El papelón de Fox y Marko Cortés en Venezuela

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Tenemos muy claro que Maduro es un impresentable, que lo ha sido siempre, Maduro no es Hugo Chávez, que no ha sido un sucesor digno –si es que eso era posible serlo con semejante precedente a emular– y que, desde luego, es a los venezolanos y no a la OEA y mucho menos a los yanquis, a los únicos a quienes corresponde decir qué harán con Maduro.
Puede haber observadores internacionales en unas elecciones, que están demostrando cuán útiles pueden ser para que nadie tenga la tentación tan manifiesta, al menos, de pretender que se violenten procesos electorales. Maduro ha tragado más de lo que podía masticar y está forzando las cosas con dudosos resultados obtenidos. Está deschavetado y no merece el esfuerzo de negarse que así es.  Y a los opositores mexicanos a López, señalarles que se serenen y que recuerden: México no da reconocimientos ni los pide. Regla de oro que, ojalá, que algún día puedan entender. Ojalá. Por eso, no corre prisa y que no les corra prisa por oír pronunciamientos en esa dirección. Pero no han aprendido.
Nadie niega todo lo antes escrito. De eso a que Marko Cortés y Vicente Fox se planten en Venezuela o lo intenten en modo paladines de la democracia, es algo que resulta grotesco, excesivo y, desde luego, ridículo, tratándose de ese impresentable par, cuyos méritos para hacerlo son escasos tirando a nulos.
Y son los únicos responsables de que así sea. La ocasión sirvió de oportunidad para mostrarse ridículamente tontos, tanto por acudir como paladines de la democracia sin serlo gracias a sus propios desvaríos y excesos, como por ser rechazados en acto soberano por Venezuela no permitiéndoles su injerencia grosera, que les han restregado en la cara de una forma muy bien ganada y muy merecida y, desde luego, haciendo el par de tartufos el más absoluto de los ridículos por todo lo apuntado en este párrafo.
Venezuela hizo lo que no se han atrevido los panistas: echar a Cortés, mereciéndolo.
¿Cortés fue de observador? ¿tan carente de toda legitimidad para ir? hay que tener cara. El PAN traicionó la democracia abandonando sus principios, anquilosándose con la camarilla de Cortés, entregando su dirigencia a sujetos como Cortés y aliándose al PRI. Todo ello, conformando actos asaz antidemocráticos. No era la persona indicada para ir a exigir democracia a Venezuela, diciendo siempre él y su partido que México es una dictadura (balbuceándolo porque no gobiernan ellos, así de sencillo) mientras al mentir, 120 mil mexicanos se pasean por París saliendo libremente de México para ello (menos mal que es una dictadura a juicio del extraviado panista) y él mismo sale libremente a dar problemas a otros países. ¡Vaya pelma que es!
Conductas todas, antidemocráticas. No está Cortés en condiciones de ir a observar nada, a declarar nada, a dar lecciones de nada –el señalado fraude de 2006 a cargo de su partido, el PAN, lo mancha irremediable e inevitablemente– ni está en posición de ir a reclamar democracia a otro sitios, cuando aquella sigla PAN por sus desgobiernos maletas, ha perdido brutalmente las elecciones de 2024, perdiendo en ello el corredor azul en Edomex, por el desastroso desgobierno que dejaron en Tamaulipas y Baja California, votando contra los programas sociales y en pro de la reforma energética vendepatrias peñista, con Guanajuato doblegado por el narco…¿qué lecciones pretende dar Marko Cortés? su partido es una guasa, un caos, podrido por sus procederes, enlodado su nombre por juntarlo al del PRI y ajado por su dirigente. ¿Qué democracia enarbola con semejante conducta? ¿él? el que llegó prácticamente en solitario sin contrincantes ni contrastación de ideas al puesto que con remilgos, y chistando, se niega en realidad a dejar, pese a los pésimos resultados que ha entregado.
Tal y como no encontró motivos para renunciar por elemental vergüenza, por elemental dignidad al perder las elecciones de manera tan catastrófica el 2 de junio anterior.
Sí, se necesitan observadores internacionales de altura, no a Marko Cortés y a Fox, ¡por favor! Qué manera de denigrar una labor tan loable con esos nombres.
Candil de la calle, Cortés obvia que la OEA avaló las elecciones mexicanas congratulándose del triunfo de Sheinbaum y que los opositores lo aceptaran, dijo en su informe del 4 de junio. Por eso, no se entiende que Gálvez y su círculo persistan en descalificarla y buscarle ruido al chicharrón, ahondando en el ridículo que han hecho desde que la candidatearon sus apoyadores.
Marko Cortés sobraba acudiendo a Venezuela. Sobraba por carecer de las crendeciales democráticas que alardea. Sobraba por su absurdo injerencismo y su manía de querer leer el mundo en clave nacional. Errado. No encuentra cómo hacer más el ridículo en México y no conforme, se lo intenta en Venezuela. Qué necesidad, de verdad. Lo menos que se merecía fue su bien ganada deportación. Lo batearon de lo lindo y es plausible por ir de entrometido. Los venezolanos tuvieron la reciedumbre y más carácter para no permitirle nuevos dislates ni aguantárselos. Gran lección para los panistas que llevan años inmovilizados, avalando su proceder, avalando con su vergonzante silencio y pasividad incorregible y timorata a tanta babosada de Cortés y ojalá que se vean en el espejo ruborizándose al descubrirse tan pacatos en este asunto; y se avergüencen los panistas de quien los humilla permaneciendo al frente del PAN y vayan constatando cómo los venezolanos tuvieron más firmeza que ellos. Lo echaron. Y Cortés que entienda que no en todas partes hay gente agachona que le tiene que aguantar sus excesos y errores garrafales.
Fox, hace ya tanto que un día sí y otro también, suelta dislates y francamente no merece la mínima atención. A su edad debería conducirse con decoro por la vida. Es mucho pedir, ya se ve.
Dice Ruiz-Massieu que es importante pronunciarse en el tema venezolano. No tan de prisa. En realidad, México no da recetas ni las admite. México no extiende reconocimientos ni los anda pidiendo. Es tan sencillo de entender que son los venezolanos quienes tendrán que resolver su embrollo. Permitir la injerencia amañada de terceros, como son los yanquis, es permitir que se doblegara a Venezuela sometiéndola a intereses que no serán los de los venezolanos. Es tan sencillo de entender. Y usarán la “democracia” como caballo de Troya.