Llegó la fecha y con esto el compromiso. Tenemos la obligación moral y el derecho constitucional para determinar nuestra ruta de gobierno a casi la mitad de este sexenio. Me da la impresión que serán de las jornadas más participativas y ojalá así sea aunque algunos han intentado intimidar a la sociedad para no participar. Estas, más que las anteriores, serán determinantes.
Estas, mejor que las anteriores, procurará líneas precisas para el futuro del país. En esa ocasión decidiremos si la nación merece equilibrio y pluralidad o nos inclinaremos por un presidencialismo absoluto con la casi desaparición de poderes.
Estamos entre tener educación o adoctrinamiento; preferir al Estado de Derecho a la exoneración a crimínales y narcotraficantes; de contar con una asistencia de salud digna o atendernos de acuerdo a los saldos; saber decidir o qué decidan por nosotros; recibir los beneficios de las inversiones y productividad o establecer presupuestos populistas. El país se siempre buscó un ejercicio disciplinado de distintas fuerzas políticas que alimentaran el diálogo, el debate y la respuesta democrática a las propuestas más necesarias para todos los mexicanos.
Eso se ha ido perdiendo por varias circunstancias, una de ellas, es que los políticos hoy en el gobierno han tomado, a base de manipulación y engaños, como ejercicio de vida considerar a la administración pública como botín además de acomodarse en cuanto partido político puedan sólo para trepar.
Por ello, esta vez, como sociedad pensante, no como masa anónima, debemos votar, exigir se cumplan los proyectos de gobierno y auditar permanentemente a los burócratas en turno. Las decisiones y plataformas de gobierno ni pueden estar sujetas únicamente al capricho de un sólo individuo o por el contrario, a la improvisada y mayormente absurda decisión en una plaza pública por una convocatoria callejera a levantar dedos.
El país, su población, su seguridad, estabilidad y gobierno son casa seria. Por ello reprobamos ocurrencias, montajes, mentiras, descalificaciones y falta de respeto a opositores o personajes que por convicción y talento proponen ideas diferentes al proponente. Las grandes civilizaciones se han construido, sostenido y transcendido porque saben escuchar a sus viejos valorando experiencias y sabiduría; promoviendo el respeto a creencias y diferencias de género; generando progresos a base de la excelencia académica; recibiendo los beneficios de quienes contribuyen a sus comunidades y sancionando a los que están fuera de los códigos legales; creyendo en sus jóvenes como trampolines a tiempos mejores y procurando vivienda y salud.
Esos son factores esenciales que los distinguen. Logrando esto tienen tiempo, no para discusiones estériles, no para engrandecer al crimen, sino para pensar en conquistar a los océanos, al espacio exterior, para emprender investigaciones médicas y científicas, para pensar en el comercio con otras geografías, en ser políglotas, en defender al medio ambiente y aún cómo nos encontramos ahora, este domingo si tendremos un momento de reflexión para tachar un recuadro que en el se represente lo que queremos para nosotros mismos.
El rompecabezas político habrá de impactar en el social pero recordemos que el mandato lo tenemos nosotros, los gobernantes son gestores pero deben tener capacidad, cultura, honestidad y disposición. Tenemos que anular y rechazar a los improvisados, a aquellos que se venden como mercancía de mercado barato para después colocarse en la nómina, a los que hoy son rojos y mañana verdes y pasado naranjas esos nos garantizan ni su propia integridad moral como para ofrecerse como candidatos a algo. Debemos borrar de nuestra historia diaria a quienes se han aprovechado engañando a los pobres y golpeando a los exitosos, a aquellos que menosprecian a las universidades y viven de acusar y denostar a los demás. Millones tenemos más esencia que los que estiran la mano por un voto y mañana esa mano se la llenan de billetes para años después acabar en la cárcel por las estafas. Recuperemos nuestra estatura, esa que nos condecoraba frente al mundo cuando al llegar un mexicano era siempre bienvenido.
No regalemos el voto a quien no lo merece porque a final de cuántas logramos dos cosas, una, dañar al país, la otra, presentarlos como bufones que buscan quitarnos recursos y futuro. No debemos caer en sus falsas promesas, ellos, los próximos tienen que corresponder a la confianza que recibirán, de lo contrario serán traidores de baja monta. A votar pues y hacernos responsables, nada ganamos nada si accedemos a regalar nuestro porvenir por una torta.
Conductor del programa VaSnSerio MexiquenseTV canal 34.2