La verdadera resistencia

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Más allá de cuan indignante resulte la situación política en la que estamos inmersos, no la superaremos creyendo que se trata de una guerra de guerrillas, o un movimiento de resistencia: eso no solamente abona al discurso del presidente, sino además es altamente pueril. A final de cuentas, jugar desde una posición extrema solo termina hermanando a esa persona con su opuesto: como si se tratara simplemente de cambiar de lado de la cancha, según si se está en el gobierno o la oposición.

En lugar de fantasear con guerras y ocupaciones inexistentes, el verdadero reto consiste en la forma que asumimos nuestra propia responsabilidad en esta situación, y la capacidad que tengamos para tejero otro tipo de relaciones sociales. A final de cuentas, no llegamos aquí por la conspiración de algún extraño enemigo, sino gracias a que nos dejamos llevar, gustosos, además, por el discurso emotivo y confrontativo de un demagogo, quien simplemente se aprovechó del descontento por un sistema político que ya había dado de sí. Para decirlo de otra forma, todos somos responsables de dónde estamos y solamente nosotros podremos superar este embrollo.

Más allá de buscar cómo dramatizar esta situación y creer que los oponentes son enemigos, llámense “fifís”, “chairos”, “facilitadores”, “tibios”, “colaboracionistas” o cualquier otro término petulante que deseemos inventar, es interesante ver cómo una obra que se cita como manual de resistencia, Sobre la tiranía. Veinte lecciones del siglo veinte, de Timothy Snyder, hace más recomendaciones sobre nuestra actitud individual que respecto a acciones colectivas. A continuación, citaré las que considero más relevantes para este efecto, con sus encabezados:

No obedecer por adelantado. Mucho del poder del autoritarismo se entrega gratuitamente. En tiempos como esos, los individuos piensan por adelantado sobre lo que un gobierno más represor querrá, y se lo ofrecen sin que se lo hayan solicitado. Un ciudadano que se adapta de esta forma está enseñando al poder lo que puede hacer.

Asume responsabilidad por el rostro del mundo. Los símbolos de hoy permiten la realidad de mañana. Date cuenta de las esvásticas y otros signos de odio. No les quites la vista, no te acostumbres a ellos. Retíralos de ti y pon un ejemplo para que otras personas lo sigan.

Recuerda la ética profesional. Cuando los líderes políticos dan un ejemplo negativo, se vuelven más importantes los compromisos profesionales con una práctica justa. Es difícil subvertir un estado de derecho sin abogados, o efectuar juicios simulados sin jueces. Los autoritarios necesitan servidores públicos obedientes, y los directores de campos de concentración buscan empresarios interesados en trabajo barato.

Destaca. Alguien tiene que hacerlo. Es fácil que otros sigan. Puede sentirse extraño hacer o decir algo diferente. Pero no puede haber libertad sin esa incomodidad. Recuerda a Rosa Parks. El momento que des ejemplo, se rompe el hechizo del estatus quo, y otras personas seguirán.

Se gentil con nuestro lenguaje. Evita pronunciar frases que todos pronuncian. Piensa sobre tu propia forma de hablar, aun cuando sea para transmitir esa cosa que tú cree que los demás dicen. Haz un esfuerzo por separarte de la internet. Lee libros.

Investiga. Figura las cosas por ti mismo. Pasa más tiempo leyendo artículos extensos. Subsidia el periodismo de investigación suscribiéndote a un medio impreso. Date cuanta que algo de lo que está en internes es para dañarte. Aprende sobre sitios que investigan campañas de propaganda, algunas desde el extranjero. Asume responsabilidad de lo que comunicas a otros.

Establece contacto visual y conversaciones triviales. Esto no solo es amable. Es parte de ser un ciudadano y miembro responsable de la sociedad. Es también una forma de mantenerse en contacto con tu entorno, superar barreras sociales, y entender sobre quién deberías confiar o no. Si entramos en una cultura de la denuncia, querrás saber sobre el panorama psicológico de tu entorno.

Establece una vida privada. Gobernantes más crueles usarán lo que saben de ti para presionarte. Libera a tu computadora de malware de manera regular. Recuerda que escribir correos electrónicos equivale a hacerlos masivos. Considera usar formas alternativas de internet, o simplemente usarlo menos. Realiza intercambios personales en persona. Por la misma razón, evita cualquier problema legal. Los tiranos buscan un gancho en el cual colgarte. Trata de no tener ganchos.

Contribuye a buenas causas. Se activo en organizaciones, sean o no políticas, que expresen tu punto de vista sobre la vida. Elige una caridad o dos aporta regularmente. Entonces habrás elegido libremente alguna alternativa que apoya a la sociedad civil y ayuda a otros a hacer el bien.

Si la mayor parte de los actos de resistencia implican el jardín propio antes de exhibir alguna superioridad moral o intelectual, verán poco a poco cuán banales son quienes creen que realizan actos llamados de “resistencia” en redes sociales.

@FernandoDworak