Retomemos el tema, que es bastante actual. Recordemos una máxima que no ha pasado de moda ni se ha defenestrado esta regla no escrita del sistema político mexicano: un presidente mexicano dura 6 años, su momento político es esos 6 años y 6 años son finitos.
6. Seis, six, sei, sechs…en varios idiomas para que lo entienda quien pueda.
Como corolario han de callarse la boca terminando su sexenio. Eso se debe a que su tiempo político, su oportunidad ha terminado. Ya fue. Y no hay excepción y eso es lo adecuado.
En eso, hasta eso que los priistas han salido disciplinados. Salvo las bobaliconadas recientes de Zedillo. Hasta él guardó silencio invariablemnte pero optó por el ridículo reciente. Y meterse con la presidenta es torpe, porque él ya estuvo en el puesto y no le va ni nos va a contar cuentos. Ya vio que solo asomar la cabeza desencadenó la merecida y conducente rechifla bien ganada, tanto para el priista como para el priismo que encabezó como gobierno. A todo expresidente lo condena su pasado, por eso es una razón de más para callarse. Y tampoco hay excepción. Hoy se trató de él, mañana puede ser la Sheinbaum expresidenta. Da igual.
Pues bien, Vicente Fox sigue exigiendo que aparezca López Obrador. Como lo exigen tantos de sus seguidores. Ya su degradado proceder no nos sorprende y los panistas deberían tener claro que cada vez que Fox abre la boca enloda más al PAN. Y encima, el PAN no se desmarca. Fatal. Como si no tuvieran con las gracejadas de Anaya o la Rabadán. Y luego gimotean por qué la gente no les da el voto.
¿Para qué quieren que aparezca López? Todo indica que solo para saciar su odio, ya ni su morbo. Para que les afloren sus complejos. Se les ha ridiculizado con certeza cuando pidieron como opositores que ya no distinguían negro de blanco, que se largara, que no continuara pero ellos sin votar la revocación de mandato o por afirmar que se iba a reelegir y no lo hizo y ya que se fue –por cumplir los tiempos constitucionales, no por las exigencias y movilizaciones panistas, desde luego– y ahora, lo quieren de regreso. Su exigencia es alucinante, no tiene ni pies ni cabeza. ¡Ahhh! y recordemos la supina ridiculez aquella del panismo asegurando que seríamos Cuba y seguimos esperando que suceda. Lo aseguraron y nos mintieron.
Pues bien, mientras López se mantiene callado –los nexos con Irán y otras zarandajas no merecen la pena atenderse por la frivolidad que entrañan– Fox simplemente se hace fuera de la bacinica, un día sí y otro, también. Soltar sandeces no es monopolio de Fox, ahí está la senadora Téllez que olvida el mandato de la Suprema Corte de Justicia. El insulto no está contemplado en la libertad de expresión. Ni su fuero lo avala ni lo permite. Que esté pésimamente asesorada, es otra cosa.
¿Los expresidentes deben callar? Sí, su tiempo político ya fue, no hay que darle tantas vueltas. Insistir en que aparezca López sin precisar ni para qué, con qué finalidad, para qué asunto específico o con cuál intención, amén de si eso abonara a algo que no se sabe qué sea, resulta necedad descerebrada en quienes insisten en que suceda. El solo pedimento conduce a ningún lado y por otra parte, aparecer es ocioso y sin sentido. Solo en el mundo panista cual burbuja que es, las cosas se miran de una manera que las urnas les recuerdan que no son así.
Fox no pudo entender que su tiempo político fue finito. Ya fue. Como no entendió tantas otras cosas. Está partida también se la ganó López Obrador. ¿Será que… quién ríe al último…?