Remesas

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Años atrás, no muchos, la economía mexicana descansaba en cuatro importantes elementos: el petróleo, las remesas, el turismo y el narcotráfico. Estos incisos dejaban millones de millones de dólares que permitían cierta holgura en las finanzas públicas. La recaudación tenía sus tropezones pero algo aportaba. Las condiciones han variado sustantívame. El petróleo y el turismo han dejado de ser estandartes de desarrollo.

En los recientes tres años la economía se ha estancado y hemos caído a niveles de recesión. El turismo, por las torpezas internas y por la pandemia permitió una desaceleración importante. Los flujos de apoyo al fomento, divulgación y promoción del país en el extranjero se aflojaron y los pueblos mágicos sufrieron el abandono gubernamental. Del petróleo ni hablar, la crisis de PEMEX es grave aún con la intención de amlo por inyectarle recursos a una industria en declive mundial y la necesidad de mantener la generación de energía a través de residuos fósiles.

El narcotráfico continua imponiendo sus condiciones y manejando un mercado negro de extorsiones, secuestros, Armas, tráfico de personas y distribución de narcóticos como nunca antes. Mucho de sus ganancias se invierten en el país dotando de satisfactores y servicios en comunidades que el gobierno ha ignorado.

En el último año, el flujo de remesas alcanzó los 41 mil 832 millones de dólares, de acuerdo con los datos que esta semana ofreció el Banco de México y que resultan una vergüenza, nos están manteniendo los mexicanos que hemos expulsado de nuestro territorio no nuestra capacidad de producción y competencia.

Se estima que siete millones de familias/hogar en el país reciben dinero del extranjero, destinando el dinero a salud, educación y manutención. En el año 2018, la cantidad enviada fue de 33 mil 675 millones y para el 2012 subió a 22 mil 437 millones, un crecimiento real del 86.4. Con una paridad de aproximadamente 20 pesos por dólar, lo recibido en un año equivale a 69 mil 720 millones de pesos por mes. En esto hay una doble lectura para algunos montos de las remesas porque es dinero obtenido a través del crimen organizado. Son personas, muchas, que intercambian mercancía aquí y del otro lado de la frontera en moneda dura, es decir dólares. El dinero se recicla o se “lava”.

Millones de dólares se van para el financiamiento del enorme aparato de la ilegalidad y muchos otros millones se reparten entre los participantes activos que dejan sus ganancias para beneficio comunitario y de sus familias. Sin embargo, insisto, no es meritorio presumir estas cifras que nos embarran una verdad grasera y que lastima.

Como nación no hemos sido capaces de generar riqueza suficiente para detener el flujo migratorio hacia Estados Unidos pero más allá, hemos permitido una fuga importante no solo de “cerebros” y de mano de obra, sino de muchos jóvenes que ven en otras geografías mejor trato, mejor futuro, mejor convivencia, mejor estabilidad, más seguridad, más promoción, más educación.

Este fenómeno se ha registrado plenamente. Nuestros muchachos capacitados, adiestrados, instruidos lo han hecho en el extranjero. Ahí aprenden a enfrentar a los grandes entre los grandes, a desafiar sus capacidades y a mostrar su talento. Aquí se les reduce el presupuesto para investigación, se trata de invadir a la autonomía universitaria, los paristas y anarcos dominan territorios académicos, se intenta adoctrinar políticamente en lugar de aprovechar talentos, vivimos en un país donde acomodamos “puentes” para trabajar menos, sufrimos de inseguridad en los recintos y aulas de estudio y por si fuera poco, le quitamos hasta las comas a las reformas educativas.

Por ello, entre otras razones, recibimos remesas pero la falta de decoro permite que eso lo presumamos al mundo, nos llenamos de dólares no por productivos sino por flojos que sobrevivimos del trabajo de los otros que se fueron de México.

Conductor del programa Va En Serio mexiquense tv