Abril 06 de 2021, 13:00 horas. La puerta de uno se los accesos de Ciudad Universitaria de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) se mecía con la fuerza de las personas que enfurecidas empujaban hacia adentro queriendo entrar y la fuerza de quienes empujaban desde adentro intentando detenerlas.
A todo pulmón, las primeras gritaban a las segundas: “¡Corruptos, ya déjennos entrar!” “¿Por qué están permitiendo el paso de personas que no traen folio o no hicieron fila toda la noche?” “¡No, no, no, que yo no entren de ese lado! ¡Corruptos!”
La puerta se seguía moviendo sin detenerse siquiera cuando una señora quedó atrapada entre hoja y hoja. Hubo quien de ambos lados dijo: “¡Paren, paren van a lastimarla!” Pero entre la turba cabreada salía también: “¡No la dejan pasar, que no pase!”
La exasperación venía de la fila de personas que ahí había pasado la noche aguardando turno para vacunarse contra la Covid-19, y que a esas horas estaban desesperadas porque quienes cuidaban la puerta autorizando el acceso permitían la entrada de personas que no eran parte de la formación nocturna, ni tenían folio de las personas anotadas por la tarde por personal del Programa Bienestar del Gobierno Federal, según ahí se dijo.
Desde la tarde anterior, tras el anuncio de que el 6 de mayo iniciaría a vacunación para personas de 50 a 59 años de edad, la gente en ese rango empezó a formarse en los cuatro puntos de vacunación para la capital oaxaqueña: La explanada de la Región Militar, la explanada de la agencia de Dolores; la Facultad de Arquitectura de la UABJO, y el Instituto Tecnológico de Oaxaca (ITO).
Para la noche del día previo ya había largas filas en los cuatro puntos, sobre todo en el ITO y en Avenida Universidad; en ésta, vía redes sociales usuarios informaron que había llegado personal de Bienestar para anotarlos en una lista, eran alrededor de 800 personas.
Quizá una hora después la formación se esfumó del punto universitario, en cuya reja había pliegos de papel bond con el nombre de 416 personas; el número asignado lo asentaron también en el formato de pre-registro. Quienes llegaron luego nunca vieron a funcionario alguno de Bienestar.
Sobre la banqueta adyacente a Ciudad Universitaria, sobre la Avenida, como las 22:00 horas había acaso diez personas, pero empezaron a llegar más, caminando y en autos. Preguntaban, veían las listas pegadas; algunas decidían retirarse para regresar al siguiente día, otras se quedaban.
En algún momento hubo alboroto por las listas, alegaban que de éstas no se habla oficialmente. Era como si alguien hubiese organizado ex profeso a determinado número de personas. ¿Gobierno o vendedor de lugares en la fila de vacunación?
Alrededor de las 05:00 horas del día 06 empezaron a llegar personas de las anotadas la tarde anterior; unas solas, otras en pareja y algunas en grupos pequeños o numerosos, dirigiéndose a la puerta destinada al acceso para la vacuna, lo cual provocó la primera fricción entre éstos y quienes habían pasado la noche sobre la banqueta.
Los desvelados se movieron de lugar guardando el orden en que habían llegado.
La madrugada era fía, y la noche prácticamente helada como un pedazo de invierno en primavera, cuando las noches anteriores habían sido extremadamente calurosos; quizá es la diferencia entre pasarla a la intemperie con apenas un rebozo y dormir en la cama.
Como a la media noche se estacionó un auto con una pareja a bordo, quienes ofrecían tacos, tortas, café y arroz con leche; el pan parecía como de dos días y las bebidas estaban ligeramente tibias. Pero la gente compró porque con algo había que calmar el hambre.
Ya por la mañana los familiares de quienes se habían quedado llegaron con comida, fruta, café, agua. De las cosas buenas, fue la solidaridad; algunas personas cuidaban un rato para que otras durmieran un poco en el mismo lugar o en su respectivo coche; y compartían lo que llevaban de comida o dulces.
Para entonces una jovencita voluntaria, había confeccionado otra lista con las personas que pasaron la noche ahí con el propósito de que ese orden se siguiera en la vacunación; y en ese orden se movieron a la puerta principal en ese día afortunadamente nublado, pues permitió a las personas continuar en la calle apenas con la sombra de ficus jóvenes. En los días anteriores el sol cayó inclemente.
Alrededor de las 08:00 horas abrieron la puerta y empezaron a pasar a las personas anotadas en la lista confeccionada la tarde previa aparentemente por personal de Bienestar, el fluyo era rápido aunque aguardaban en los largos pasillos de Ciudad Universitaria porque la vacunación de la primera dosis de Pfizer iniciaría a las 10:00 horas.
Cuando dio la hora, las personas pasaban más rápido, pero aunque la fila se movía parecía interminable. Resultaba que no eran las 416 anotas en los pliegos de papel bond pegados afuera, sino que eran 600 según se informó, pero luego se dijo que eran 800 y luego que mil.
Dos señoritas de estatura baja y tez morena, una con sombrero amarillo y la otra con cola de caballo, paradas en la puerta según que revisaban que la hoja de pre-registro de las personas que pasaban llevaran el número anotado la tarde anterior. No obstante, la fila seguía pareciendo interminable.
Hasta que personas de la fila de desvelados se percató que una señorita alta de tez blanca y lentes, estaba permitiendo que personas que llegaban en ese momento se incrustaran en la fila ya casi para entrar, sin que las otras dos señoritas se opusieran. Tampoco un joven robusto, de piel morena, camisa a cuadros y sombrero café, que cuidaba la puerta.
Las personas de la fila nocturna empezaron a protestar airadamente: “¡No!” “¡No!” “¡Qué se salgan de la fila!” “¡Fuera!”, ¡”Fuera!” Ante la presión, los señores abandonaron la formación.
Entonces, ante la sospechosa actitud de las señoritas y del personal masculino que cuidaba la puerta y permitía el acceso, la gente de la segunda fila preguntó: “¿Son ustedes personal de Bienestar?” Guardaron silencio. Insistieron: “Muestren su gafete oficial”. Entonces, las señoritas dijeron no poder mostrarlo porque lo tenían prohibido dada la veda electoral.
Mostrar la identificación a quien la requiere no está prohibido. Vaya, tanto cuidado y en la puerta había una lona con el logo del Gobierno Federal, incluso con la misma leyenda de los sexenios del pasado: “Este programa no tiene fines políticos”.
Tras la protesta de la gente, la señorita alta, de tez blanca y lentes poco a poco se fue alejando. Las otras continuaron en la puerta, lo mismo que el personal masculino que no decía ni pío. Pero no cesó el acceso de personas que ni estaban en la primera ni en la segunda lista. En algunos casos ni siquiera mostraban la documentación exigida, apenas nada más la credencial de elector.
Cerca de las 12:00 horas avanzó más rápido la primera fila, pero seguía pareciendo interminable hasta que una hora después al fin llegaban al número 998. No obstante, se seguían incrustando en la misma personas con folios escritos hasta en hojas desprendidas de una libreta.
Fue en ese momento cuando enfurecieron las personas de la fila que había pasado ahí la noche y empezaron a protestar y a empujar la puerta con dos propósitos: Impedir el paso de personas que se decían con derecho de primera fila, y para empezar a formarse correctamente para pasar, pues habían aguardado en sillas que ellas mismas llevaron o en la banqueta.
Fue ese momento en que empezaron a gritar: “¡Corruptos, ya déjennos entrar!” “¿Por qué están permitiendo el paso de personas que no traen folio o no hicieron fila toda la noche?” “¡No, no, no, que yo no entren de ese lado! ¡Corruptos!” La puerta se movía de un lado a otro y una señora quedó atrapada entre las dos hojas de la puerta.
La jovencita que voluntariamente había confeccionado la segunda lista se desgañitaba intentando poner orden. Mientras tanto, un hombre madurón, de playera negra y lentes oscuros, le dijo: “A ver, yo te ayudo a mencionar los nombre”. Otro hombre también se ofreció para lo mismo.
Los acomedidos eran personas que estuvieron ahí toda la noche, desde su coche. Ante lo enardecido de la gente, una de ellas apresuró en voz alta: “Yo nada más veo que pase mi gente y me voy, no me vayan a linchar…”
Frase rara, suena como a vendedor de lugares para la fila de la vacunación o como frase de acarreador de gente, como de esos acarreadores de votantes el día de las elecciones.
Y algo de lo más extraño, estas personas actuaban sin la menor observación o llamado de atención por parte de las señoritas y personal masculino que cuidaba la puerta y daba acceso a las personas para vacunarse.
¿En conjunto se tratará de los famosos Servidores de la Nación? ¿Personal contratado ex profeso por alguna dependencia para realizar el trabajo de dar acceso a la gente? ¿O se trata de vivales que van al negocio de la venta de lugares en las filas para la vacunación? Pero hasta parece haber complicidad de la autoridad porque nadie les dice nada.
Cuando subimos imágenes a redes sociales del extraño comportamiento de las personas haciendo probable acarreo, un usuario comentó: “La vacunación es un ensayo para el día de las votaciones”.
Por cierto, en la fila de aspirantes a la vacuna, no se vio a ningún político, a ningún candidato, a ningún servidor público, del círculo oaxaqueño, y hay quienes ya no están tan tiernitos.
Pasando el filtro de la puerta, todo lo demás fue en cuestión de minutos. La fila avanzó rápido, en una mesas personal ex profeso revisó la documentación, desprendieron la segunda parte de la hoja del pre-registro para luego pasar a la aplicación de la vacuna, y esperar el tiempo prudente por si acaso hubiera alguna reacción.
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