tomando como base los programas sociales y demás acciones de gobierno, pues al fin y al cabo el ejercicio del gobierno tiene el fin político de conservar el poder.

Incluso, su conferencia mañanera es una táctica electoral. Desde ahí todos los días traza la agenda mediática, ataca a sus adversarios políticos y hace proselitismo, así como una permanente campaña a favor de la “Cuarta Transformación”; todo con fines electorales.

Ha aprovechado muy bien los enormes vacíos de la ley electoral en materia de sanciones a infracciones administrativas por parte del titular del Poder Ejecutivo, que no tiene superior jerárquico que lo castigue; y además la oposición no tiene la mayoría requerida en el Congreso de la Unión como para enjuiciarlo.

El Instituto Nacional Electoral (INE) no se cansa de ordenarle guardar prudencia para evitar transgredir los principios constitucionales de imparcialidad y neutralidad. Pero él ni ve, ni oye a la autoridad electoral…bueno, a veces sí, pero le da la vuelta con innovaciones en su conferencia mañanera. Ahí está el reciente caso de la posdata.

La revocación de mandato y la consulta popular fueron ejercicios impulsados por el presidente AMLO para medir su voto cautivo y la fuerza electoral de Morena, no para dejar la Presidencia de la República, ni para enjuiciar a los expresidentes.

Fueron ejercicios para medir la estructura.

Porque la prioridad del presidente ha sido ganar el 2024: La Presidencia de la República con Claudia Sheinbaum como candidata de Morena-PT-PVEM; la mayoría de las cámaras del Congreso de la Unión, los nueves gobiernos locales y si se puede la mayoría de los congresos estatales y ayuntamientos a renovarse en las próximas elecciones concurrentes.

Claro, sus antecesores inmediatos pudieron tener la misma prioridad de conservar el poder, pero no la tuvieron, no quisieron o no pudieron. Pero en AMLO es casi inherente, aunque hay momentos en que se le pasa la mano.

Y EL CONGRESO, PARA EL PLAN “C” 

Seguramente nada detendrá al presidente AMLO como estratega electoral en el propósito de conseguir para el ‘movimiento’, además de la presidencia, la mayoría legislativa, pues de ésta depende concretar su plan “C”: La reforma político electoral, que incluye elegir popularmente a los integrantes de los órganos jurisdiccionales del Poder Judicial.

EL PRI, EXCLUSIONES Y ADHESIONES

Qué onda con el PRI.

Unos militantes se le van porque la cúpula priista cierra la puerta para candidaturas a cargos populares; caso, por ejemplo, del senador Jorge Carlos Ramírez Marín quien pretendía la postulación a la candidatura al gobierno de Yucatán, la cual fue pactada para un panista, entonces él se fue al PVEM.

Otros regresan porque les abren la puerta; caso de la senadora Nancy de la Sierra, quien aspira a la gubernatura de Puebla y el PRI le ha dado esperanzas. ¿Tomaría en cuenta al priismo poblano antes de ofrecer la posición?

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