El análisis más importante del proceso electoral del 6 de junio es el que no se ha hecho a profundidad: la participación de nuevos agentes políticos y sus intereses alrededor de los tres partidos tradicionales desgastados y en decadencia. El PRI, el PAN y el PRD recibieron el apoyo institucional, político, ideológico y estratégico de tres nuevos jugadores que no podemos descartar: el gobierno de EE. UU., los empresarios del sindicato patronal de la COPARMEX y la derecha empresarial de Claudio X. González y la gran prensa estadounidense que ya había probado su poder al confluir contra la candidatura del presidente Donald Trump.
No se trata de un hecho novedoso. Este modelo se vio con claridad en 1985 cuando el entonces embajador de Estados Unidos en México, John Gavin, promovió una gran alianza de derecha entre el PAN, la jerarquía católica conservadora y los grandes empresarios del centro-norte de la República, con el aval, la bendición y el apoyo del gobierno del presidente Ronald Reagan y todo su aparato de seguridad nacional encabezado, como lo reveló el periodista Bob Woodward en su libro Velo: las guerras secretas de la CIA, por la propia Agencia Central de inteligencia.
Son de sobra conocidas las evidencias que revelan el papel central del empresario Claudio X. González, opositor a Morena, al presidente y a la 4ª-T, cómo factor de construcción del bloque opositor PRI-PAN-PRD. Al grupo promotor del bloque opositor se unió de manera activa la COPARMEX como sindicato político patronal y organizaciones no gubernamentales mexicanas que tienen activismo político-electoral financiadas por la embajada de EE. UU. a través de la la Agencia Internacional del Desarrollo de Estados Unidos (USAID, por sus siglas en inglés) que opera a través de todas las embajadas estadounidenses en el mundo.
Una vez que el bloque opositor avanzó en la construcción de una propuesta alternativa a Morena desde la óptica de los nuevos intereses empresariales, estadounidenses y mediáticos internacionales, ahora debe venir la definición de proyectos y agendas legislativas en función de la estructura programática de los tres partidos o a partir de la agenda política y sistémica de la Coparmex, los empresarios del bloque de Claudio X. González y la prensa norteamericana que está participando de manera activa en la recomposición de la alianza mexicana con el gobierno de Joseph Biden.
En el fondo de estas nuevas recomposiciones de bloques de poder, lo que identifica al grupo PRI-PAN-PRD-COPARMEX-EE. UU.-Claudio X. González-prensa estadounidense es el contenido y revalidación del Pacto por México firmado por el PRI-PAN-PRD en diciembre del 2012 como parte del relanzamiento de la segunda generación de reformas del tratado de comercio libre que firmó el presidente Salinas de Gortari en 1993.
En este sentido, la agenda que unificó a estos nuevos grupos conservadores alrededor del bloque legislativo PRIPAN-PRD es el contenido del Pacto por México que el presidente López Obrador ha venido desarticulando vía contrarreformas legislativas en el Congreso, algunas de las cuales están en litigio en la Suprema Corte de Justicia por el conflicto entre una legislación menor y una legislación mayor.
La reforma de hidrocarburos, energética, laboral y la electoral que se está perfilando por la mayoría de morena será de conflicto entre este enorme bloque opositor de intereses anti López Obrador y la mayoría Morena-PT-Partido Verde. Las disputas estarán entrando en la discusión de reformas y leyes que Morena podrá seguir estimulando a partir de su mayoría absoluta arriba del 51%, aunque sin ninguna posibilidad de conducir a reformas constitucionales necesarias para consolidar el retroceso político legislativo.
Lo que no se tiene muy claro es hasta qué punto PRI-PAN-PRD van a ser títeres de los intereses de Estados Unidos, los empresarios, Claudio X. González y la prensa norteamericana o si tendrán cierto tipo de margen de maniobra como autonomía relativa en función de sus propios equilibrios políticos al interior de cada partido y desde luego de un partido con los otros dos. En los hechos la cohesión del bloque opositor no está garantizada en términos de cumplir la agenda de reconstrucción del Pacto por México, sobre todo porque el bloque opositor no logró la mayoría absoluta necesaria para frenar nuevas reformas y para revertir las que ya han sido asumidas e implantadas a través de leyes que requieren solamente la votación de mayoría absoluta
Las direcciones políticas del PRI, el PAN y el PRD también tendrán que redefinir sus lealtades en términos de las nuevas alianzas con empresarios, Estados Unidos, prensa norteamericana y personalidades como Claudio X. González o responder a sus propias bases sociales que todavía tienen cierto tipo de presencia cuando menos en reclamos políticos hacia las desviaciones de sus direcciones partidistas. También tendrá que redefinirse la relación que tengan las direcciones de los partidos con las jefaturas de las bancadas que no serán las mismas y que de alguna manera conducirán a confrontaciones internas a la hora de decidir las votaciones respecto a propuestas concretas de reforma.
Pero lo más significativo de la elección fue la construcción de un nuevo bloque opositor de tres partidos tradicionales con tres nuevos poderes fácticos que lograron meterse en el sistema de toma de decisiones del poder legislativo y que podrían de alguna manera distorsionar el resultado de votaciones de leyes importantes para el desarrollo y para definir el rumbo político de la República.
@carlosramirezh
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