Día del Ejército…historias solo para entendidos.

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    Hoy, 19 de febrero es, dentro de “la gran familia militar”, el “día del soldado”. Que si la vida política decidió cambiar el nombre para convertirlo en “el día del Ejército” eso se respeta, aunque, el espíritu de esta cívica conmemoración va en el sentido de “reconocer al mexicano que tomó el oficio de las armas para, con esas en los brazos, defender los intereses de la patria”.

     Y particularmente hoy, en este 19 de febrero los trazos de esta plancha buscan recordar a aquellos niños soldados que, cumpliendo los 15 años tomaron la decisión de abrazar la digna carrera de las armas; van algunos retazos de leyendas e historias.

    1974. Ciudad de México. Calle retorno de Lanz Duret, colonia Periodista, el General de Brigada (ret) Apolinar Castillo Rosas ocupaba la cabecera de la mesa, a su derecha su primogénito, el también General, aunque este de División, Gonzalo Castillo Ferrera quien esperaba que doña Paquita le pusiera un plato enfrente; en ese momento entra a la casa el Coronel Rubén Dario (Castillo Ferrera) que, habrá que decirlo, Iba uniformado y ya frente a la mesa se dirigió a su inmediato superior…-sin novedad el 56 Batallón mi General- Apolinar Castillo sin quitarle la atención al muslo de pollo que ya estaba atrapado por el tenedor solo dio respuesta con un movimiento de cuchillo.

    Gonzalo miró y sonrió a su hermano menor, y esa mirada llevaba un fino pero muy militar sentido del humor.

    -el General de División miró fingiendo contrariedad hacia donde estaba el General de Brigada; ¿qué pasó mi General…porqué no me da novedades? Sin dejar de atender su plato Apolinar les dijo a sus hermanos de armas pero hijos carnales …¡porqué aquí es mi casa y ustedes son mis hijos y  se ch&@án, aquí mando yo¡ – silenciosas sonrisas y la llegada de Paquita, esposa y madre de los militares marcó el cambio de tema. Va otra historia.

    Bien recuerdan aquellos que ahí estudiaron, el Colegio Militar de Popotla tenía en uno de sus extremos un espacio para entrenamiento de las caballerías, ese “picadero” además de funcionar para la equitación se utilizaba para que los temperamentales cadetes dirimieran sus diferencias ello con no muy fraternales puñetazos, dos tres trompadas y a sellar la eterna amistad.

    Resulta que Pedro de 16 años y Juan de 15, habían llegado juntos de su natal Oaxaca, Juan siguió a Pedro pues ambos ya habían cursado un año de “Normal”, concursaron para ingresar al Colegio Militar y, lograron su objetivo, entrar.

    Por aprovechamiento y perfil  Pedro llegó a Sargento mientras Juan mantuvo el grado de cadete aunque los dos ya en el 3er año.

  Resulta que, Juan incurrió en una falta y pues el Sargento (Pedro) actuó en consecuencia, -le informo cadete que está usted arrestado- el sargento llevaba en una mano la “boleta” de arresto y en la otra mano un bolígrafo.

     Mirando a los ojos Juan le dijo a su amigo y paisano -está bien, pero …ya sabes donde te la voy a firmar- Pedro de mecha corta, pensando que el cadete (y amigo) le estaba mencionando el ir al picadero a firmar la boleta de arresto elevando la voz le respondió -pos órale, vamos al picadero- a lo que Juan, tomando la boleta en una mano se la mostró a su amigo el sargento y, con la punta del bolígrafo en la otra mano le señaló el último renglón donde decía “firma” -aquí, donde dice “firma”, aquí es donde la voy a firmar, y la firmó – para no reírse en la cara de su subordinado y amigo Pedro solo recogió la boleta y pronto se alejó. A otra historia.

    -Estoy cierto que fue justo en el primer día que estuve formado dentro del Colegio Militar que decidí ser de caballería- comentaba un buen amigo entre columnas…del humo de café y entre tintineos de cucharitas contra la loza de las tazas. -Y les voy a comentar como fue que tomé esa decisión.

    -recuerdo que fue la última semana de agosto del 078 del siglo anterior, un centenar de aspirantes, ya todos aprobados, esperábamos instrucciones formados cerca de la plancha principal; cadetes neófitos de Sanidad Militar, Colegio Militar, Enfermeras (EME’s), transmisiones militares, médico y odontología habíamos vuelto esponja nuestra memoria por lo que, todo cuanto sucedió ese dia alrededor de nos lo atrapábamos ipso facto; de pronto sobre esa plancha de concreto frente a quienes observábamos irrumpen tres tráileres verdes, al mismo tiempo detienen la marcha y también, al mismo tiempo abren las compuertas traseras y rápidamente salen sendas (3) rampas. Ahí comenzó el top de la catarsis.

    Cayendo las rampas, haciendo esas un ángulo casi de 30’ comenzaron a salir caballos y jinetes, los 2dos arriba de los 1eros; tal vez dos o tres movimientos lentos más ya enfilados para bajar la velocidad iba en creccendo.

Voces fuertes de cadetes, quienes seguramente no rebasaban los 17 años, bufidos y relinchos de los bridones más los golpes de las herraduras contra la madera de las tablas se adueñaron de la atmósfera.

     Frente a esa acción los nuevos cadetes observábamos sorprendidos el conjunto de eventos, las duplas jinete caballo, el orden en la acción, aunque, igual de interesante fue el ver el mismo ejercicio pero a la inversa, jinetes sobre sus monturas entrando con velocidad uno tras otro acomodándose igual que cartuchos en el cargador…. En cada TPC entran 13 caballos y sus jinetes, dentro llevan alimento (para todos los mamíferos que ahí irían), nos comentó un soldado. Ya las 39 duplas dentro de los tráileres las rampas subían y los motores de los enormes camiones arrancaban y movían a los tráileres, la demostración no llevó más de 7 minutos.

   Vamos cerrando. Preciso es recordarlo; este apunte está escrito para quienes están debajo del paraguas de mi sincronicidad

    Este patrullaje se escribió para aquellos “niños soldados” cuya carrera militar comenzó cuando tenían solo 15 años, edad en la que por unas horas se buscaba comerse el mundo a puños más, por las noches se añora el calor del ceno materno y el cobijo de la autoridad paterna.

    Apolinar, mi abuelo, ingresó al Ejército solo sabiendo leer y escribir, los tíos Gonzalo, Apolinar y Eduardo terminada la primaria se dieron de alta como aspirantes al Colegio Militar, mi padre en 1950 ingresó al mismo Colegio con “secundaria”… mi hijo ya inició su licenciatura dentro de ese heroico plantel llenando el requisito de ser bachiller, nuestro Ejército Mexicano evoluciona.

Último patrullaje.- las Fuerzas Armadas Mexicanas tienen, como tronco común, el Ejército profesional generado por V Carranza.

      En algún momento se desprende al Marina Armada, la Fuerza Aérea y hoy no tarda en brotar de ese tronco común la Guardia Nacional.

    Sábese que cuando cada una de esas “fuerzas” se desprende esa alcanza un mayor desempeño y efectúa sus misiones. con más explosión de inteligencia. Ahora.

La Guardia Nacional es un Cuerpo de Seguridad netamente policial. Castrense si, pero su misión no es “destruir” es “prevenir”; eso cambia de origen toda su doctrina.

Balazo al aire.- !arriba la quinta¡

Gregueria.- !francos los francos¡

Oximoron.- ven allá, inmóvil en acción.

Haiku.- y tú se mujer, nomás.

Sonríe !canta¡

niña de mis entrañas.