Las circunstancias ponen a prueba la unidad en Morena y del PRI
En Morena, el partido chiquitín que en cuatro años se convirtió en gigante, es indiscutible la unidad cuando se trata de defender a su fundador, Andrés Manuel López Obrador, actual Presidente de la República. Lo defienden incluso por encima de cualquier derecho humano o principio constitucional.
Por ejemplo, recuerden cuando en la campaña presidencial Yeidckol Polevnsky, siendo la encargada de la dirección nacional de Morena, amenazó en que si había fraude electoral se “soltaría el tigre” o “aparecería el diablo”.
El caso público más reciente: Las amenazas a Lilly Téllez y a su hijo porque la senadora, en ocasión de la entrega de la Medalla Belisario Domínguez, pretendía subir a tribuna para decirle al presidente López Obrador los artículos de la Constitución Política frecuentemente transgredidos por él, según declaró la legisladora.
Y así, un sinfín de casos de personas de la esfera pública o privada cuyas libertades se han visto amenazadas porque manifiestan su desacuerdo con la forma de gobernar de la “4-T”, encabezada por el presidente Andrés Manuel.
Sin embargo, esas expresiones que parecieran parte de la unidad morenistas se desvanecen cuando se trata de disputar cargos internos, posiciones políticas, candidaturas a cargos de elección popular, poderío económico y cualquier otro asunto de poder.
Entonces queda al descubierto la fragilidad de la unidad interna de Morena. Tal vez porque al final de cuentas es como su nombre mismo lo dice: Un Movimiento, que atraviesa por la etapa de consolidación de un verdadero partido político. Cosa a prueba a partir de que el partido arribó al poder.
A Yeidckol casi la crucifican acusándola de desvío de recursos prácticamente en el contexto de la “elección” interna de la persona titular de la presidencia del Comité Nacional que ganó Mario Delgado Carrillo por encima de Porfirio Muñoz Ledo como resultado de encuestas.
La selección interna de candidaturas a cargos de elección popular en 2021 dejó fisuras en el partido, que ocasionaron la merma de curules en la Cámara de Diputados Federal y de espacios en la Ciudad de México; además de encono entre la militancia morenista en diversos municipios y entidades federativas. Amén, de otros factores.
Ese encono es visible en varias de las entidades donde en 2022 habrá elecciones a la gubernatura. Ahí anda Mario Delgado llamando a la unidad interna, a “dejar a un lado politiquerías”; llamado innecesario cuando al interior todo es cohesión.
Y esa fragilidad interna ahora es evidente al más alto nivel, a partir de que Andrés Manuel se le dio por destapar “corcholatas” para sucederlo en la Presidencia de la República en 2024 seguro de repetir el triunfo morenista.
Ricardo Monreal Ávila, a quien no mencionó entre las probables “corcholatas”, no ha quitado en dedo del renglón en pretender la candidatura de Morena para suceder a AMLO, incluso dijo quererla “a la buena”. Y Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, las cartas fuertes del tabasqueño, traen cierta fricción.
Será que a Morena le aplica lo siguiente: “Cuando el dinero y el poder entran por la puerta, la unidad sale por la ventana”:
LA UNIDAD PRIISTA
En el PRI la unidad de por sí está hecha trizas. La gran debacle de 2018 desunió todavía más al longevo partido, que arrastraba la herida de la derrota presidencial de 2000.
Hoy, la prueba de la frágil unidad interna priista, no es un resultado electoral, sino la reforma energética propuesta por el presidente López Obrador: Se debaten entre aprobarla o rechazarla.
Aun cuando el presidente nacional del partido, Alejandro Morena Cárdenas, acaba de mandar un mensaje de fortaleza interna, así como respecto a la alianza “Va por México” con el PAN y el PRD.
El Revolucionario Institucional se encuentra en la coyuntura de jugar el papel de partido comparsa de Morena prácticamente con pase automático a su sepultura, o desempeñar su papel de oposición para reposicionarse y fortalecerse con la alianza.
Ya se verá de qué está hecho cada diputado y diputada federal de la bancada priista a la hora de votar.
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Rosy RAMALES