Integralia Consultores acaba de publicar diez riesgos políticos para 2022, de los cuales dos se encuentran directamente relacionados con los procesos electorales en las seis entidades con renovación de gubernatura: Aguascalientes, Hidalgo, Oaxaca, Tamaulipas, Durango y Quinta Roo; en estos dos últimas también hay comicios para ayuntamientos y diputaciones locales, respectivamente.
En su reporte anual, esos tres peligros, escollos, los señala de la siguiente manera:
“Aumenta el riesgo de concentración de poder por el triunfo de Morena en la mayoría de las gubernaturas en disputa en 2022. Posiblemente, Morena se lleve cinco de seis gubernaturas, consolidando el dominio territorial de la coalición oficialista.”
“Se agudizan embates contra el Instituto Nacional Electoral, sobre todo en tres momentos álgidos: a) consulta de revocación de mandato, b) campañas y elecciones 2022, y c) propuesta de reforma en materia político-electoral, lo cual aumenta los riesgos de concentración de poder e incertidumbre jurídica.”
“El crimen organizado interfiere activamente en el proceso electoral de 2022. Esto aumenta los riesgos de incertidumbre jurídica e inseguridad pública y, a mediano plazo, es una de las amenazas más grandes para la gobernabilidad y el sistema democrático de México.”
Y aunque la consultora aclara que “riesgo no es predicción y el nivel de probabilidad puede cambiar durante el año”, el riesgo da un panorama del grado de fatalidades que podrían ocurrir en nuestro país en el contexto electivo solo de seis estados.
Imagínense el tamaño de los riesgos en el proceso electoral 2024 para las elecciones presidenciales, de senadores y diputaciones federales, que serán concurrentes con comicios locales en la mayoría de las entidades federativas.
Entonces, no es nada difícil intuir que si los referidos tres riesgos políticos para 2022 no se frenan, México entraría en un laberinto sin salida, sobre todo si el crimen organizado se apodera de la sucesión presidencial concurrente con la renovación de gubernaturas.
Y ningún partido está excento de prestarse como puente para la interferencia del crimen organizado. Incluso, los líderes partidistas formales y fácticos, ni cuenta se den.
Pero ¿cómo frenarlo? Ese sí que es un dilema. ¿O al partido o gobierno de que se trate no le quedará más que pactar a cambio de cierta paz interior?
Claro, no solo el crimen representa el más alto riesgo para México, sino también la crisis de partidos políticos, sobre todo a los cuales las circunstancias los colocan para desempeñar el papel de oposición y terminan jugando el papel de comparsas o de sátelites.
Y esa crisis de partidos abona a la concentración de poder en un solo partido político: Morena, con la tendencia de pronto convertirse en el partido hegemónico en el país, sin contrapesos que garanticen los equilibros constitucionales.
¿Y tiene la culpa Morena?
Cualquier partido político que llegue al poder tendrá el objetivo de apropiarse de todos los cargos de elección popular en los tres órdenes: Federal, estatal y municipal.
¿O dónde está el partido político bondadoso, generoso, que reparta y comparta los espacios de poder de manera equitativa?
Así que si los partidos políticos de “oposición” a Morena no se ponen las pilas para ganar gubernaturas en 2022 y en 2023, lo más probable es la tendencia de la concentración de poder en el Movimiento Regeneración Nacional y aliados, con el consiguiente riesgo hasta de la pérdida del registro del PRD, del PRI y del PAN en las elecciones de 2024.
Y ello con el consiguiente riesgo para los órganos autónomos como el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Aunque Morena también tiene enfrente el riego de la fractura derivada de sus procesos de selección interna de candidaturas a cargos de elección popular. Y ya sin Andrés Manuel López Obrador en la Presidencia de la República, quien sabe cual sea la suerte del actual partido gobernante en el país.
Correo: [email protected]