Desde el pasado 1 de junio, Ángel Gurría dejó de presidir la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con sede en París, tras tres quinquenios de permanecer al frente, avalado por su experiencia y sobre todo por su capacidad de trabajo y de visión de futuro.
El economista mexicano –egresado de la UNAM– ha dejado su sitio para ser relevado por el belga Mathias Cormann, el sexto secretario general de dicho organismo líder del multilateralismo.
Gurría ha tenido la gracia de permanecer a lo largo de quince años, no ha sido nada sencillo quedarse tanto tiempo; de hecho, solo él y el holandés, Emiel van Lennep, han conservado esa capacidad de liderazgo.
Pero también digamos que la OCDE es otra OCDE, con otra misión y con un sentido mucho más humanista, afortunadamente más allá de ese estereotipo de hace algunos años atrás del club de los países ricos o de los desarrollados.
Ha dejado la OCDE y se ha marchado con la Legión de Honor otorgada por el gobierno francés bajo el brazo concedida por el presidente galo, Emmanuel Macron como reconocimiento a sus méritos; para Gurría esto supone la vuelta a México, con su familia, para repensar a sus 71 años recién cumplidos el camino que tomará.
Prácticamente ha desempeñado su carrera en áreas bastante sensibles e interesantes encabezando Bancomext, Relaciones Exteriores, la Secretaría de Hacienda y un salto cualitativo y cuantitativo muy relevante con ese paso hacia la internacionalización de su carrera –y de su aprendizaje– al colocarse en la OCDE.
Digamos que él conoce a buena parte de los líderes globales, conoce los entresijos de los organismo multilaterales; le ha tomado el pulso a los graves problemas mundiales y aquellos de impronta a los que hay que atajar de ya.
A COLACIÓN
Hace unos días, tuve la oportunidad de hablar vía telefónica con el doctor Gurría para conocer su opinión acerca del Impuesto Mínimo Global, que finalmente, ha sido avalado por 130 países y que en unos días más, en la cumbre del G-20 en Venecia será anunciado con bombo y platillo como el nuevo gravamen disponible para que los gobiernos del mundo puedan obtener esos recursos extraordinarios necesarios que la urgencia sanitaria ha exprimido hasta la saciedad.
Durante más de ocho años, el trabajo de Gurría en la OCDE encaminó hacia darle forma y cuerpo a este impuesto no solo en la parte técnica sino en la más toral: consensuarla con los líderes mundiales, convencerles de su utilidad para que una mayoría la apliquen.
Se trata de una idea original, según me explicó de viva voz el extitular de la OCDE, surgida entre Francia y Alemania, que pasó a manos del organismo multilateral y que, debió por lo menos, ser aprobada por la mayor parte de los países hace más de dos años pero que se retrasó dado que en su momento, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump empezó a ponerle muchas trabas.
Ha sido la llegada de Joe Biden, a la Presidencia de Estados Unidos, lo que ha podido desatorar al Impuesto Mínimo Global; así, como mínimo, los gobiernos gravarán con el 15% las ganancias in situ de las grandes multinacionales tecnológicas y digitales.
Ya no habrá forma de evadirse. También ha contribuido a acelerar este nuevo impuesto el que las arcas públicas de todos los gobiernos están sobreendeudadas y necesitadas de dinero por todo lo que la pandemia del SARS- CoV-2 está significando no solo en presión hospitalaria y en la vida de las personas sino por la destrucción de empleos provocada.
En una parte de la entrevista le pregunté a Gurría, si él se veía presidenciable dentro de tres años, justo en un momento en que el presidente, Andrés Manuel López Obrador, ya destapó a seis personas por parte de su partido Morena.
Hay gente en México que le ve grandes posibilidades: primero, porque ha estado fuera de su país (pero nunca desapegado, de hecho la OCDE tiene una oficina en el país azteca) y eso le ha permitido estar descontaminado de la grilla barata y fuera del golpeteo político malicioso; segundo, porque tiene un gran bagaje de conocimiento y experiencia y una poderosa cartera de activos en cuanto a contactos internacionales de primera mano que nadie más tiene ni siquiera Marcelo Ebrard, como titular de Exteriores.
Es verdad que no me dijo ni sí o no, pero dejó claro que está en su país para servir a México primero; y aunque sabemos que le apasiona el multilateralismo y el ámbito exterior tampoco hay que descartarlo ya de inmediato. La cuestión es que si Biden es presidente con 78 años bien conservados, por qué no Gurría…
@claudialunapale