El Metro, centímetro a centímetro

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El siniestro del pasado 3 de mayo de 2021 en el Metro merece abordarse no con vociferaciones ni alharacas. Merece atenderse no con juicios sumarios ni encubiertas justificaciones. Evitando todo esto, se reparten culpas como corresponde.  Porque en esto no hay paternidades en solitario. Los hechos las reparten, no las apreciaciones.

El Metro de la Ciudad de México nació tarde a su funcionamiento (1969), en la era priista, y se sabe que el regente Uruchurtu se opuso a que pasara por el lacustre suelo del centro histórico. Su negativa le costó el puesto. Se hizo el Metro en su mayor parte en tiempos del PRI, partido que también lo dejó morir fomentando el pulpo camionero de flotillas particulares de políticos afamados (priistas), que pudrió al Metro y Ruta 100. Cosas de su naturaleza. Bajo el PRI se hizo la Línea 2 que seguía palmaria la ruta de Cortés huyendo en la Noche Triste, en la que solo encontraron, dijeron los priistas, una cazuela de barro y poco más. ¿Cómo? ¿Y el oro hundido, según las crónicas? Pues eso.

Hablando del PRI, dos cositas. La verdad que dice que el PRI construyó 11 líneas, es incompleta. Dígase: con dinero más que nada, federal. Dinero de todo el país. Así, cualquiera. Cuando le tocó hacer su Metro a CDMX, apenas hizo una. Y falta tanto por hacer. Pudo tener Metro la ciudad de Hermosillo o uno en condiciones Guadalajara o Monterrey, pero la capital por mandato priista, gradual, lentamente se tragó el presupuesto federal. Y dejó un Metro inconcluso, desconectado, que no llega a todos los puntos neurálgicos que debería cubrir, tipo estación Zócalo, y que también el PRI abandonó en los años 80. Bajo el PRI con mucho esfuerzo apenas si se sacó la línea 8 en 94. Apenas y a duras penas. El PRI no siempre fue tan solicito haciendo el metropolitano. Dígase por el “no ser adornen tanto”. Y dejaron, ellos y sus sucesores, que se estropeara. El abandono priista del modelo Metro privilegiando el pulpo camionero dejó uno anquilosado, inconexo, con pocas estaciones en largas distancias y largos transbordos, inconcluso (ejemplo Líneas 4 y 7) y hasta hoy así se quedó: varado el plan de implementarlo y con un desgaste preocupante. Su punto más favorable era no contaminar. El punto más complicado, el subsuelo de la capital. Ese que anticipa ser la causa directa del siniestro del 3 de mayo. ¿Detener el servicio?

Mientras tanto, el sindicato. En este país siempre afiliados al PRI o no podrían existir. Su charrismo y su inoperancia de siempre, salvo para ordeñar el erario y sus componendas, nos dejan un líder en el del Metro al frente hace 43 años, con sinnúmero de señalamientos. Cuando clamemos por la falta de presupuesto al Metro (mantenimiento incluido) por favor no dejemos de pensar en lo que ha costado esa sangría sindical al presupuesto del Metro para sostener ¿qué? Importa y mucho.

Tenemos otras piezas suculentas: los gobiernos de izquierda en CDMX (desde 1997) ante el abandono priista del proyecto de plan maestro del Metro –eje de movilidad de la capital mexicana– en tiempos del jefe de gobierno López Obrador –que sí, que no es un recién llegado a cargos de gobierno– optaron por implementar el Metrobús. Ave. de los Insurgentes fue el experimento. Sus corifeos lo alababan. Uno me dijo que era de primer mundo. Dos días después circulé junto a una unidad cual cafetera, los usuarios como sardinas, poco digno el momento y me pregunté si el primer mundo es así. Algo resolvió y ya. No da para tanto halago el modelo y truncó el metro so pretexto de ser más barato implementarlo (y más visible a los votos). Se perfeccionó, mientras introducía más camiones emisores de contaminantes, no silenciosos y sí, conectando amplias zonas capitalinas. Pero siempre atestado e insuficiente y miente quien lo niegue. Es un problema acuciante de la capital. Y tendrá sus beneficios, como todo.

El Metrobús pareció matar el proyecto del Metro. Ya ni siquiera había el esfuerzo de terminarlo en lo elemental, ya no digamos líneas nuevas y no se compare con Madrid, porque la capital española hizo mucho Metro hace 15 años pero por buscar tres veces seguidas la sede olímpica. Apostó por el Metro que crecía y crecía sin parar. No ganó la sede, pero ganó en movilidad. Aquí sencillamente se abandonó el proyecto. Se arguyó un subsuelo no idóneo. Hasta que el jefe de gobierno Marcelo Ebrard lanzó la “Línea dorada”, empalmándola con el Bicentenario. Una obra que presentaba dos problemas: un tramo de subsuelo inestable, no recomendable para perforar y de optarse por la elevación, una inestabilidad probable en el soporte. Mas Ebrard quería la Grande. Justo es un problema similar al del suelo lacustre del aeropuerto en Texcoco y con la salvedad de que allí sería puesto a mantenimiento por empresas de quienes lo impulsaron –cobrándolo al Estado, gran negocio– pero el negocio de aquellos se truncó en 2018 y ahora son los intereses de otros, los que descuellan en Santa Lucía. Como sea el proyecto de Texcoco nunca ganará concursos de transparencia y honradez, dicho por aquellos a los que llena el ojo ganar concursos de diseño. Y esa opacidad se llama PRI.

Prosigamos:  una obra, L12, que costó 10 millones de pesos más de lo presupuestado, que se financiaba con dinero capitalino porque Ebrard no se hablaba con Calderón, fiel a López Obrador al no perdonarle el “robo” de la presidencia de 2006. Sin embargo, en el tramo final del sexenio Calderón, se acercó y obtuvo dinero federal para terminar esa Línea dorada, del Bicentenario. Eso explica la foto del recorrido inaugural donde aparece el panista Felipe Calderón. Salió aquella y luego la ocultaron. Pero ahí queda.

La obra fue cuestionada por insuficiencias graves en su construcción y de diversa índole. La construyó una empresa extranjera en detrimento de la ingeniería civil mexicana y luego de auditorías y demás, acabó con gente ligada a ella, entambada. Los usuarios nunca estuvieron convencidos de su seguridad. La Línea Dorada sí resolvía un tema de movilidad, es extensa y no se ve viable el cerrarla. CDMX la requiere funcionando. Pero con un subsuelo inestable… el resto de su traza ¿es segura? Es presumible que ante la fatiga del material de soporte, como se denomina al fenómeno, y acaso una debilidad estructural propia de inestabilidad en cimientos y subsuelo –o lo que arroje el peritaje y ahí cabrá de todo–  venciera y se produjera el infortunio del lunes 3 de mayo, desoyendo a la geotécnica que desaconsejaba construirla en la zona inapropiadamente escogida.

¿Responsables? Ante el acusado descuido en mantenimiento –de la revisión a procurarlo que sea menester– y cuando se sepa la causa real, lo serían las autoridades del Metro y el gobierno capitalino. Y ¡ojo! con ir a señalar a Ebrard si no se quiere responsabilizar a Sheinbaum y a Morena,  pues la L12 fue impulsada por un gobierno del PRD, hoy en alianza con el PRI y el PAN. Y si se prefiere culpar a Mancera por su declarada y comprobada corrupción, propia o solapada, que encabezaba otro gobierno del PRD, entonces tendremos que se rumora que desvió dinero destinado a atender estropicios del sismo de 2017. Dígase por aquello de equivocarse y gritar solo Morena. Conviene recordarlo. Mirar hacia atrás es menester porque la trabe no ha caído de un día para otro. Pero al mismo tiempo tener cuidado con los juicios sumarios. El peritaje tardará y de él se desprenderán responsabilidades, no supuestos ni conjeturas a gusto de las preferencias políticas de cada quien al analizar lo ocurrido. Lo importante será que sí, que se castigue a quien corresponda castigar.

A los panistas las fotos inoportunas carroñeras, se les da. Hoy aliados del PRI, antes se les cayó su propuesta de trenes suburbanos al regresar el PRI, cancelados salvo el corruptamente inacabado a Toluca. Si a los priistas no se les ha caído el segundo piso en Periférico Norte, ha sido por un suelo más estable. Pero sus evidentes carencias técnicas, saltan a la vista. Quienes denunciamos en su día tales apuntando a Peña Nieto, recibimos de algún priista agradecido con Peña Nieto, esta respuesta: “Peña Nieto no era el arquitecto”. A esos priistas cabe responderles hoy cuando vociferan contra Ebrard en juicio sumario: “Ebrard no era el arquitecto”, para ser parejos ¿no? ¿o solo les gusta la ley del embudo? ¿Ebrard ya no será presidente? Bueno, si nos ponen enfrente a Roberto Madrazo o a Alito, quizás sí. De eso es muy pronto para hablar y aún no hay peritajes. Lo que sí hay es muertos en esta desgracia y eso cuenta más.