En la víspera comicial, se respira la incertidumbre de Morena

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Cuando llegó la víspera de la jornada electoral del 2018 se respiraba el triunfo de Morena y aliados, prácticamente a lo largo y ancho del país.

No había lugar a dudas, se olía la victoria del Movimiento Regeneración Nacional, con apenas cuatro años de haber obtenido el registro como partido político; era su segunda elección federal, la primera había sido en 2015.

Incluso, en 2015 Morena obtuvo 35 diputaciones federales, 14 de mayoría relativa y 21 de representación proporcional (plurinominales); número que ningún partido político de nueva creación había podido conseguir en la historia reciente del país.

Para 2018, los morenistas andaban nerviosos, pero contentos, relamiéndose la miel de la victoria electoral en la víspera de aquellos comicios concurrentes. Tenían los números favorables en la mano y solo estaban cuidándose de sus opositores, sobre todo del PRI y del PAN; el primero entonces partido en el gobierno, y el segundo, su rival más fuerte.

Morena iba principalmente por la Presidencia de la República, y lo consiguió. De hecho consiguió más, pues ganó 191 diputaciones federales (106 de mayoría relativa y 85 de representación proporcional o plurinominales) y 55 senadores (38 de mayoría relativa, 13 de representación proporcional y 4 de primera minoría).

Y sus aliados, favorecidos por el efecto AMLO, obtuvieron: El PT, 61 diputaciones federales (58 de mayoría y 3 plurinominales), y el entonces Partido Encuentro Social 56 curules de mayoría. En cuanto a senadores, el PT obtuvo 6 (5 de mayoría y un plurinominal), y el PES 8 (7 de mayoría y 1 de primera minoría).

¡Qué victoria! Contundente e inobjetable en las tres elecciones federales, más los triunfos que se anotó en las entidades federativas con comicios en 2018; ganó gubernaturas, congresos locales y un buen número de ayuntamientos, entre éstos capitales.

A tres años de distancia, el ambiente electoral es tan distinto; en la víspera de la jornada electoral concurrente más grande del país se respira la incertidumbre de Morena…y de sus aliados donde va en coalición. 

Ah, porque la ahora coalición “Juntos hacemos historia” no es total, sino parcial. Ahí uno de los errores electorales, porque donde no van coaligados el PT tunde con todo a Morena, y viceversa; cada cual intenta ganar en la demarcación electoral.

Un partido como Morena, con el poder de la Presidencia de la República, con mayoría en la Cámara de Diputados, con un buen número de escaños en el Senado, con la mayoría de los Congresos Locales, con gobiernos municipales y ya con gubernaturas, es como para que a las elecciones de 2021 hubiese llegado con más fuerza que en 2018.

Sin embargo, no es así.

Las encuestas electorales coinciden en que perderá la mayoría absoluta en la Cámara Baja, apenas ganará la mitad de las gubernaturas en juego cuando a principios del proceso electoral su expectativa era la mayoría de éstas. También perderá diputaciones locales y presidencias locales, aunque el número es incierto.

¿Por qué? ¿Qué le pasó a Morena?

Lo que le pasa a la mayoría de las fuerzas electorales cuando llegan al poder: Cometió errores.

ALGUNOS ERRORES DE MORENA 

Morena ha cometido errores en el ejercicio de gobierno y como partido político. Más bien, uno de sus grandes errores es que sus líderes no se dieron a la tarea de convertir al Movimiento Regeneración Nacional precisamente en un partido político. 

Formalmente lo es, pero en los hechos sigue funcionando como una confederación de organizaciones sociales y hasta tribal; la vida interna institucional se le ha ido de las manos, como que no han encontrado un institucionalismo propio.

Su postulado de Cuarta Transformación se ha quedado en discurso. Y los protagonistas del cambio verdadero solamente se encuentran en la letra de los documentos básicos del partido: Programa de Acción, Declaración de Principios y Estatutos.

Parte de la ciudadanía ve con desencanto que Morena se parece mucho al PRI de los ’70, proclive a la concentración de poder, al autoritarismo, a la persecución política.

Ha discriminado, haciendo diferencias entre los sectores de la población en cuanto al respaldo institucional, como si ser gente emprendedora fuera pecado y ser pobre fuese virtud.

Ha manifestado su intención de desaparecer organismos autónomos en claro retroceso a las conquistas democráticas de tantos años por parte de la oposición.

El Presidente de la República no ha contado con un partido político que le haga ver sus errores, que funcione como equilibrio; por el contrario, la dirigencia partidista ha estado al servicio del mandatario como si se tratase de una dependencia del Ejecutivo.

El recuento sería interminable.

Claro, Morena también ha tenido aciertos; sin embargo, en la gente pesan más los desaciertos, porque le producen temor, incertidumbre.

En fin.

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