Por un momento parecía que la postura de Estados Unidos se acercaba a la de México en el tema de migración, el gobierno de Biden reconocía la validez de la tesis de que el mejor freno de la migración consistía en el desarrollo económico en los países que expulsan población.
El gobierno de México no lo planteaba y el de Estados Unidos no reconocía su responsabilidad para crear las fallas estructurales que envían migrantes, pero se reconocía como parte interesada porque la gente busca llegar allá.
Estados Unidos anunció por lo menos en dos ocasiones que invertiría en Centro América, aceptando la tesis mexicana de que se sumaran al proyecto ambiental, “sembrando vida” que consiste en reforestar y crear una economía agrícola. En México hay 420 mil sembradoras y se busca plantar mil cien millones de árboles, con árboles maderables como cedro, macuilis, caoba, pino, ramón o capomo, y frutales como plátano, limón, aguacate y durazno. Sin duda que esto compensa la producción de CO2.
México ha absorbido el costo político de “detener/regular/frenar” la migración, pero en esta coyuntura al parecer a cambio de que se iniciara el proyecto de desarrollo económico. Pero el elefante estadounidense no se mueve en la velocidad requerida, no quiere hacerlo o el gobierno opta por no enfrentar el costo político frente a los halcones que abogan por soluciones de fuerza: detención prolongada (que beneficia empresas carcelarias privadas), deportación, aunque los enviados de regreso sean asesinados. O Biden apuesta a su plan de rescate económico y Centro América es un pez muy chiquito en el estanque de los tiburones estadounidenses que se quieren tragar 3.5 billones de dólares.
Las caravanas de centroamericanos según la ONU se iniciaron en octubre de 2018 y se conforman por miles de personas, que al parecer se van alimentando conforme van avanzando, en esa primera al salir de Honduras eran 1,300 y llegaron 6,000 a México. Una de las razones para avanzar en caravana es lograr protección contra la depredación de criminales y de autoridades corruptas.
El gobierno mexicano se comprometió a frenarlas y destinó contingentes de la Guardia Nacional para tal objeto, cuestión seriamente cuestionada, pero en Centro América al parecer el triunfo de López Obrador y de Biden envió una señal de tolerancia a los migrantes, aunque el gobierno de Estados Unidos se apresuró a decir que no vayan porque no podrán entrar, la vice presidenta Harris lo dijo en Centro América. Pero la desesperación y el peligro en sus países es más potente que la retórica política.
Pensamos que el gobierno de México se quejó de la lentitud del financiamiento estadounidense y decidió tensar la situación creando una agenda política que reforzara su papel político internacional. En este contexto AMLO dio dos pasos simbólicos muy potentes: Convoca a la cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) que es un mecanismo de concertación e integración regional, alrededor de los festejos de la independencia mexicana, y en este contexto le da relevancia al presidente de Cuba y la cumbre termina con un llamado al fin del embargo de Estados Unidos, independencia de Cuba y México en el mismo terreno. En la cumbre hubo un llamado a crear un gran frente latinoamericano e inclusive sugerir un modelo de integración como el de la Unión Europea derrotando la noción de la Iniciativa de las Américas que Estados Unidos anunció, pero nunca supo/quiso concretar.
Entonces cesa la agresión y detención de migrantes, en parte influido por una censura política generalizada debido al uso de la fuerza y brutalidad de los agentes migratorios y llegan miles de migrantes, en su mayoría haitianos, a la frontera con Estados Unidos.
Por medio de esta maniobra México logró varias ganancias: Recuperar su papel de líder latinoamericano; Mostrar independencia de Estados Unidos abanderando el principio de la soberanía, debilitar a la OEA y sus maniobras intervencionistas como la que propició el golpe de Estado en Bolivia; la convocatoria a crear y encabezar un frente latinoamericano le permitirá negociar con Estados una agenda colectiva y una binacional.
La colectiva reclama inversión de Estados Unidos para ayudar a los países dominados a superar más fallas estructurales derivadas del largo colonialismo estadounidense, la agenda binacional entre México y Estados Unidos es muy compleja y no se afecta con un solo tema, aunque un posicionamiento político de esta envergadura nivela el terreno de manera distinta a como lo recibió en 2018.
Es de esperar que la derecha busque sabotear este proyecto nacional, para ellos lo que avance AMLO es un retroceso para su mezquindad, y en este caso, sin duda que mueve la veleta política en una nueva dirección hacia el 2024.
@shmil50