El endeudamiento se come al mundo

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El nivel de deuda global superará el 100% del PIB mundial, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva,  cree que es necesario desarrollar paquetes de reestructuración, de moratorias, quitas y hasta condonaciones y  pagos más flexibles para que los países puedan  salir más desahogados de la actual crisis económica.

El año pasado, el G-20 acordó la suspensión durante seis meses del cobro de deuda a países en vías de desarrollo, en junio de 2021 se terminará el plazo y no parece que los 43 países beneficiados estén en mejor posición de pagar aunque momentáneamente se les hayan congelado las amortizaciones de 5 mil 700 millones de dólares.

El FMI lo ha hecho su principal bandera de preocupación: para su Reunión de Primavera, quiere buscar entre los ministros presentes de todas partes del mundo, un mecanismo que evite la repetición de los errores del pasado en el manejo de los endeudamientos que terminan  convertidos en pesadas anclas imposibles de quitarse de encima.

En la opinión de Adolfo Barajas y Fabio Natalucci, analistas del organismo acreedor, la cuestión es  cómo evitar que la nueva recuperación “corra peligro” y al mismo tiempo, suceda  una acumulación excesiva de apalancamiento.

“El apalancamiento, la capacidad de endeudamiento, es un arma de doble filo. Puede estimular el crecimiento económico porque les permite a las empresas invertir en maquinaria para ampliar la escala de producción o a las personas comprar casas y automóviles o invertir en educación. Durante una crisis económica, puede desempeñar un papel especialmente importante al tender un puente hacia la recuperación”, esgrimen Barajas y Natalucci.

En su análisis “Enfrentar los peligros de un apalancamiento creciente”, ambos expertos señalan que el apalancamiento puede medirse como “la relación entre el stock de deuda y el PIB” y ello permite un panorama de las condiciones en las que se encuentra una economía para hacer frente al servicio de su deuda.

“En el período 2010 a 2019, el apalancamiento a nivel mundial subió de 138% a 152% y el de las empresas alcanzó un máximo histórico de 91% del PIB. Las condiciones financieras laxas del período posterior a la crisis financiera mundial de 2008 a 2009 fueron un determinante clave del aumento del apalancamiento”, explican.

¿Qué tanto ha empeorado esta relación? Barajas y Natalucci argumentan que mucho: “Tanto en las economías avanzadas y en los mercados emergentes, el endeudamiento se incrementó aún más como consecuencia de las políticas de respaldo desplegadas en respuesta al shock de la pandemia; además, la contracción del producto que sufrieron muchos países contribuyó al alza  de la relación deuda entre el PIB y el apalancamiento de las empresas aumentó 11 puntos porcentuales del PIB hasta el tercer trimestre de 2020”.

En la Unión Europea (UE) también crece la presión para que el Banco Central Europeo (BCE) perdone o termine liquidando las deudas contraídas por varios países del club europeo como España, Italia, Grecia, Francia, Polonia, Portugal entre otros.

En ocho meses del año pasado, el BCE dio en préstamos 710 mil millones de dólares por motivos de la pandemia,  no son pocos los grupos de economistas y de asesores del Consejo Europeo que aconsejan que no se exija la devolución de estos empréstitos bajo el argumento de que tantas deudas contraídas de forma inminente terminarán lastrando el PIB a mediano plazo.

A COLACIÓN

La Asociación Internacional de Fomento (AIF) del Banco Mundial advierte que la pandemia ha agravado las condiciones de desigualdad existentes en muchos países pobres.

Todos han recurrido a un socorro financiero de urgencia, no solo para evitar el colapso financiero del Estado sino también para hacer frente a la compra de millones de vacunas anticovid.

El informe Perspectivas de la Economía Mundial del FMI, señala que para finales de 2021, las necesidades de financiamiento externo de muchos países pobres y clientes de la AIF, habrán aumentado hasta llegar al 3% del PIB con un monto de 67 mil millones de dólares superando todo lo que se ha financiado en los últimos cinco años.

También pone el foco en las constantes alertas de la ONU y del Programa Mundial de Alimentos (PMA) que avizoran la gestación de una crisis alimentaria en zonas de riesgo como: Afganistán, Burkina Faso, la República Democrática del Congo, Etiopía, Haití, Níger, Nigeria, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Yemen y Zimbabue.

Se trata de casi 20 millones de personas en riesgo, el dilema de pagar las deudas y desatender las necesidades de la población por no tener dinero para hacer frente a todo atenaza a varios países.