Vivir en tolerancia

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No nos cabe la menor duda, tanto en el gobierno como en la sociedad nos hemos vuelto menos tolerantes. Nadie duda también que esta intolerancia que invade el régimen político mexicano se fomente desde palacio nacional sin saber, a ciencia cierta, los motivos políticos.

Los analistas sostienen que deviene del carácter y modo de gobernar del presidente de la República, otros sostienen, que es su estrategia para conservar e incrementar su poder. Por este motivo es importante abordar el tema para entender sus alcances en el México moderno.

La tolerancia, desde luego, es un principio de acierto si se entiende vivir socialmente en armonía. La mutua tolerancia es una virtud social. Una de las primeras formas de tolerancia fue la religiosa pero para aceptarla costó muchas vidas.

Tolerar es aceptar ideas, acciones, situaciones y condición de un Estado, una nación, una clase, un grupo o una persona, que a pesar de que cuestiona mis ideas, creencias, acciones, situaciones y condición, permito su existencia. Entonces, el que tolera lo hace desde una perspectiva de poder.

Cabe recordar la famosa frase de Voltaire: “no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho de decirlo”. Las sociedades multiculturales no podrían sobrevivir sin que la tolerancia fuera una de sus guías.

Con ella se asegura que los ciudadanos de esa clase de sociedades sean personas autónomas y de mente abierta, que disfrutan de unos derechos que les garantizan el derecho a tener sus propias opiniones y que les permiten a los demás hacer lo mismo.

Parte del significado de la tolerancia es la noción de que debes soportar cosas que rechazas en ciertas situaciones en las que podrías hacer algo al respecto pero decides no hacerlo.

El grado de tolerancia necesario es proporcional el grado de rechazo: necesitarás mostrar un alto grado de tolerancia para no intervenir ante algo que rechazas de un modo intenso.

Voltaire decía: “Piense por usted mismo y otorgue el privilegio a los demás de hacer lo mismo”.

El político debe ser tolerante porque los seres humanos solemos ser débiles, incoherentes, sujetos a la mutabilidad y al error. Caminamos hacia la perfección pero no somos perfectos. Ser tolerante es un Don que debe tener todo político. La intolerancia es una característica de los autoritarios, dictadores, autócratas y populistas.

La regla es, la gente debería poder hacer y pensar lo que quiera, siempre que sus actos y sus creencias no perjudiquen a nadie. En una sociedad tan diversa como la mexicana, la tolerancia debe ser norma. La interculturalidad debe ser un mandato para todos, pues este es un diálogo civilizado de las culturas diversas.