2026: error al diferenciar el costo de entrada a museos

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El gobierno de la República anunció qué en la Ley de Ingresos de 2026 propuesta, se incremente el precio de entrada a los museos públicos, pero con precios diferenciados para nacionales y extranjeros. La medida es discriminatoria e injusta para los extranjeros al plantear en su detrimento, tratos distintos, injustificados, por pagar costos de boleto de entrada diferenciados, sin una verdadera justificación.
La medida es errática y desaconsejada al tenor de las siguientes razones:
1.- Es desagradable ver en cualquier país que los nacionales pagan determinada cantidad y los extranjeros, por el simple hecho de serlo, otra mayor. México puede poner el ejemplo siendo distinto.
Es un acto discriminatorio que carece de total fundamento. Lo que ha de verse y conocerse da igual a los ojos que lo hagan. ¿Qué alguien es extranjero? No es culpable de ello y el país anfitrión es el que ofrece la posibilidad de acercarse a su patrimonio. Los demás, los visitantes, solo le toman la palabra. Cobrar diferenciados, además, y el doble –tal y como lo han anunciado–  es que resulta grosero, por decir lo menos.
2.- Se trata de acrecentar visitantes y de acercar a la gente a los museos, que de eso se quejan por la falta de usuarios y, en efecto, de las entradas también se vive. Cobrar más no garantiza más visitantes.  México tiene grandes museos, pero no son tantos los visitados y hay que distinguir: una cosa es tener muchos y otra bien diferente, los que merecen la pena, y son taquilleros en consecuencia, así sea la Ciudad de México que presume de tantos, pero no nos engañemos: tener un museo del alfiler u otro del cubilete –sarcasmo de por medio– no implica que son grandes museos, que no compiten ni con los nacionales y mucho menos, con los mundiales.
Sí, también entra el rubro competencia en el sentido de atraer visitantes. Que de otra manera, por su ausencia, no cumplen buena parte de su finalidad.
3.- Una política turística acertada consiste en que el visitante regrese. No que sea visita de una sola vez y que se marche para nunca más volver, molesto o esquilmado como sí le sucede de por sí a muchos turistas en México, por falta de visión y por sacar raja de ellos a la primera. No es aceptable. Pasa porque no cuidamos ni las formas ni los detalles. Nos basta que vengan una vez y a sablearlos. Mal, muy mal. En esa misma apunta la medida anunciada. ¿Qué es para obtener más recursos? Sí, pero no así.
Nos falta pulir la política turística que, gobierno tras gobierno, no pule en los detalles. Los museos son cultura, pero también son turismo. Sí, el turismo sí deja y es una de nuestras principales industrias de ingreso, pero los números no cuadran. Si recibimos 37 millones de turistas internacionales, disque, y el museo más visitado, Antropología en CDMX, apenas 3.7 millones, quiere decir que no es polo de atracción suficiente.
O sea, que el mayor porcentaje de turismo internacional no viene a México a ver museos. Eso amerita que no sea así, siempre. No tiene que ser siempre así ni por mucho siendo así, se justifica la medida tomada, diciendo: “solo será un incremento diferenciado para los extranjeros”, puesto que igual discrimina previo, a nacionales y extranjeros. No es el camino para que se revierta la falta de interés prevaleciente en nuestros museos y, sin duda, de lo más emblemático que tenemos, pese a todo, y situados por todo el país.
4.- 2026 es el año del Mundial. No se ha casado la medida con la perspectiva de recibir muchos turistas, pero lo dicho: si, además, a esa cauda no la aprovechamos y se limitase a venir a embriagarse nada más y los museos no son, no consiguieran ser un ancla atractiva, de muy poco servirá el incremento de turistas o del costo de la entrada a extranjeros; antes bien, puede desincentivarse su presencia en tales recintos. Y quien responde que de todas maneras no son visitados, para justificar el incremento, también va equivocado buscando justificar lo injustificable. ¿Qué no estamos haciendo para atraer más visitantes a tales recintos?
La medida anunciada no difunde una imagen positiva de México. Ya se había logrado que todo el año y no solo en periodos vacacionales, los extranjeros ingresaran a los museos. No los ahuyentemos. Por el contrario, acrecentemos los acervos, estructuremos una mejor política turística. Tan solo CDMX podría ser la pinacoteca de América y no estamos estructurando su valioso y genuino patrimonio, disperso, oculto, inconexo. Pongamos por caso, la capital: el Franz Mayer oculta sus joyas pictóricas o San Carlos no exhibe todo su potencial por carecer de espacios. Así no se puede.
5.- Nada más pensemos: el nuevo Museo Egipcio en El Cairo apuesta por recibir 5 millones de visitas anuales. Y eso que Egipto por atrayente que sea, está en zona de guerra y viene de una inestabilidad constante. Aun así, apuestan a eso. Lo consigan o no, desde nuestro programa museístico no se oyen metas o aspiraciones de incrementar visitantes o a robustecer y exhibir mejores contenidos; somos solo reactivos y no previsores y, ahora, lo único que se oye es un incremento de los precios y discriminación a extranjeros.
Y, ahora que en Antropología, muy premiado con el Princesa de Asturias, no hay papel de baño ya a las horas de cierre, el incremento de precios nada garantiza. De paso dígase a los chauvinistas que con cierta mentecatez han rezongado balbuceando que nadie desde el extranjero tiene nada qué decir acerca de sí un museo mexicano es o no admirable y menos España, rechazando así tal galardón, a ver cómo tragan esa carencia de servicios en tan emblemático sitio. No, no hace falta señalamientos del extranjero, basta con que cada quien sí haga el trabajo que no realiza. Tales carencias no son culpa del extranjero, también dígase y han de buscarse otros medios para soportar un necesario incremento de presupuesto al área cultural. El robo al Louvre habla de lo caro que resulta descuidarla.
Así que la medida anunciada no promete ser positiva. Es discriminatoria. Es equivocada. Acaso es recomendable que administremos mejor los recursos disponibles destinados a museos, con menos santones, menos intocables y elefantes blancos y becas que van a nada y así dispondrían de más recursos que con adoptar la decisión anunciada.
Ya de por sí, reconozcamos que nos resultan caros los museos y la gratuidad dominical explica que los domingos sea el día de más afluencia, lo cual advierte un interés relativo y solo si el precio desaparece. Y se entiende, pues su asistencia es cara para el promedio de mexicanos, independientemente de si son precios competitivos o estandarizados a nivel internacional, aunque se aspire a que acudan familias enteras. Los souvenirs no los venderán a precios diferenciados, que eso sí hubiera sido más plausible desde siempre. Son caros y a precio de turista internacional y así ha sido siempre. Discriminar el precio de entrada, no es aceptable si lo que deseamos es que vengan más turistas y entren más a esos recintos. Es para pensárselo dos veces.
Por cierto, recintos expositores sí que faltan. Hay colecciones como la Pérez Simón que carecen de un espacio digno y suficiente para mostrar su maravilloso acervo o el Nacional de San Carlos con un espacio asaz insuficiente. Habría que apostar a acrecentar los acervos de gran calado que llevan décadas sin crecer, antes de abrir museos del botón o del peine, de baja estofa, entiéndase, de mínimo valor real si se quedan en eso. En cambio, hay apuestas museísticas de gran valor como el Museo Yancuic que merecen todo el reconocimiento y el apoyo abierto y decidido para ser polos de atracción cultural de gran trascendencia como están buscado serlo. Y es gratuita su entrada y muy recomendable su visita.