Sobrerrepresentación, pluris y la ocurrencia del ministro Luis María  

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Mucha alharaca y poca sustancia desde todos los frentes y ya es hora de poner un poquito de orden y acomodar ideas tan dispersas acerca de la sobrerrepresentación y como postre, tenemos el dislate, la actitud retadora y retobona del ministro Luis María Aguilar, que resulta penosa y descentrada en toda regla, haciendo una disparatada “propuesta”.
Vamos por partes. Morena se equivoca pidiendo hace rato ya, la eliminación de los pluris. La oposición se equivoca queriendo alegar sobrerrepresentación para intentar con ello frenar a Morena, como no lo consiguió en las urnas. Todos están metidos en un galimatías de fácil solución.
Eso sí, los pluris salen caros y muchas veces han demostrado su inutilidad representativa. Más, los del PRI. Sí, igualmente, tantos politicastros se meten por allí al Congreso, pues por votación directa en las calles serían vapuleados y rechazados en las urnas y lo sabemos todos perfectamente bien, así como ellos.
Los plurinominales se crearon para darle representación a los opositores cuando el PRI se imponía o se robaba la mayoría de los distritos electorales. Sí, robándose las elecciones. Siempre con avezadas fórmulas matemáticas, en toco caso la oposición al PRI no podía ser mayoría, así fuera el PAN o la incipiente izquierda. Daba igual. Hubo el caso de tener el PRI sus 334 diputados en 1991, por ambos principios, con lo cual casi silenciaba a la oposición.
Eso, cuando el PRI era mayoría, que estupendo nunca sido. Y el PRI no se quejaba de ello.
Ahora que Morena es mayoría, Morena arguye desde tiempo atrás (como Peña Nieto también lo propuso como candidato) eliminar plurinominales. Sí, mataría la representación sobre todo, opositora, sí, pero en democracia nada, absolutamente nada garantiza que Morena o cualquiera siempre serán mayoría, como ya ha pasado. Le convendría dejarlos, ya que mañana podría requerirlos.
Si existen los pluris es porque aún no es competitivo al cien y de manera libre, normal, nuestro sistema de partidos y la competencia política en México. Si lo fuera, entonces no harían falta los pluris. El sistema que tenemos no es del todo competitivo. Eso de quitar los pluris hay que pensárselo. Hoy por mí…
Y sí, lo que va para los diputados, también aplica para los senadores. Aunque los pluris senadores son más inútiles, las más de las veces.
Ahora bien, con las dos supuestas fórmulas que han operado para designar los sitiales de los pluris, muestra a su vez de que al menos, la legislación siempre ha sido imperfecta –disponible de la mano de quien puede mangonearla y hacerlo– resulta que con esa ambigüedad o doble fórmula todos se han beneficiado de poder conseguir la deseada plurinominalidad.
Algo está claro: quien gana más distritos, gana más sitiales, y el único límite real es la llamada cláusula de gobernabilidad, así llamada en la usanza, pero no en la Constitución, prescrita en el artículo 54, fracción IV. Acaso choca con la fracción V. Quizá ese es el quid del asunto, pero eso es consecuencia de una mala técnica legislativa de PRI y PAN que data, mínimo, de 2014. Ellos hicieron las reglas y ahora ¿no quieren cumplirlas? Y si pretenden cambiar la correlación de fuerzas en tribunales, es dudoso que lo consigan. La votación a favor de Morena y aliados, es abrumadora.
Esa cláusula de la fracción IV aludida que cuando no existía, el PRI no pedía reconsiderar nada y cuando la hubo, no la cuestionó, hoy le pesa por ser minoría. Y suma en esa idea errática y contraria a la alternancia que dé la voluntad popular, la que canta “nos quedaremos para siempre” en que está cayendo Morena y supone cometer un error. La democracia tiene otra dinámica que no es la de perpetuar partidos. Morena debiera pensar en el mañana, cuando un día pudiera no ser mayoría.
Fuera de eso, sigue la vaga interpretación del modelo, de la fórmula para la asignación de sitiales y así lo ha reconocido el INE a lo largo del tiempo. Sería muy conveniente que se ponga orden en la fórmula a emplear, transparentándola si cabe, y, desde luego, sirva la oportunidad para que ya opere una única. Si eso implica una reforma legislativa, buena cosa que ahora suceda cuando Morena tiene la mayoría jugando con las reglas que impusieron PRI y PAN en 2014.
Y de nuevo, los opositores queriendo cambiar las reglas en pleno partido. No les gusta lo que hay, pero deben esperarse a la siguiente y no son capaces de mejorar lo presente, la oferta de lo que tenemos y de eso ellos son los únicos responsables. Son inoperantes.
Es verdad que a los ojos del 2 de junio, Morena arrasó. Pretender cambiar reglas de asignación de plurinominales es tramposo. Lo haga quien lo haga. Y en ese camino es inaceptable que los opositores pretendan escamotear el voto ciudadano o trancen o nieguen los números obtenidos y referenciales para designar curules y escaños.
Es tan cuestionable la trama de conculcar el resultado de las urnas, como las intenciones “democráticas” de los opositores clamando dos tonterías: a) que 35 millones de votos no tengan consecuencias y b) que Morena no debe tener tanta representación. Que tenga la justa, pues. La legal, dígase a ellos. En los dos temas el asunto converge con los ciudadanos. A ellos, díganselo. No a sus némesis ni adversarios. Los ciudadanos en su mayoría los volverían a mandar al cuerno. Y lo saben bien.
El consejero del INE Ucc-Kaab Espadas decía algo extraño: en un distrito uninominal injustamente se otorga el cargo al ganador con su 40 % de votos llevándose el 100 % que supone quedarse el cargo. Respuesta: ni modo que repartas la curul ganada entre tres partidos, que sería lo contrario al señalamiento del consejero. Ganar con 40 % de votos no implica ni deformación del voto ni que los votos valgan menos, tratándose de uno y otro votante. No revolvamos temas. La sobrerrepresentación es otro boleto. Y no hay cuota de porcentaje para llevarse un cargo. Así que su ejemplo enunciado es un pésimo ejemplo.
Rinconete:
Y llega el momento divertido de esta, su columna: la barrabasada de la semana la puso el ministro Luis Ma. Aguilar, expresidente de la Suprema, quien en medio de señalamientos a su persona por prevaricador, el servidor público en plan retobón, de desquite, revanchista, respondón, fuera de lugar y con más pena que gracia, se apunta la ocurrencia de retar a que se elija a los secretarios de estado. Suena a una propuesta sin pies ni cabeza, a decirle “pero Luis María, qué cosas dices. Te creíamos serio”. Suena burda.
Es una memez total. Pretende desviar la discusión toral y puntual sostenida sobre una reforma al Poder Judicial –ha sido perfecto beneficiario– y se entiende su inquina, su torpeza y sobre todo, su tonto desquite. No estamos discutiendo si el Ejecutivo va o viene. Estamos discutiendo si tenemos mejor acceso a la Justicia con la reforma de 2008-2011 y si el Poder Judicial debiera renunciar a tanto dispendio, fideicomiso, prestaciones abusivas y derroche. Amén de una reorganización y dotación de apoyos necesarios para su mejor ejecución. Eso y no la sandez cacareada por el seño ministro.  Hay un mar de distancia entre eso y lo que dice Aguilar, siendo evidentemente improcedente su “propuesta”.
¿A qué hora quiere que la gente elija a los secretarios de estado? el sabiondo exministro Cossío se mofa cada semana en el programa de Curzio sobre dónde poner quinientas urnas por casilla para elegir jueces, callándose que sería por distrito, no nacionales. ¿añadimos la 501 o cómo? O exactamente ¿a qué hora quiere que los elijamos?
Luis María se pasa de listo y es una vergüenza su proceder, pero es que ya no extraña a estas alturas. Se brinca las trancas y en un calentón de boca suelta boberías con supina simpleza. Se brinca la división de poderes y eso que el Poder Judicial se las da de sabérsela al dedillo. El Ejecutivo, por su propia y especial naturaleza, puede “ejecutar”, ejercitar un grado de movilidad tal en colaboradores siempre necesario, propio de sus funciones, que no ha de someterse a esa clase de propuesta. Elegirle sus colaboradores es una obstrucción brutal a su ejercicio. Así de fácil. Es que Luis María tiene cada cosa…
Apenas puede creerse la falta de seriedad del sujeto. ¿Nos toma por tontos? Si a esas vamos, se merece una respuesta contundente: elijamos de paso a los auxiliares de jueces y ministros, que se elija por igual a su secretaria, a sus cargaportafolios, choferes, proyectistas, asesores y portero de la Suprema, a ver si así, con peras y manzanas, el seño ministro se deja de tanta tontería y despropósito. A ver si lo consigue. Partamos de que el ministro habla, porque tiene boca.