La velocidad del periodismo de coyuntura está afectando al periodismo de investigación. La dinámica del estallamiento de conflictos impide el seguimiento de pistas de fondo y todo queda en la circunstancia superficial y de corto plazo.
El documental sobre el columnista Manuel Buendía volvió a reabrir el interés sobre su asesinato y la precaria, amañada e insuficiente investigación gubernamental tardó 48 horas en el ambiente periodístico. Sin embargo, de nueva cuenta se abrieron algunas ventanas selladas que debieran conducir a una profundización más allá del corto plazo.
Aquí se presentaron algunos análisis del momento. Y uno de los temas centrales aparece en la presencia ominosa de la CIA estadounidense, pero no por las revelaciones de Buendía desenmascarando a dos jefes de la estación en México, sí no por cuando menos tres circunstancias:
1.- El Irancontra que involucraba a la Casa Blanca de Reagan, su Consejo de Seguridad Nacional y la CIA en la triangulación de armas y drogas al grupo financiado por EU para derrocar al gobierno sandinista nicaragüense conocido como la contra y la violación de una prohibición del Senado para hacer negocios con Irán por aquella ocupación de más de un año de la embajada estadounidense en Teherán.
2.- De manera paralela ocurrió en México un incidente que involucraba a la CIA y a la Dirección Federal de Seguridad. El tema fue reventado el 23 de junio de 1985 a través de una nota en la primera plana del periódico The New York Times, escrita por los expertos en seguridad nacional Joel Brinkley y Robert Lindsay y con información directa del embajador John Gavin: la revelación de qué la Federal de Seguridad mexicana había establecido convenios con el organismo de seguridad de Alemania comunista, el STASI, que representaba los intereses del KGB soviético.
En una charla en 1985 con el autor de Indicador Político, Zorrilla aceptó que se había alejado de la CIA y que tenía contratos de capacitación de agentes con los alemanes comunistas. El temor de Gavin –que operaba como el jefe real de la estación de la CIA en México– radicaba en la posibilidad de que Zorrilla le filtrará a los alemanes y soviéticos información operativa de la agencia estadounidense, toda vez que el director de la DFS era el contacto directo con la CIA.
La nota del diario neoyorquino no tuvo repercusión política en México, aunque fue leída y subrayada por funcionarios de Gobernación porque implicaba un cambio de tono y fondo en las relaciones de seguridad nacional México-EE. UU., a partir del hecho de que la Federal de Seguridad mexicana fue fundada a instancias de la CIA para crear una agencia nacional que representará los intereses estratégicos de Washington.
3.- En 1985 el autor de Indicador Político públicó en el periódico El Día un reportaje de cinco partes sobre las actividades del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca en Nicaragua y en México. Y en 1987 el periodista Bob Woodward dedicó un capítulo de su libro Velo, las guerras secretas de la CIA a contar la historia de que el director de la agencia había ordenado la elaboración de un reporte especial enfatizando el caos mexicano que permitiera mayor intervención estadounidense. El designado para hacer el reporte, John Horton, se negó a redactarlo porque había sido jefe de la estación en México y sabía que la Casa Blanca buscaba una evaluación inventada.
Estos tres datos no fueron profundizados en la investigación que se hizo sobre Buendía. El fiscal especial Miguel Ángel García Domínguez –que fue premiado con una silla en la Suprema Corte de Justicia– señaló con simpleza que no le dieron información al respecto y por lo tanto no abrió una carpeta real de investigación pericial. Sin embargo, los hechos que involucraban a la CIA en México y que venía desde las revelaciones de los jefes de estación que hizo Buendía también se entretejían con la información de la vinculación de la DFS mexicana en el tráfico de armas y drogas EU-Irán-Nicaragua y el STASI. No hay indicios de que Buendía estuviera investigando este tema, pero sus relaciones personales e informativas con Zorrilla podrían haber existido en términos informativos de expediente.
La presencia de la CIA en el asesinato de Buendía es una investigación pendiente.
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