Por qué quiero ser presidente; el estriptís de Marcelo Ebrard

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Una tarde en los albores de 2010 recibí una llamada de la periodista y escritora Guadalupe Loaeza para entrevistarme. Ella escribía un libro (Infancia es Destino) sobre la niñez de conspicuos personajes de la ciencia, las artes, los deportes, los espectáculos y la economía. Acudí a la cita que tuvo lugar en su cálido departamento en la colonia Roma, a un costado de la Plaza Río de Janeiro. Le hablé de la infancia del magnate Carlos Slim, personaje sobre el cual escribí una semblanza biográfica y la manera de hacer sus negocios. Hablamos sobre cómo los niños ya no sueñan con ser súper héroes. Ni tampoco quieren ser bomberos ni policías. Vaya, los niños ahora aspiran a ser sicarios o futbolistas, en el mayor de los casos.

Lo que me llama la atención es que hay políticos obsesionados con el poder. Marcelo Ebrard es uno de ellos. Jamás en su vida, Ebrard llegó a soñar con ser presidente, pero cuando los políticos, como él, vieron llegar a Vicente Fox al poder, de repente todos se dieron cuenta que cualquiera podría ocupar la silla de Palacio Nacional. Obrador es un ejemplo de ello. Pero Marcelo Ebrard quien ni en sus más delirantes sueños de la infancia llegó plantearse tan semejante obsesión, de pronto se desnudó y nos ofreció un estriptís quince días antes de que el PRD y sus aliados en noviembre de 2011 eligieran a su candidato presidencial para las elecciones del 2012.

Para ello, Ebrard escribió un panfleto con el título: “¿Para qué deseo ser presidente?“.

El siguiente es el texto íntegro que escribió Ebrard, como si fuera una carta de un niño dirigida a los Reyes Magos o Santa Claus:

¿Para qué deseo ser presidente?

Hace seis meses propuse que la candidatura presidencial de las fuerzas progresistas fuera para el aspirante que estuviera mejor posicionado: para quien tuviera mayores posibilidades de conseguir el respaldo de la mayoría de los mexicanos.  Que ésta se definiera por medio de debates y encuestas, para que la gente pueda informarse y formar su propio criterio. Ha llegado el momento de explicarles mis definiciones.

No estamos en tiempos donde se es candidato para llenar un espacio formal de los partidos políticos, o para ir a una candidatura testimonial. Por la gravedad de la situación en que vivimos, considero que ésta ni siquiera se justifica en función del crecimiento de un partido o de un movimiento. La candidatura es para competir y solucionar los problemas que nos aquejan.

Los partidos de izquierda y progresistas han decidido ir unidos a las próximas elecciones.  Nos han solicitado a Andrés Manuel López Obrador y a mí que nos pongamos de acuerdo para postular a un solo candidato.  He dialogado con él, y como se propuso, la encuesta para conocer las preferencias electorales se llevará a cabo durante las próximas dos semanas.  Deberemos, también, acercar nuestras posiciones en un programa común que unifique a las fuerzas progresistas y convoque a una nueva mayoría.

Más importante que la candidatura misma, es construir una alternativa en la que todos los mexicanos podamos vivir mejor y ser felices.

Ciudadanas y ciudadanos:

Tenemos que cambiar el rumbo. Decidámonos.

Ante la inseguridad que golpea a la Nación y las dificultades económicas que agobian a las familias es necesario ir por un camino diferente. Las elecciones son el recurso democrático para el cambio, son la mejor forma de protesta y propuesta, son el camino para alcanzar el bienestar, la libertad.

Yo aspiro a conseguir el apoyo de todos los mexicanos para ser presidente y que llevemos a la Nación por una ruta más segura y justa.  Requerimos de un programa amplio, progresista e incluyente y de un gobierno de coalición que haga factible corregir el rumbo y cambiar el régimen político. Es necesario para conseguirlo:

  1.  Construir la paz.

La violencia está acabando con México. Está destruyendo nuestras familias, nuestras comunidades, nuestra economía y la confianza entre nosotros.

Debemos enfrentar a las organizaciones delincuenciales con toda determinación, respetando las reglas del Estado de Derecho.

No a una guerra interna; sí a la reconstrucción de la autoridad del Estado constitucional y democrático en todo el territorio.

Venceremos el temor si transformamos este clima de guerra en la determinación de frenar la impunidad y avanzar en la justicia.

Nuestra fórmula es menos armas y mejor educación.  Menos armas y mejores tribunales. Menos armas y mejores ministerios públicos. Menos armas y respeto de los derechos humanos.  Menos armas y rehabilitación y trato humanitario para jóvenes que han caído en las adicciones.  Menos armas y un nuevo acuerdo regional con los Estados Unidos y otras naciones. Menos armas con más desarrollo.  Con menos impunidad y menos corrupción tendremos más seguridad.

Marcelo Ebrard durante una reunión con empresarios e Oaxaca.

  1.  Proteger los empleos y mejorar los salarios: hacer crecer al país

Necesitamos salir de la mediocridad y promover con audacia el desarrollo.

Agreguemos al objetivo del crecimiento el de la estabilidad.Reconstruyamos aceleradamente las capacidades de generación de proyectos y de construcción de infraestructura.  Estimulemos la competencia y frenemos las prácticas monopólicas.  Impulsemos políticas en favor de la industrialización, el desarrollo agrícola y el cambio tecnológico.  Acabemos con los obstáculos y cotos de poder burocrático que detienen la inversión.

La economía mexicana se ha quedado atrás de otros países de América Latina y muy detrás de algunos de Asia.  Con acuerdos, paz interna y políticas activas podremos recuperarnos y enfrentar con mayor seguridad las adversas condiciones internacionales.  Con esto generaremos fuentes de trabajo y mejores salarios para que todos los mexicanos tengamos acceso a educación, salud y bienestar en general.

  1.  Unirnos en favor de la justicia

El mayor problema que tenemos los mexicanos es la pobreza extendida y la desigualdad.  Nuestra propuesta debe servir para abrirle oportunidades de mejoría a quienes no las tienen. Nuestro gobierno debe servir para mejorar la alimentación, la salud, la educación, la seguridad, el empleo, la vivienda y el medio ambiente de quienes han estado excluidos.

Diseñemos políticas públicas con un propósito de justicia e inclusión social. Orientémonos por los derechos humanos para todas y todos.   Debemos pasar de la indefinición al compromiso con las mayorías.  Del predominio de los grandes intereses a la defensa del interés público.  Debemos avanzar en la justicia sin polarizar a la sociedad.  Debemos persuadir antes que dominar para no caer en imposiciones autoritarias.  No dividamos, unamos.

Requerimos de un nuevo acuerdo fiscal equitativo y eficiente que haga factible financiar un sistema se seguridad social universal y un crecimiento sustantivo de la inversión pública.  Podemos consolidar un sistema de salud universal de alta calidad.

  1.  Mejorar radicalmente la educación y desatar la innovación

La misión más urgente y trascendente que debemos emprender es mejorar la educación.  Tenemos que ampliar la cobertura, mejorar la calidad y atender con arrojo a la población marginada del campo y las ciudades.  Necesitamos educar conforme a un nuevo paradigma: comprometer a los maestros y las familias y lograr el reconocimiento de la sociedad a la labor de las comunidades educativas.

Debemos asegurar que todos los jóvenes tengan acceso a la preparatoria, a la educación tecnológica y a las herramientas de la era digital.  Que dupliquemos el ingreso a las universidades y logremos que terminen sus estudios.  Que la educación en todos sus niveles mejore su calidad.  Que mejore nuestro desempeño en matemáticas, ciencia y ampliemos aceleradamente los posgrados.  Todo esto para que elevemos la competitividad de la economía y desatemos la innovación.

Prioricemos una política en favor de los jóvenes.  Acerquémonos a ellos.  Ampliemos el programa Prepa Sí a todo el país y hagamos de éste el eje de una gran movilización con y en favor de la juventud, para apoyar la educación y la capacitación; recuperar zonas degradadas de las ciudades y el campo; y, proteger el medio ambiente.

Con ello garantizaremos a nuestros jóvenes empleos más dignos, para que desde ahora desarrollen sus proyectos de vida y mañana tengamos mejores padres, madres y niños con futuro.

  1.  Cambiar el régimen político.

Nuestras instituciones políticas están severamente dañadas.  Los gobernantes han perdido autoridad.  El alejamiento respecto de los ciudadanos, la desatención a sus reclamos y muchos ejemplos de impunidad han provocado el daño.  Tenemos que remediarlo.  Me propongo reconstruir las instituciones y ponerlas al servicio de la sociedad.  Es decir, poner al Estado por encima de los intereses ilegítimos.

Debemos dar paso a un nuevo régimen político.  Uno que nos saque de la parálisis y evite que regresemos a los excesos del presidencialismo autoritario y patrimonialista.  México ya ha sufrido mucho con las experiencias del gobierno de un solo hombre y con las de un gobierno paralizado por los pequeños y grandes intereses.

Sin dudas ni resquemores, debemos construir una gran alianza nacional, un gobierno de coalición, un gabinete con mexicanos y mexicanas íntegros y patriotas.  En tres años, deberán ser los electores quienes juzguen y decidan sobre nuestros avances: ratifican el mandato y el gobierno continúa o no lo ratifican y el gobierno se va.

El reto de corregir el rumbo es colosal, pero es necesario y posible.  De un nuevo rumbo depende el futuro de nuestros hijos y la viabilidad de México en un mundo multipolar, donde el cambio climático generará nuevos daños y conflictos, el peso de las ideas y el conocimiento serán cada vez mayores y la paz dependerá cada vez más del avance de la justicia.

Aspiro a ser presidente para unir a una nueva mayoría social y política que cambie el rumbo de México.

¡Por la justicia, el desarrollo y la tranquilidad para nuestras familias!

Marcelo Ebrard Casaubon.