La fórmula

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Pude apreciar una conferencia muy enriquecedora que habla de cómo buscar superación y excelencia y todo se basa en una sola fórmula V=(C+H)*A. No es una fórmula química ni tiene que ver con el álgebra, es un juego de letras para medir el valor de una persona. Veamos, primero, ¿qué transmitimos? Pues lo que somos. ¿Cuál es tu valor? Empecemos por los conocimientos, tu nivel de información, de contenido, de datos…a esto se suma la habilidad, el mecanismo por el cual te haces entender, comprender y buscar la reacción de las demás personas, esto se desarrolla con el tiempo y con la experiencia…pero la fundamental es la “A” que significa actitud: la manera de ser.

La C se suma a la H pero la A multiplica, es la diferencia entre el grande y el mediocre. Es importante entender que el valor no radica sustantívamente en los grados académicos, en el volumen de ingresos o gastos en tu tarjeta de crédito ni por la institución educativa que te formó. El valor se aprecia en la forma que te conduces con los demás, en la educación, trato y clase que te distingan.

Las sujetos menores, los que atacan, humillan, señalan, acusan, son así porque lejos de cualquier respaldo formativo en su vida, son ruines. Basta evaluar a los diferentes maestros que hemos tenido. No los recordamos por sus conocimientos, o su experiencia, sino por la forma en que nos trataron, cómo nos consintieron y generaron confianza para luego y con eso llevarnos a la información, al adiestramiento, a la capacitación, la instrucción. Los jefes que hemos tenido dejaron huella por su forma de ser no por sus títulos o número de discursos pronunciados y lo mismo en el plano personal, nuestros hijos nos aprecian no por los problemas resultados en el trabajo, sino por nuestra forma de ser con ello y así ocurre con los amigos y con la pareja. La gente que ha perdido la alegría, la ilusión, el animo o entusiasmo es porque no entienden a la psicología positiva cuando la vida no va como la queremos.

En un entorno complicado hay dos copiones: la resignación, tirar la toalla e incriminar a los demás en señalamientos con dolo o luchar contra la corriente para obtener, con esfuerzo, la etapa de superación. La diferencia visual entre los grandes y los mediocres nace desde la comunicación no verbal, es decir, presentarse digno, limpio, aseado, bien combinado, los zapatos boleados. Es mirar de frente, sin pausas estudiadas sino con un lenguaje fluido, entendible, amable.

Es sacar el pecho, respirar con calma, ha lar pero saber escuchar, aprender a dialogar, aceptar oportunidades y sugerencias. Es ser humilde, correcto, atinado, afable, distinguido y cariñoso. Es saber sumar, comprender, aprender, reconocer. Es querer crecer junto con los demás haciendo equipo no disgregando, radicalizando o confrontando. Es memorizar las mejores ideas para llegar al ánimo de emprender, de crear. Esa es la gran diferencia entre quienes piensan y sienten con excelencia y aquellos que amargados en la vida difunden tristeza, amargura, rencor, odio, menosprecio. E

quivocaron su existencia, no están a gusto con ellos mismos, no se respetan y menos a los demás, son coléricos, no escuchan, imponen, se condecoran como invencibles ante su incapacidad de convivencia. Así vemos que de las cosas más simples vamos deja de huella en el camino. Y es de reconocer que los que triunfan es que han leído, seguido y comprendido a los sabios, los demás, en su arrogancia se pierden en la multitud de mediocres que aún lo siguen porque eso sí, les manipulan en su ignorancia para creer que sólo por corresponder a las directrices del provocador, ganaran fàcil lo que por talento no se les da.

Conductor del programa VaEn Serio, MexiquenseTV canal 34.2