Escritores soldados (VIII)

0
652

Martín-Miguel Rubio Esteban

José García de Salcedo Coronel ( 1592-1651 ). Soldado, poeta y defensor de Góngora. Estudió de modo brillante en Sevilla y Alcalá, y viajó a Italia como capitán de la escolta del duque de Alcalá, general, virrey de Nápoles, y que nombró al poeta gobernador de Capua. Más tarde fue caballero del infante cardenal don Fernando de Austria. Su obra poética comprende las Rimas. Primera parte (1624), el poema en octavas Ariadna ( 1624 ) y los Cristales de Helicona, o Segunda Parte de las Rimas ( 1642 ). Escribió también La España consoladora, panegírico al Serenísimo Infante Cardenal. Sin embargo, quizás sean más importantes para la historia literaria sus Obras de don Luis de Góngora comentadas (1629-1648 ). Es nuestro primer gran intérprete de Góngora, el primero que dijo que Góngora construyó primero un vocabulario, unos ladrillos, con los que levantar su universo literario, un cosmos puramente literario cuyo referente es él mismo. Sólo las magníficas letrillas – y no todas – apuntan a una presunta realidad, que quizás tampoco sea real. Góngora es así nuestro grado de escritura límite, que lo hermana con la épica clásica. El grado cero de la escritura, que diría trescientos años después Roland Barthes. Lope de Vega y Vélez de Guevara hacen grandes elogios de Salcedo Coronel, y su nombre figura en el “Catálogo de Autoridades de la Lengua”, publicado por la Academia Española.

Juan Salcedo y Mantilla de Los Ríos ( 1843-1907 ). General y escritor español que tomó parte en la última Guerra de Cuba con grandes muestras de valor y desempeñó importantes cargos, entre ellos los de gobernador militar de Tarragona y capitán general de Galicia. Estrenó en Madrid las siguientes obras: Del presidio al trono, en colaboración con Carrillo de Albornoz; Arrepentirse a tiempoLa beata Tafalla y Redimida. Además el general publicó un importante ensayo político, Colonias españolas. Proyecto de colonización y dominación en Mindanao y Joló, así como unos Cuentos militares.

Jordi de Sant Jordi ( 1385-1425 ). Poeta y arrojado chambelán de la corte de Alfonso V de Aragón, llamado “el Magnánimo”. Su música y sus canciones petrarquescas de amor en valenciano son la cumbre de la poesía catalana – o mejor, cavabánica ( de catalán-valenciano-balear )- anterior a Ausiàs March. Como militar acompañó a su rey en la expediciones de Córcega y Cerdeña ( 1420 ), y aunque de muy pequeña estatura era muy valiente y de espada efectiva. Entre 1422 y 1423 estuvo en Nápoles, encarcelado varios meses por el condottiere Sforza, que lo apresó en una batalla en la que Aragón perdió, tras nuestra desastrosa derrota de Ponza. Murió soltero la noche del 30 de enero de 1425. Había poseído la alcaldía de Penáguila y la del valle de Uxó, en Valencia. Santillana elogió el virtuosismo de la “Cançó d´opòsits”, construida con palabras del soneto 90 de Petrarca; en el poema “Presoner” implora la ayuda del rey sin presunción ni humillación; la melancolía de “Comiat” y “Enyorament” evita el sentimentalismo corriente de la época; “Estat d´honor” está dedicado al ennoblecimiento de que es capaz el amor mundano. Milá y Fontanals quiso identificar a la “reina d´honor” de Sant Jordi con la reina María, aunque parece más plausible pensar, con Martín de Riquer, en la reina viuda Margarita de Prades. Los dieciocho poemas que de él conservamos son un modelo de gracia y sentimiento.

Juan de Tapia ( 1414-1491 ) Poeta y soldado de la corte de Alfonso V en Nápoles. La corte napolitana de Alfonso V rebosaba de poetas soldados españoles. Su obra, casi exclusivamente de poesía amorosa, se conserva en dos cancioneros: el de Stúñiga, también soldado, y el del Palacio Real de Madrid. Parte de su obra es autobiográfica, incluidos los poemas escritos mientras estuvo prisionero tras la batalla de Ponza. Su poema más conocido es “Estando ausente de su amiga”. Estuvo también como prisionero de guerra en poder del duque Filipo, de Milán, y lo vemos ya libre en 1458, en el reinado de Fernando I. Su último poema lo escribió a un amigo: “A un amigo suyo que partía a la guerra del Ampurdán”. Durante su estancia como prisionero de guerra en Milán compuso una canción a la hija del duque de Milán, Blanca María, esposa de Francisco Alejando Sforza, y que sería envenenada por orden de su propio hijo. Tampoco podemos olvidar la Canción dedicada a la condesa de Buchanico, defensora de las tropas españolas en Italia, elogiando la “fermosa gentil Deesa”, llamándola “Segunda Pentesilea”, y señalando que “en el templo de Diana/ celebrarán vuestra fiesta/ y las gentes adorarán/ vuestras gestas y grand fecho”.

Lope de Estúñiga ( 1415-1447 ) Poeta y soldado, hijo de Íñigo Ortiz de Íñigo, mariscal del reino de Navarra, y de doña Juana, hija natural de Carlos II de Navarra. Su padre y su tío Diego fueron también poetas, así que el joven Estúñiga se educó en un ambiente literario y castrense. En 1434 su primo, Suero de Quiñones, le eligió como compañero para tomar parte en el “Paso Honroso”, demostrando tanto valor como viveza de ingenio en el torneo más famoso de nuestra Edad Media, en el que sólo murió el caballero aragonés Asbert de Claramunt. Intervino en las contiendas que agitaban el reino de Castilla, figurando entre los partidarios de Aragón, por los cual hubo de sufrir persecuciones y aun estuvo preso. Sus composiciones, casi todas de carácter amoroso, le aseguran un lugar muy destacado entre los poetas castellanos de su época, y se distinguen por la verdad de los sentimientos que en ellas expresa, aunque se nota la influencia provenzal y también la italiana, dado que durante tres años formó parte de la corte de Alfonso V. Sus principales obras son el Desir esforzando a si mesmo y el Desir sobre la cerca de Atiença, que tal vez escribió en 1446. En un “Cancionero” manuscrito que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid se encuentran nueve composiciones de Estúñiga, y algunas más en otro “Cancionero” existente en la misma Biblioteca. El “Cancionero de Gallardo” comprende 17 composiciones de este poeta, algunas de carácter político o satírico y, finalmente, en la colección impresa en 1511, se insertaron nueve poesías de Estúñiga. Su persona prefigura el soldado noble y poeta que encarnarán de forma perfecta Jorge Manrique y Garcilaso.

Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana ( 1398-1458 ) Poeta, ensayista, aristócrata, político y capitán, uno de los hombres más influyentes en la corte de Juan II y en la de su hijo Enrique IV, y principal enemigo del malvado Don Álvaro de Luna, el diabólico valido de Juan II, una especie de Pablo Iglesias del siglo XV, quien cayó gracias a las conspiraciones de hombres probos y resueltos como Don Íñigo, y que fue ejecutado en Valladolid, también gracias a la reina. Como capitán fue frontero en Ágreda resistiendo los ataques de los reinos de Aragón y Navarra, que intentando aprovecharse de la debilidad interna de Castilla, por las luchas dinásticas, ocupaban territorios. Resistió a las fuerzas muy numerosas y superiores mandadas por el aventurero Ruy Díaz de Mendoza “el Calvo”, sosteniéndose en un ribazo, en donde se había fortificado, hasta perder a casi toda su gente. Aquella derrota, que equivalía a una victoria, le valió una merced de 500 vasallos en Guadalajara y 12 señoríos de los confiscados a los infantes de Aragón. Rotas las treguas con los moros, marchó en 1436 a la frontera como capitán mayor del reino de Jaén, ganando villas y fortalezas, hasta obligar al enemigo a pedir treguas, que en 1438 le fueron concedidas por tres años, mediante determinados impuestos. “En medio de estas escenas de sangre y de muerte – dice Menéndez Pelayo – brotó como flor de poesía fronteriza y recuerdo de una mañana de correría sobre las avanzadas enemigas, la serranilla quinta: “Entre Torres è Canena,/ acerca de Sallozar…” Mientras López de Mendoza se cubría de gloria, sus enemigos, con el apoyo alentador de don Álvaro de Luna, íbanse apoderando de sus estados de Santillana. Entonces don Íñigo capitaneó el partido de la reina y convenció a Juan II de que se emancipara de tan ignominiosa tutela. Su apoyo al Rey de Castilla le llevó a guerrear contra el rey de Navarra, que fue derrotado por completo en Pampliega. Al año siguiente volvió a prestar nueva ayuda en la causa del rey, tomando parte en la decisiva batalla de Olmedo, y recibiendo en premio los títulos de marqués de Santillana y conde del Real del Manzanares. Estos triunfos, aumentados en 1447 con el rescate de la plaza de Torija, de la que se había apoderado el rey de Aragón, para vengar la derrota de sus hermanos, le dieron gran valimiento en la corte. La ambición de Isabel de Portugal, en pugna desde el primer momento con la del malvado condestable, agrupó a su alrededor a todos los nobles descontentos, y entre ellos al marqués de Santillana, que halagó la vanidad femenil de la reina con galantes canciones y decires. El arresto caprichoso de su primo el conde de Alba fue la gota que colmó el vaso de la animadversión castellana contra Don Álvaro de Luna, que fue apresado y ejecutado a las pocas semanas.

La muerte del odiado Condestable podría haber significado para Don Íñigo ocupar el puesto más importante de la corte, pero entonces el destino le jugó una mala pasada: la muerte de su esposa, de su hijo Pedro y la de su amigo del alma, el poeta Juan de Mena, que se cayó de su mula albazana, el mismo año lo hundió por completo, y tras asistir a la coronación de Enrique IV y a una última correría contra el reino de Granada se retiró a Guadalajara para no salir más de su castillo, en donde murió cristianamente el 25 de marzo de 1458. Su talento flexible y lleno de matices recorrió todos los géneros literarios de su tiempo: El SueñoEl infierno de los enamoradosLa defunción de don Enrique de VillenaPlanto de la Reina doña MorgandaVisión de las virtudes Fortuna, Lealtad y CastidadComedieta de Ponza, poema dialogado, y no un pequeño drama como ha hecho creer algunos su título, y que con formas petrarquistas fue escrito para lamentar la derrota de los aragoneses por la armada genovesa en 1435, derrota en la que ya hemos dicho que cayó prisionero el poeta Juan de Tapia. Diálogo de Bias contra Fortuna, poema filosófico escrito para consolar a su primo el conde de Alba, inicuamente preso, y que es la obra maestra del Marqués de Santillana en el género de la poesía elevada. El Doctrinal de Privados, en donde el marqués proyecta todo su odio contra su rival político, Don Álvaro de Luna. Proverbios de gloriosa doctrina o fructuosa enseñanza, compuesto para educar al príncipe don Enrique, siguiendo el modelo de manuales para príncipes que nace con Jenofonte. XLII sonetos fechos al itálico modo, Santillana trajo los primeros sonetos a España. Pero el marqués no ha pasado a la Historia de nuestra Literatura por todas estas grandes y “cultas” obras, sino por sus decires, vaqueiras y serranillas. Aquel soldado será siempre para nosotros el poeta de “La Vaquera de la Finojosa”, vaquera con belleza atronadora que acompañó nuestra adolescencia de bachilleres de un Bachillerato que ya no existe.