Carlos Slim Helú es un hombre inconmensurablemente poderoso. Eso no lo hace intocable. Tiene una ventaja sobre el resto de los mortales: dinero, mucho dinero, pero la conciencia intranquila y las manos sucias.
Ahora carga en sus espaldas con más de una veintena de muertos y un centenar de heridos por la pésima calidad en los materiales de construcción de la Línea 12 del Metro. Grupo Carso fue la encargada de la construcción del tramo que se derrumbó y ocasionó una tragedia.
La gran mayoría de la gente ignora que Slim estuvo a punto de pisar la cárcel por apropiarse de los derechos de autor de la digitalización de Telmex.
El pleito llegó hasta un juzgado de barandilla y gracias a una “mordida” se libró de ser fichado como un vulgar delincuente. Ignacio Cobo -uno de sus mejores amigos- cuenta la anécdota en medio de risotadas. Durante la comparecencia de Slim ante el juez se armaron los golpes y Cobo se trenzó contra los demandantes del Ingeniero.
El abogado que estuvo a punto de poner a Slim tras las rejas fue Javier Coello Trejo quien defendía los intereses de un trabajador de Telmex el que había logrado modernizar a la compañía telefónica en el momento preciso en que Slim se hizo dueño de ésta gracias a sus contactos políticos con el presidente Salinas. El trabajador fue despedido y liquidado. Slim tuvo de su lado al aparato de “justicia”. Al trabajador (Antonio Otero) solo le dieron millón y medio de pesos. Él exigía una compensación de 20 millones de dólares. Slim dijo que eso era un “chantaje”.
Negociar con Slim no es cosa fácil. Prefiere los arreglos “bajo la mesa”, al final de cuentas es un marchante.
Quizás en Panamá debe haber ahora preocupación por el derrumbe de los vagones del Metro en la Ciudad de México.
¡Albricias! Slim, es uno de los constructores del Metro de Panamá.
Desde hace cuatro años, Slim se encuentra envuelto en líos judiciales en España. La imagen del magnate de las telecomunicaciones se ha empañado por escándalos de corrupción en la construcción del Metro de Panamá en sociedad con otras compañías españolas.
Desde hace varios años Slim se convirtió en el principal accionista de la empresa española Fomento de Construcción y Contratas (FCC), firma especializada en infraestructura del transporte hídrico y de medio ambiente con presencia en más de 35 países.
FCC incurrió en sobornos para obtener contratos para la construcción del Metro en el país canalero.
Directivos de FCC y otras compañías, entre ellas Odebrecht, diseñaron un esquema de corrupción que consistió en sobredimensionar el suministro de acero necesario para las obras “y en facturarlo al doble de su precio”.
En el hotel Calinda Geneve de la Zona Rosa es común toparse, desde hace varios años, con el expresidente panameño Martín Torrijos Espino. El anfitrión invariablemente es Ignacio Cobo, uno de los operadores políticos de Carlos Slim.
Martín Torrijos es hijo del mítico general Omar Torrijos, quien fue líder de la revolución panameña que lo encumbró en el poder hasta su muerte en 1981 tras un accidente aéreo.
Martín Torrijos quien gobernó de 2004 a 2009 hizo cabildeo a favor de Carlos Slim en Panamá para obtener en 2017 los contratos de las obras del Metro.
Por los actos de corrupción de los altos ejecutivos de Slim en la FCC se encuentra abierto un expediente en la Audiencia Nacional, jurisdicción en Madrid especializada en asuntos financieros complejos.
Como Martín Torrijos, Marcelo Ebrard es un cabildero y empleado de Slim. A lo largo y ancho de América Latina varios expresidentes -sobre todo de Sudamérica- están al servicio de Slim.
Al igual que grupo Carso que opera en México, la FCC tiene proyectos de construcción desde carreteras, obras ferroviarias, marítimas, construcción industrial, hasta desarrollos residenciales en toda la región latinoamericana.
En México, Carlos Slim ha corrompido a políticos de todos los niveles, incluidos presidentes de la república. En nuestro país el grupo Carso construye autopistas, túneles, infraestructura hídrica, torres de oficinas, líneas del Metro, aeropuertos, plantas petroleras, gasoductos, etc, etc…
Políticos de todos los colores caben en su cartera.
Ebrard puso en sus manos su carrera política. Los dos están coludidos en las irregularidades cometidas en la construcción de la línea 12 del Metro.
Cuando se concluyeron las obras Ebrard las calificó como un portento de la ingeniería mundial. Mintió.
Están documentadas todas las irregularidades. La “línea dorada” se entregó con más de 17 mil fallas.
La adquisición de los vagones fue un burdo acto de corrupción.
Lo peor es la falta de mantenimiento de todo el Sistema de Transporte Colectivo. Claudia Sheinbaum debería seguir los pasos de la maestra de la escuela Rébsamen condenada a 31 años de prisión por negligencia.
Sheinbaum debería ser procesada y su subalterna, la directora del Metro también.
Obrador también debe responder por los actos criminales del derrumbe. Uno de los involucrados en los malos manejos es el amigo y compadre de Obrador, José María Riobóo.
Nadie escapa a la corrupción de la falsa “izquierda”. Obrador y todos los de Morena están embarrados. Simplemente no tienen madre.
Dice Ebrard que se pone a “disposición de las autoridades”, lo que debe hacer es renunciar, dejar los privilegios del poder y someterse a las leyes como cualquier ciudadano, lo mismo para Sheinbaum, quien además de inepta es testaruda y miserable.