La Alianza Feminista contra el Borrado de las Mujeres (Madrid) denuncia que, en algunos países del mundo, se aprobaron leyes que permiten que cualquier hombre pueda “autodeterminarse” mujer, sólo con su palabra como único trámite necesario. Y señala que es inadmisible permitir que el “género” se introduzca en las leyes como una “identidad” y se proteja por encima de la categoría “sexo”.
Y explica: El género no es una identidad, el género es el conjunto de normas, estereotipos y roles impuestos socialmente a las personas en función de su sexo. E insiste: la sustitución de la categoría sexo por la de identidad de género, convierte la definición de mujer en algo completamente subjetivo y que afecta a nuestra realidad material en muy diversos ámbitos.
Hoy tendremos que reflexionar y emprender una nueva lucha feminista en todo el mundo ante estos hechos, que ya han llegado a México. Hoy se lee en boletines oficiales de Inmujeres o de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos e incluso grupos feministas institucionales.
Se busca borrar a las mujeres con el pretexto de la inclusión, de grupos de hombres y mujeres que viven y sufren discriminaciones específicas, por su condición social, pero cuyas características sexuales no cambian. Todavía ninguna lesbiana puede embarazar a una mujer y ningún homosexual puede concebir un ser humano. ¿Por qué entonces se habla de “personas gestantes”? ¿Hay “personas” que puedan embarazarse que no sean mujeres?
Leí azorada la definición de mujer que aparece en el Glosario de Género y Diversidad Sexual que presentó la fracción de mujeres del Partido de la Revolución Democrática (PRD) el 10 de noviembre: “Mujer: Persona cuya identidad de género se construye alrededor de lo femenino, lo que lleva a que se autodefina e identifique como mujer independientemente de sus característica biológica, orientación sexual o expresión de género”. Una verdadera aberración, desviada por una corriente neoliberal y de derecha.
No está en duda reconocer la diversidad sexual o social, amparada en instrumentos internacionales de derechos humanos, defendida por el feminismo, tanto como la “interseccionalidad”, por las condiciones diferenciadas entre mujeres, de etnia, clase, origen cultural y condición. De ahí que hablamos de mujeres y no de mujer en abstracto. No somos idénticas.
El borrado de las mujeres ha llegado a México. Un dictamen sobre la igualdad sustantiva en la Cámara de Diputados borra la palabra “mujer de la Constitución Federal de la República”. Son cambios aprobados en marzo pasado, pero el dictamen está detenido y a discusión por esta confusión de términos.
Una terminología sin explicación lógica y elemental. La abogada Patricia Olamendi Torres sostiene que parte de “un desconocimiento del marco jurídico protector de los Derechos Humanos, y elimina dos de las categorías que dan origen a la lucha contra la discriminación en todo el mundo […] sexo y raza”.
Lo grave es pretender que el feminismo excluye a minorías con derechos humanos. El feminismo nunca ha sido ni es «transexcluyente». ¿A quién beneficia este postulado? ¿Quién lo está fomentando? Tal vez un activismo importado, con muchas palabras en inglés, que intenta suplantar los espacios tan duramente conquistados, para la igualdad entre hombres y mujeres.
Resaltar y agrandar las diferencias y las discrepancias solo benefician a la ultraderecha y al neoliberalismo. Una tendencia empujada por la ignorancia. La condición social construida por los intereses patriarcales no puede ser autoadoptada, como esa definición de mujer aberrante. Veremos…
Periodista, directora del portal informativo semmexico.mx