Fernando Muñoz
Se ha publicado recientemente en los papeles del sitio una incomparable colección de artículos políticos, fechados entre 1989 y 2013, firmados por Dalmacio Negro, uno de los más grandes filósofos en activo en esta Europa de nuestras tribulaciones. Liberalismo, Iliberalismo constituye un texto de primera necesidad para un mundo en ruinas, cuya reconstrucción exige ir a los cimientos.
A sus lectores no les sorprenderá la profundidad del diagnóstico, el exacto conocimiento del proceso histórico y del nervio teórico que lo rige, la radical determinación de lo que Dalmacio Negro llama la tradición de la libertad y su excepcionalidad en la historia europea, a sus lectores no sorprenderá la claridad del estilo, pero – muy especialmente – no les sorprenderá el asombroso valor del autor que firma estas páginas.
Hace falta un valor contrastado para decir la verdad, empezando por decir que no a la impostura a la que ha conducido la distorsión del viejo liberalismo que, por efecto de los “horribles simplificadores” (J. Burckhardt), ha acabado convertido en un liberalismo liberticida, en un progresismo pánfilo, en un democratismo mórbido.
Nadie como Dalmacio Negro conoce el proceso de esa horrible mutación que ha hecho de la tradición de la libertad y de su fundamento cristiano una ideología pseudodemocrática, que funciona como un religioso laicismo o, más propiamente, como un paradójico antropoteísmo que conduce a la abolición del hombre.
Nadie como Dalmacio Negro ha ahondado en los hallazgos de Carl Schmitt o de Reinhart Koselleck relativos a la neutralización de los fundamentos morales de la vida humana, resultado de la extensión integral de un Estado pretendidamente apolítico. Nadie conoce con su precisión y exactitud el modo de pensamiento ideológico que – resultado de ese proceso – es hoy abrumadoramente hegemónico.
La hegemonía del pensamiento ideológico fragua en los difíciles siglos XIV y XV – fechas que dan idea de la importancia que para nuestra historia tiene este diagnóstico – y en las guerras civiles religiosas que, consecuencia de la Reforma, concluyen en la idea del hombre como animal social. De ahí la exigencia de una forma de lo político capaz de instaurar la paz social. A mi juicio es casi una evidencia la idea de que la sociedad es un producto reciente, que surge de la negación de la vieja comunidad política y precisa de una forma de totalización abstracta que se acabará hallando en el Estado moderno. Todo el contractualismo es un fenómeno derivado de este proceso que conduce, a partir de Rousseau y a través de una peripecia que Dalmacio Negro sabe detallar, a la idea de fusionar estado y sociedad en la forma de los estados totales, ya sean fascistas, comunistas o democráticos, en suma: el fascidemobolchevismo de Roy Campbell.
La bibliografía de Dalmacio Negro constituye un monumento de filosofía política y una objeción ciclópea al curso del mundo o al contramundo – por volver al magnífico título de Carlos Marín-Blázquez – que ha conducido a este presente sin gloria, inhumano y brutal: post-antropológico, tecno-económicamente optimizado.
Adelantándose décadas a la hoy evidente victoria del totalitarismo liberal, a la evidente naturaleza de mito religioso de la democracia europea, Dalmacio Negro fue dejando huellas de su pensamiento en esta colección de artículos, junto al despliegue de una obra soberbia, pero menos accesible que estas páginas, en cuya brevedad se encierra toda la potencia de un deslumbramiento y el riesgo de una benefactora conmoción.
El autor cita a Max Scheler para encontrar en la resistencia o en la capacidad de oposición, en suma: en el poder de decir no, el elemento de nuestra condición humana. En la Europa actual apenas se hallará un mentís pronunciado con mayor claridad y decisión, pero con el gesto calmado del que contempla el contramundo desde la cima de muchas décadas de estudio, sin desesperación, pero con la debida alarma. En fin, con la parsimonia del que sabe que “la historia de muchas vueltas y la necessitá delle cose podría reclamar la vuelta al realismo político. Wait and see”.
Doctor en Filosofía y Sociología
Publicado originalmente en elimparcial.es