Santiago Creel. Las posibilidades de la concertacesión

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Xóchitl Patricia Campos López

Una antigua máxima de las elecciones mexicanas rezaba que se podía ganar en la mesa lo que se perdía en las urnas. La mayor parte de la oposición, incluido el PRI, alcanzó más que curules o presidencias municipales con este tipo de pactos. De ahí que resulte importante la mirada sobre los acuerdos que Santiago Creel ha conseguido con el Gobierno Federal en las manos de MORENA y por encima de su propio partido político.

Es cierto que la crisis interna de Acción Nacional tiene una magnitud fuerte por la corrupción neoliberal y el pragmatismo ejecutado por el grupo de Ricardo Anaya. La dirigencia actual controla ciertos elementos burocráticos que le han permitido dominar el partido, pero derivan en fracasos electorales. El transfuguismo de las corrientes históricas del PAN incluso amenaza con la extinción del otrora crisol de las derechas mexicanas.

Por tal razón, el acuerdo de Santiago Creel con el morenismo, puede devolver la legitimidad a la corriente de ultraderecha que se ha visto marginada dentro del PAN y posicionarlo hasta ser uno de los contendientes principales por la candidatura a la presidencia de la república. Creel tuvo que ceder la continuidad del sexenio foxista a Felipe Calderón Hinojosa por confundir el PAN con el PRI y olvidarse de las lealtades que guardan las facciones católicas de la derecha nacional. Ahora ha conseguido acuerdos que pueden sincronizar el conservadurismo de Morena con el de Acción Nacional, convirtiéndose así en el protagonista de las derechas por encima de los grupos que eligieron la confrontación directa, e infructuosa, con AMLO.

El presidente de la república requiere de una derecha a la altura de su conservadurismo histórico, una competencia política capaz de establecer una simbiosis que complemente discursos y actores. Así como Carlos Salinas estableció un maridaje con una facción panista que coadyuvó a impulsar su proyecto nacional, ahora AMLO requiere lo mismo del grupo conservador que se alzó con la primera presidencia de oposición, al menos en los colores y letras, en el siglo XXI mexicano.

El partido en el poder no logra institucionalizarse, se mantiene como un movimiento circunscrito a un caudillo y condición social; puede ser cooptado y destruido en cualquier momento. Para poder identificarse como partido y gobierno, Morena requiere un referente que le alcance a definir. AMLO necesita un Partido Acción Nacional como el que Santiago Creel puede construir.

El neoliberalismo arrasó con el sistema de partidos en México, el corporativismo tradicional no se adaptó -así como nuestra economía- al verdadero liberalismo social, político y económico que exigen las democracias consolidadas. El populismo es una tabla de salvación para la cultura hispanoamericana, la derecha histórica lo comprende -aunque le irrita- y, por ello, los acuerdos de Creel con AMLO comienzan a ser provechosos para un panismo que se extravió al conquistar el poder y enfrentarse a la tarea de gobernar. Ojalá que Morena aproveche la oportunidad.