Si habría que definir en un trazo a Félix Salgado Macedonio, yo lo describiría como una sanguijuela política.
Su mayor mérito es haber compuesto la “Cumbia del Peje” en honor a la amistad de su entrañable compañero de partido: Andrés Manuel López Obrador.
No importa que Macedonio sea un violador y lo más opuesto a un activista social. Casi siempre bajo los influjos del alcohol, goza de impunidad no basta su pasado turbio y un presente verdaderamente criminal. Este conspicuo personaje es de los pocos que gozan del derecho al picaporte presidencial.
Ahora, como antes, ha sido puesto bajo el escrutinio público.
Bajo el disfraz de ser un político de “izquierda”, como lo son una gran mayoría de los políticos en Morena, a lo largo de los últimos 30 años Salgado Macedonio ha estado envuelto en el escándalo, lo malo es que un grupo importante de mujeres lo señala ahora de cometer un sinfín de fechorías. Cierto.
Macedonio pertenece a la horda de parásitos que se han enquistado en la política, como René Bejarano y su esposa Dolores Padierna, como Gerardo Fernández Noroña o como Mario Delgado o Ricardo Monreal y sus hermanos. Como los López Obrador y Marcelo Ebrard, como los Bartlett y tantos más que pervierten la política.
En las conversaciones con sus pares y ciertos periodistas que tienen el “privilegio” de ser amigos de este siniestro individuo, Macedonio se jactaba de haber tenido centenares de mujeres en la cama. Su pasión por las mujeres raya en la obsesión sexual.
Lo mismo “ama” a sus parejas, que a las de paga. En Acapulco, en donde fue alcalde eran famosas sus comilonas y sus fiestas nocturnas que siempre terminaban en los burdeles.
Macedonio siempre ha vivido en un estado permanente de hervor erótico que lo empuja al desenfreno. El plato fuerte de sus aventuras sexuales son las violaciones. Algunas de sus víctimas –como ellas lo han denunciado– eran contratadas supuestamente para trabajos de oficina o trabajadoras domésticas. Las violaciones tenían lugar lo mismo en la cocina que en la sala, el comedor o la recámara. Después, él contaba los “divertidos” desmanes a sus amigos.
En resumen: su vida ha sido abyecta. Despreciable, vil. Es un tunante que ha sido hábil para obrar en beneficio propio desde que ingresó a la política.
Al desamparo de la política buscó impunidad bajo la máscara de “periodista”. Se hizo socio del periódico La Jornada, cuya directora Carmen Lira le abrió los brazos en señal de bienvenida mientras ésta aventaba al cesto de la basura el código de ética de ese diario convertido, eso sí, en un verdadero pasquín inmundo.
Con esa careta, Macedonio se erigía en un Centauro: mitad político – mitad periodista.
Amigo cercano al presidente Obrador a cuya cofradía pertenece, Macedonio al igual que el tabasqueño coincidieron en la fundación del Frente Democrático Nacional al que convocaron a su salida del PRI, Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo.
Macedonio jamás había militado en algún partido y Obrador había dejado al PRI luego de que el tricolor le negara competir por la gubernatura de Tabasco.
El oportunismo político los encumbró y hasta los hermanó. Así se conocieron Macedonio y Obrador haciendo méritos a la sombra de la “izquierda” priista, como auténticas sanguijuelas.
El Frente Democrático Nacional fue un cultivo de parásitos.
En Morena –después de su paso por el PRD– muchos de estos conspicuos personajes de la llamada “cuarta transformación” hoy reinan sobre los destinos del país.
Macedonio quien su papel de “senador” de la república amenazó con “desaparecer” a la Suprema Corte de Justicia de la Nación –si los ministros no se bajaban el salario– se registró ayer en Chilpacingo como candidato a la gubernatura de Guerrero.
Lo hizo en franco desafío a las denuncias por violación sexual que han generado protestas e indignación de organizaciones feministas.
El periódico Milenio en sus noticieros de televisión (https://www.milenio.com/policia/felix-salgado-acusado-de-abuso-sexual) y en investigaciones periodísticas ha dado cuenta de las perversiones de Macedonio con base a expedientes judiciales.
Las evidencias son irrefutables. Golpes, violaciones y enfermedad por contacto sexual se han documentado en contra del Salgado Macedonio.
Las protestas en contra de la candidatura de Macedonio a la gubernatura de Guerrero no se han hecho esperar. (https://www.youtube.com/watch?v=1cTJHVafQns&feature=youtu.be)
A los señalamientos de las mujeres, se suman numerosas denuncias en contra de Macedonio quien durante sus años gloriosos como alcalde de Acapulco (2006 – 2008) que lo vinculan con capos de los cárteles de las drogas, como los Beltrán Leyva y Edgar Valdez Villarreal, alias “La Barbie”.
Acapulco, entones, era una bodega de drogas.
Todos sabemos que el gobierno de la llamada “cuarta transformación” siente un menosprecio por las mujeres y que el feminicidio es la mejor expresión de este delito que gioza de cabal impunidad.
Por eso Félix Salgado Macedonio se siente intocable y retador.
No en balde se ufana de su mala fama:
“Yo tengo más negativos que positivos. Yo sé que no estoy compitiendo para cardenal, ni tampoco soy santo. Cuando me dicen: ‘Oye, hay que fortalecer aquí porque andas bajo’, la fama es mala, muy mala: mujeriego, parrandero, jugador, borracho. Todos los vicios de Gabino Barrera y de Simón Blanco me los juntaron. Yo así soy, soy incorregible, soy impredecible, todo lo que digan de mí es cierto”.