La desaparición de diputaciones y senadores electos por el principio de representación proporcional (muy conocidos como plurinominales), es una añeja propuesta que ahora saca el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Justo cuando en las recientes elecciones Morena no alcanzó la mayoría calificada en la Cámara de Diputados Federal ni con aliados, y apenas si la ha juntado en el Senado.
Hasta parece estrategia del jefe político morenista para culpar a la oposición de negarse a aprobar una reforma electoral de tal envergadura que requiere reformas constitucionales y, por lo mismo, mayoría calificada.
Entonces, Morena necesitaría de los votos de la bancada del PRI en la próxima Legislatura, o de los del PAN, para reunir dicha mayoría. Y éstos, para llevarle la contra se opondrían, ¿no?, lo cual daría motivo a AMLO para descalificar a priistas y panistas rumbo al 2024.
Aunque si el presidente López Obrador tiene real intención de desparecer diputaciones y senadurías plurinominales, puede ordenar…perdón, solicitar a las actuales bancadas de Morena y aliados en el Congreso de la Unión realizar un procedimiento fast track para consumar la reforma.
Todavía tienen tiempo para convocar a dos, tres o más periodos extraordinarios de sesiones antes de que se instale la Cámara Baja con la nueva composición cameral. Y AMLO debe presentar la iniciativa a la de ya, ¿o la enviará como preferente para periodo ordinario?
En fin, quizá su plan sea hacer de Morena un partido político más competitivo, garantía de triunfos electorales en más de la tercera parte de los 300 distritos electorales federales, y que las minorías se queden chiflando en la loma, considerando que los pluris (llamados primero de “partido”) fueron diseñados precisamente para incluir a las minorías.
Aunque con el tiempo ha beneficiado al partido mayoritario. Ahí está el claro ejemplo en la actual composición del Congreso de la Unión.
Claro, ahora se plantea desaparecerlos porque implica mayor dificultad conformar mayorías infladas, artificiales, a partir de pluris que en pleno ejercicio legislativo se mudan de bancada como cambiarse de calcetines.
En fin, cambiar nuestro sistema electoral, no es difícil; solo es asunto de voluntad política. Sin embargo, no la ha habido.
La desaparición de pluris fue una propuesta en el sexenio del priista de Enrique Peña Nieto, pero éste y su bancada luego se hicieron los desentendidos; y al llegar AMLO prácticamente fue una propuesta de la mayoría de las bancadas, incluida la de Morena, pero también se han hecho de la vista gorda.
TOMÉNLE LA PALABRA
Cualquiera que sea el propósito o estrategia del presidente López Obrador al plantear la desaparición de las 200 diputaciones federales y 32 senadurías de representación proporcional o plurinominales, tómenle la palabra.
Ahora o nunca; a ver quién se echa para atrás. Morena lo hará si su jefe político solo estuviera fintando a la oposición.
No obstante, AMLO tiene toda la razón al cuestionar: “¿Por qué tantos pluris?”
Efectivamente, somos un país sobre-representado.
La eliminación de 200 curules y de 32 escaños pluris se justifica en los actuales tiempos de alta competencia electoral, entonces los partidos políticos competirían para ganar directamente, no solo para ver cuántas posiciones plurinominales pueden pescar.
La comodidad de poder obtener plurinominales genera conformismo en los partidos políticos, engorda los bolsillos de líderes partidistas y alienta la voracidad de cuadros políticos que acaparan las posiciones para sí mismos o para para su clan político-familiar.
Vean quienes entran en las plurinominales: Miembros de las dirigencias partidarias, descendientes de prominentes miembros de las cúpulas políticas, cuotas y cuates de éstos; que, con sus honrosas excepciones, vienen siendo parásitos políticos.
Los pluris, con sus salvedades, viven políticamente de otros, llegan al Congreso a expensas de los de mayoría relativa y se mantienen del erario. En realidad no son representantes populares, sino de sus partidos o, en el peor de los casos, de sus clanes.
Incluso, la figura de senador plurinominal rompe con principios del Pacto Federal, pues al ser asignados a los partidos políticos conforme a una lista nacional, dejan de representar a su respectiva entidad federativa.
Justo es desaparecerlos, considerando además la inmensa cantidad de dinero que la Nación gasta en los pluris, quienes gozan de todos los derechos y todas las canonjías como si merecieran el cargo por habérselo ganado por esfuerzo propio.
Y lo peor, como no llegan por voto directo, existe un desapego total entre el legislador pluri y la ciudadanía.
Mantener 200 personas en diputaciones federales y 32 en senadurías vía plurinominal, es costoso para mexicanas y mexicanos, máxime en tiempos tan difíciles económicamente. ¿Cuánto dinero se va en mantenerlos en vez de invertir en obras de beneficio colectivo?
Quizá despareciendo pluris, los partidos políticos se afanen en la postulación de liderazgos regiones para dar la batalla con miras de triunfo.
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