Secularización y Sucesión

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Xochitl Patricia Campos López

Los delitos electorales cometidos por autoridades eclesiásticas en las elecciones pasadas y la lentitud del gobierno federal para aplicar la ley en función del Estado laico, es muestra del importante papel que sigue jugando la Iglesia Católica en el sistema político mexicano. No obstante, la modernización política que las alternancias han ocasionado, dentro de la clase política no hay la mínima intención de secularizar la vida pública sino todo lo contrario.

El próximo presidente de México debe reconocerse frente a la Burocracia Clerical del catolicismo y las otras religiones. La falta de civilismo, total impunidad y la falta de derecho, hace indispensable que los valores religiosos sean manifiestos en el derby por la presidencia de la república. La generalidad de políticos canallas obliga a que la manifestación de las actitudes religiosas en los liderazgos que pretenden la representación pública, en la mayor parte de las ocasiones signifique el único elemento que la sociedad tiene para evaluar las alternativas electorales. La vida pasa en una cultura política súbdito donde el Estado laico seguirá mirando al suelo como otros tantos derechos elementales de la sociedad.

El presidente de la república afirma ser liberal pero cuestiona la esencia de dicha doctrina política con la mayor parte de sus acciones. Con todo, el alto índice de aprobación implica que su estilo de liderazgo debe imitarse. El populismo es una religión política y aún cuando no tiene resultados económicos de gran impacto, brinda una experiencia epifánica a la sociedad que no deja de ser menos importante.

Aunque se afirma el declive del catolicismo en México y América Latina, religiosos y políticos tienen un pacto de conveniencia que toca las fibras profundas de la sociedad. La falta de significado mítico en las instituciones públicas y democráticas las ha dejado vulnerables frente a la intoxicación religiosa del populismo. La oposición a López Obrador no ha entendido esta situación y, por ello, sus políticos más interesados migran a Morena dejando espacios amplios en los partidos y regímenes políticos locales. Se critica la mística de López Obrador pero a los políticos del PRIANRD nunca les interesaron tampoco las instituciones.

La importancia de la religión aleja la posibilidad presidencial de los líderes progresistas de la corriente radical de Morena. El desastre que se advierte en la sucesión presidencial no es para el pueblo sino con los proyectos modernizadores. Es inútil señalar el conservadurismo de AMLO, es el mismo de los otros actores políticos, económicos y sociales.

Los dioses deben acompañar al sucesor, o al menos aparentarlo. La competencia por la candidatura presidencial de Morena no es sólo una lucha de plataformas políticas sino también de convocatorias religiosas. Las elecciones de 2018 barrieron el sistema de partidos y la simulación de instituciones liberales, estado de derecho y laicidad. La modernidad mexicana nunca existió.