Morena en crisis

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En 2018, López Obrador armó su mazacote con Morena, sumando a actores políticos que tuvieran posibilidades de ganar y sumar votos, pero ahora en 2021 pensaron que aún poniendo impresentable podrían ganar, y a la vez, mantener unidas a las fuerzas políticas tan diversas que confluyen en Morena, nada más alejado de la realidad; por un lado, las condiciones políticas y sociales y sobre todo de ánimo y percepción sociales de una gran parte de la sociedad, aún de quienes votaron a esa opción hace tres años, han cambiado mucho y en algunos sectores hasta de manera radical. La salida de aliados en 2018, que ahora buscan sus registros como nuevos partidos políticos por ellos mismos, es otro elemento del vaciamiento del movimiento morenista.

Por lo mismo de ser un mazacote político, Morena y el mismo López no presentaron un proyecto de nación sino una serie de lemas, que ligadas al proyecto personal de López, pudieran hacer sentir en los ciudadanos agraviados que si lo apoyaban estarían en una ruta de hacer historia por tener una misión cuasi divina, como suelen presentar en su narrativa los populistas hacia una parte del pueblo, aunque para ellos esa facción es todo el pueblo, para así, de esa manera, tener un polo en la narrativa de la polarización.

Bien sabemos que los votos no son racionales sino emocionales, pero los partidos políticos (si lo son de verdad) tienen un proyecto de país y ese mismo, además por ley, debe de ser presentado ante la autoridad electoral (INE), ¿Qué presentó Morena? Un documento de lugares comunes que nada tiene que ver con la sarta de ocurrencias con las que casi a diario nos sorprende López, pero que ni lo de ayer como ‘programa’, ni hoy en el gobierno, se puede hablar de un proyecto de nación, de ahí la gravedad de estar en manos de una persona que a su solo parecer use los recursos de la nación y el aparato del Estado en una ‘idea’ de lo que debe de ser México, que solo él tiene claro, pero que al ejecutarse está desmantelando la institucionalidad de un aparato gubernamental creado durante muchos años en apoyo a programas, causas o sectores sociales de TODA la sociedad y no ocurrencias de una sola persona. Amén de que en la narrativa de polarización y una especie de resentimiento social o hasta venganza ataca los órganos autónomos constitucionales e interviene abierta e ilegalmente en el proceso electoral, que, en suma, su persona y su ‘gobierno’ son una amenaza para la democracia y para el país.

Hoy, las elecciones más grandes de la historia se dan en medio de la pandemia pero también de una gran decepción con López y su Morena: intolerancia, ineptitud gubernamental, ineficiente desempeño de los nuevos servidores públicos, división interna en el mazacote que fue y es Morena, fuga de aliados para crear con base en sus propios intereses sus partidos, división por el reparto de las candidaturas, caída de la economía, violencia incontrolable y una permanente ausencia de empatía con las victimas ya del accidente del Metro, ya de los movimientos de mujeres, por sus causas y los feminicidios; pero al contrario, tolerancia y atenciones con actores o familiares del crimen organizado, ruptura con el grupo económico regional más importante del país como es el de Monterrey, pero también una intermitente ataque a la iniciativa privada nacional, intromisión en las elecciones, violación de la ley y la Constitución como la última con la llamada ley Zaldívar, agravios sociales por los efectos de la desaparición del seguro popular y varios fondos y fideicomisos que apoyaban a diversos sectores sociales y sus actividades o a poblaciones por desastres naturales o apoyos académicos y culturales y muchos etcéteras.

Todas las encuestas hoy presentan una gran caída de Morena y sus partidos acólitos, sin embargo, aún está por verse si en estas semanas que faltan para el 6 de junio, la animadversión hacia López y sus partidos se mantiene en esa lógica y si los ciudadanos deciden usar su voto como estratégico a favor de la coalición Va por México, o si de plano por la pandemia y la crisis de ofertas de la oposición la abstención se incrementa a la histórica de las elecciones federales intermedias, o si las elecciones locales serán el aliciente para votar que eleve la participación ciudadana.

El voto racional votará contra Morena por ser el partido del autócrata, pero los partidos tradicionales no han aún convencido a la mayoría de la sociedad de que ya pagaron sus culpas, ni a ésta se le olvidan aún los agravios por lo que los rechazaron en 2018. Difícil, pues, la disyuntiva, pero como no es racional sino emocional el voto en su mayoría, los partidos tradicionales no han logrado crear una narrativa que emocione y mantenga una empatía con el elector. La moneda sigue en el aire.

@aguilarsoliss