La cúpula priista nacional ya le traía ganas a Ulises Ruiz Ortiz desde cuando alzó la voz durante la dirigencia encabezada por Enrique Ochoa Reza, pidiendo desde entonces procesos abiertos de selección interna a puestos partidistas y de candidaturas a cargos de elección popular.
El ex gobernador oaxaqueño no quitó el dedo del renglón cuando Ochoa Reza fue relevado por René Juárez Cisneros y luego éste por Claudia Ruiz Massieu Salinas; tres dirigentes en el breve periodo de julio de 2016 a agosto de 2019, en que fue electo el actual presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas (“Alito”).
Así que Ulises Ruiz se ha convertido en una piedra en el zapato de la cúpula priista nacional, que no es precisamente la dirigencia formal; ésta, en la praxis interna, en realidad es solo apariencia; el mando lo tiene todo un grupo político.
Por eso la cúpula le puso todo tipo de obstáculos cuando en 2019 quiso competir por la presidencia nacional priista. Ni siquiera le permitió el gusto de convertirse en candidato; de plano lo vetaron desde la convocatoria cerrándole toda posibilidad de reunir los requisitos.
Y es que la cúpula priista tiene el control de la estructura estatutaria, empezando por los órganos de máxima decisión interna, donde mediante la forma legitiman las decisiones tomadas previamente por el grupo dominante.
Ni cómo derrocar una ‘dictadura’ interna tan perfecta, salvo con la inconformidad masiva de la militancia o con la extinción del PRI.
En fin, en la “toma” de la sede nacional priista, la cúpula encontró el pretexto exacto para sacudirse a Ulises Ruiz con el inicio del proceso de su expulsión, el cual deberá seguir las reglas del debido proceso dándole derecho de audiencia y defensa.
Aunque de todos modos probablemente lo expulsarán, como bien supone Ulises Ruiz precisamente por la razón de que la cúpula, representada por la dirigencia nacional encabezada por “Alito”, tiene el control de la estructura.
La pregunta es si con la expulsión del ex gobernador oaxaqueño y de Nallely Gutiérrez (quien también fue notificada del proceso para sacarla de las filas priistas) se terminará el conflicto interno en Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Parece que no, porque por lo menos Ulises Ruiz ha dicho estar dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias defendiendo su derecho político electoral de afiliación, así como sus derechos como militante.
También se defenderá en caso de existir en su contra denuncia penal por la “toma” de la sede nacional priista, cuya dirigencia asegura haber sido violenta, aunque él afirma que fue pacífica. ¿Y la trifulca de junio pasado donde hubo hasta balazos? La cúpula responsabiliza a Ulises, y viceversa.
Dos situaciones deberán probarle a Ruiz Ortiz: Su responsabilidad en la balacera y las causas estaturias por las cuales se pide su expulsión; causas, que, por cierto hasta el momento se desconocen. Hasta ayer el propio acusado no había hecho públicas.
Suponiendo que la cúpula priista consiga su expulsión, ésta servirá al ex gobernador oaxaqueño como una bandera del movimiento que encabeza para sumar a su favor a la militancia inconforme acumulada desde la debacle de 2018 hasta el seis de junio pasado con los pobres resultados.
Además, la disidencia no es solamente Ulises Ruiz, ni Nallely Gutiérrez; seguramente se trata de otro grupo político interno.
En fin, su expulsión puede fortalecerlo. Incluso, tomando otra decisión política: Irse a otro partido político como en su momento lo hizo el ahora ex priista y también ex gobernador oaxaqueño Diódoro Carrasco Altamirano, quien encontró buen cobijo en el PAN.
Diódoro fue otro priista hostigado, y la cúpula del PRI en su entidad natal también buscó su expulsión, pero él se fue antes de darles el gusto, aun cuando política y mediáticamente fue un escándalo la petición de sacarlo; petición, que, incluso, hicieron personajes muy cercanos a él durante su sexenio y que formaron parte de su gabinete en posiciones clave.
No se dude que la cúpula priista nacional aplique la misma estrategia con Ulises. Por cierto, en la gubernatura de Oaxaca éste fue sucesor de José Murat Casab, y Diódoro, su predecesor. Qué coincidencia, ¿no? La diferencia es que Carrasco Altamirano se fue del PRI, y Ruiz Ortiz no se quiere ir.
¿O sí? Pues como decíamos, puede irse a otro partido político, o tiene la opción de constituir su propio partido. Ya anda como ensayando con su agrupación política nacional “Movimiento por el Rescate de México” y con su organización “Democracia Interna”.
Solamente habrá que esperar los tiempos señalados en la ley y cumplir con las formalidades de la misma. El procedimiento inicia en enero del año siguiente al de la elección presidencial, y es largo y tortuoso. Por lo pronto, con su movimiento Ulises Ruiz construye la membresía necesaria para cuando llegue el momento.
Antes, con la agrupación política puede colocar candidaturas rentables en cualquier partido político nacional mediante acuerdos de participación.
O sea, dentro o fuera del PRI, Ulises Ruiz seguirá activo en la vida política. Y la cúpula priista mientras más lo haga mártir, más posicionará su nombre. Incluso, tras ser notificado del inicio del proceso de su expulsión, anunció seguir firme en continuar su recorrido por el interior del país.
La estrategia del oaxaqueño se parece mucho a la de AMLO cuando organizó un movimiento en su camino a la conformación de Morena, con la diferencia que de que López Obrador primero bateó al PRD.
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