Morena y sus campañas sucias; Tlaxcala y las encuestas falsas

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Desde palacio nacional se ha orquestado toda una campaña sucia para impulsar a Morena con miras a las próximas elecciones. El asunto es mantener el poder a toda costa. No importa que los candidatos de este partido sean impresentables, aunque el caudillo insista en que sus aspirantes son castos y puros.

En realidad ninguno de los candidatos de Morena se salva de la impudicia. Son deshonestos consigo mismos y son peor que los ángeles caídos expulsados del cielo.

Sin excepción los candidatos de Morena juegan sucio, desobedecen las propias reglas de su partido, violan las leyes electorales y no tienen respeto por las instituciones.  Es la marca de la casa.

Con ese propósito Morena ha recurrido a “encuestas” amañadas para alegar que sus candidatos llevan la delantera, lo cual es falso.

El escritor y humorista Mark Twain, quien acuñó un compendio de frases, decía que en el mundo existen tres tipos de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras y las encuestas.

Todos sabemos y una gran mayoría estamos de acuerdo en que el presidente Obrador sufre una compulsión por mentir. Su enfermedad es patológica. Lo peor es que este patrón se repite en todos y cada uno de los políticos que lo idolatran. Incluso, muchos de los candidatos que aspiran a ocupar cargos de elección popular en los comicios de junio próximo, le queman incienso y hasta le prenden veladoras como los narcos lo hacen con Jesús Malverde.

En algunas de las zonas más pobres del país los promotores de Morena abundan y florecen como champiñones en verano, su tarea consiste en presentar a su falso mesías como un santo verdadero.

Lucrar políticamente con la gente sumida en l miseria y la ignorancia es la hendedura, la ceguera en la que hemos vivido tantos años.

Es así que los narcos, los violadores, los políticos corruptos a imagen y semejanza de su líder esperan que la muchedumbre les rinda culto.

Los candidatos que enarbolan la bandera de Morena son partidarios de la doctrina obradorista cuya filosofía consiste en mentir.

Quienes siguen los pasos de su “maestro” y pretenden gobernar en sus estados recurren a la guerra sucia basada en campañas de mentiras. No es una casualidad que todos los candidatos de Morena hablen de falsas encuestas que los favorecen por encima de sus contrincantes políticos.

Vaya, hasta en Guerrero el impresentable Félix Salgado Macedonio se pone como el candidato “favorito” de sus paisanos. Según sus “propias encuestas” Macedonio es el candidato de “más arrastre” con el que está identificado el pueblo guerrerense.

Un clon de Macedonio, pero en su versión femenina es el de Tlaxcala. La impresentable Lorena Cuéllar Cisneros se agandalló la candidatura de Morena con falsas encuestas y como el espejo de Blanca Nieves resultó, según estos sondeos, que resultó la más bonita de los aspirantes de Morena.

Y cuando el perro es bravo, hasta a los de casa muerde. La candidatura de Lorena Cuéllar está en el limbo. Es decir, es una candidatura indefinida porque los propios miembros de Morena en Tlaxcala no la reconocen como tal. Su contrincante Dulce Silva Hernández acusa a Lorena Cuéllar de impostora. Peor aún la senadora de Morena Ana Lilia Rivera acusa a Lorena de ser una usurpadora sin ninguna calidad moral que pretende imponerse con una falsa encuesta. Simplemente no se conoce la metodología ni los resultados. El asunto es que el dirigente del partido Mario Delgado es su mayor sostén.

Lorena Cuéllar esparció el rumor de que en base a sus falsas encuestas llevaba 40 puntos por encima de sus contrincantes. Ni Ripley, el enciclopedista de los datos, ha registrado en su historia en ninguna parte del mundo una mentira de tamaña barbaridad.

Cuéllar Cisneros pertenece a una de las dinastías políticas más cuestionadas de Tlaxcala. Su padre y su abuelo fueron gobernadores y ella se asume con el derecho también de hacerlo porque considera que es como un feudo que le pertenece a su familia.

Sin embargo, su familia no goza de prestigio político. Sus predecesores son recordados como unos vulgares caciques que se enriquecieron desde el poder.

Es así que la diputada (con licencia) Lorena Cuéllar sigue a pie juntillas la “filosofía” de Obrador: recurrir a la mentira y las descalificaciones para imponerse y tratar de hacerse del poder.

Lorena se ha negado a mostrar la famosa encuesta que, según ella, dice le favorecen las “simpatías” de los tlaxcaltecas. Sin embargo, los medios de información y las redes sociales en ese estado han comprado la especie de que la “candidata” de Morena es el enemigo a vencer.

Según esa inexistente encuesta Morena va a arrasar en Tlaxcala. En eso consiste la guerra sucia, en manipular la información y sembrar falsas expectativas.

Como en cualquier parte del mundo, la gente tiene una enorme desconfianza de las encuestas. Los tlaxcaltecas no son la excepción.

Lorena Cuéllar inventó una “falsa encuesta” para arrebatar a sus compañeros de partido la posibilidad de contender por la gubernatura. Lo que ella hizo fue dese hace varios meses a comenzar a difundir que ella era la más “bonita” y la prensa local a falta de sentido común se tragó el anzuelo y comenzaron a desperdigar la especie por las redes sociales.

La percepción general es que Lorena Cuéllar miente. La propaganda de su “campaña” es un mito. Los falsos resultados de su falsa encuesta se han difundido para manipular la voluntad ciudadana con el propósito de acaparar el voto.

Las fake polls o encuestas falsas se han convertido en algo “natural” en nuestra frágil democracia.

Los medios de comunicación tienen una enorme responsabilidad en la difusión de estos falsos mensajes, La terea de los medios es formar a ciudadanos más críticos al asumir responsabilidades éticas, sociales y legales en los análisis y difusión que manejan para que haya un mejor entendimiento entre los ciudadanos respecto a las encuestas.

Está claro que los analistas y difusores de información de las encuestas deben identificar, conocer y entender las diferencias metodológicas de su instrumentación: si se levantaron cara a cara en vivienda, telefónicas o por internet (Facebook o Twitter).

No se puede andar pregonando falsas encuestas como Lorena Cuéllar y aun peor que las “cuchareadas”, cuando se es una persona aborrecible y desprestigiada, como es el caso de la supuesta “abanderada” de Morena, cuya candidatura no es reconocida ni por los propios miembros de su partido.