La sucesión se basa en el populismo

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Xóchitl Patricia Campos López

El testamento político de AMLO representa una incógnita que espera el fin de sexenio para responderse. A estas alturas, todo escenario resulta inseguro en razón del riesgo que tiene la salud del presidente de la república. Tal parece que la desaparición de López Obrador puede obligar a la cohesión de Morena así como una reacción agresiva de las bases populares contra sus enemigos históricos. Aún cuando los regímenes caudillistas de América Latina se hacen mesiánicos para concentrar el poder en la figura del líder, también es cierto que la desaparición heroica del caudillo, una inmolación del presidente, podría convertirlo en algo más que una leyenda.

Aunque la pérdida de ciertos líderes en la historia mexicana ha sido dolorosa para gran parte de la sociedad, pocos personajes sobreviven en la memoria colectiva para darle proyección de eternidad a una causa política. Es el caso de Francisco Villa, Emiliano Zapata, Morelos, Hidalgo o Lázaro Cárdenas. López Obrador ha escuchado los cantos gregorianos de la Historia y quiere entrar al Olimpo de la política nacional.

Es probable que la presión del contexto internacional, particularmente la pandemia del Covid-19, estableciera límites rígidos al proyecto regenerativo de la Cuarta Transformación. La prolongada crisis de salud así como la accidentada geopolítica de élites y naciones hegemónicas –particularmente Estados Unidos-, muestran que un sexenio no basta para la cambiar México como lo pensaba López Obrador. Si el mandato constitucional es insuficiente, luego entonces, un gobierno allende tiempo y espacio puede seguir ejerciendo control. Así es como Francisco Villa y Emiliano Zapata siguen promoviendo rebeliones y dirigiendo estrategias guerrilleras. De esta manera, el cardenismo se convierte en un relicario más que una agenda social.

El presidente Andrés Manuel comprende que su trabajo no se agota en un sexenio y, como otros líderes mesiánicos de Iberoamérica, sabe que la unidad del proyecto político que lo llevo al poder depende de la trascendencia. ¿Quién es el heredero de López Obrador? Aquel que se identifica con las movilizaciones, resistencias y luchas de los grupos subalternos, desposeídos y marginados históricamente. El testamento político asigna tareas, bienes, cargas; pero, también perfila al sucesor ideal.

Después de 2006 López Obrador se pensaba como Moisés, los límites físicos propios de su evolución histórica le hacen comprender la señal de que es poco probable que llegue a la Tierra Prometida. Los asuntos pendientes del Lopezobradorismo sólo pueden ser atendidos por el seguidor más fiel y comprometido con su pueblo.

El populismo justicialista es el guión de la novela histórica que construye la santidad de los líderes iberoamericanos. López Obrador ha alcanzado conciencia de que la causa política es más importante que las instituciones, el populismo sólo sobrevive en el martirologio y sacrificio.