Martha Aguilar
Nueva York, es la principal apuesta de Biden sobre seguridad pública, el éxito o fracaso de su política en la materia impactará en sus índices de aceptación nacional y en la carrera política de los demócratas en las elecciones presidenciales del 2024. Biden deposita sus fichas en la ciudad, si tiene éxito ¿Qué recibirá a cambio la ciudad de la manzana a cambio de la mordida presidencial?
Así es, Biden encaja una buena mordida de responsabilidad al alcalde neoyorquino Eric Adams. Hay que recuperar la seguridad pública perdida y de paso los índices de popularidad vapuleados por tanta violencia a nivel nacional y otros desempeños cuestionados por la opinión pública norteamericana. Para hacerlo, Nueva York pinta como el escenario ad hoc en donde la muerte de dos policías se tradujo en un ultimátum para las autoridades locales. Hay que actuar ya.
La reunión que sostuvieron Biden y el alcalde de Nueva York, Eric Adams además de proyectar un fuerte respaldo, puede ser visto como un giro en el manejo de la policía local con miras a extenderse al plano nacional. Una de las políticas más criticadas a raíz de los eventos del asesinato de George Floyd en 2020, fue la disminución presupuestal en varios departamentos de policía estatales y la supervisión sobre las acciones policiacas al proceder contra la delincuencia. El departamento de policía de Nueva York (NYPD), es un ejemplo de este desastre que viven las policías de todo el país.
A las protestas de los policías afectados a nivel nacional, se vinculó el escandaloso incremento de violencia en distintas ciudades y condados: atracos a mano armada, tiroteos, muertes violentas, y peor: la muerte de policías. La fotografía reciente en el New York Times sobre los honores presentados a los dos policías baleados, muestra unas calles repletas de uniformados furiosos por los resultados del recorte presupuestal y por la decisión de “atarle las manos” en su oficio diario en calles y barrios.
El primer fiscal de distrito del condado de Nueva York, Alvin Bragg, elaboró un documento dirigido al personal policiaco donde ofrece “alternativas al encarcelamiento, la reintegración social y la justicia restaurativa”. Quizá sea una forma más “humana” de abordar la delincuencia pero esto se traduce en que delitos como el allanamiento, conducir con una licencia vencida, infracciones de tránsito, prostitución y resistencia al arresto son conductas ilegales que ya no deben ser procesados. En el trato burocrático, se agilizan los procesos para liberar convictos, se sugiere disolver la Unidad de Delitos Sexuales y enfocarse en la atención de las víctimas…Y ¿el agresor?, ups bien gracias. En el memorandum, Bragg afirma “no todas las personas acusadas de poseer un arma ilegal en la ciudad de Nueva York son un impulsor de violencia”. ¿Algo nos suena familiar?
El resultado de este enfoque es un abierto laissez faire, un paraíso en donde los criminales gozan de absoluta “seguridad en la comunidad” para ejercer felices sus actos delictivos sin temor a ninguna represalia. ¿Será un “dejá vu” para nosotros los mexicanos?
Ubicándonos de nuevo en Nueva York (no en México), a Biden le urge alejarse de esta catástrofe. A eso fue a Nueva York, a dar un giro y tratar de distanciarse junto con Eric Adams, de estas políticas erróneas que le han propinado un buen chichón en los índices de popularidad, Y más cuando a “sus detractores” conservadores no les cuesta ningún trabajo encontrar datos duros con qué darle: en 2020 hubo 1,530 tiroteos en esta ciudad, y en 2021 fueron 1, 877, la cifra más elevada en décadas según datos publicados por El País.
Ese distanciamiento le urge a Biden, por eso anunció el aumento de presupuesto para el departamento policiaco de Nueva York, mejoras en la operación cotidiana (patrullajes por ejemplo) y políticas de prevención.
También, el alcalde Eric Adamas entra en acción, el “Biden local” como algunos le llaman, aplica su política del policía humano, de barrio, dispuesto a darle una probada al estrés callejero. Recorre las calles de Nueva York, sonríe en visitas a los trenes, saluda en los autobuses, observa a los ciclistas y hasta come a veces a lo largo de sus recorridos, y no precisamente tacos de canasta.
En ocasiones, se da espacio para recibir cartas en mano de parte de los ciudadanos quienes se sienten felices de platicar con el alcalde y ampliar sus quejas sobre la violencia en sus respectivos barrios. Eso sí, hay que aclarar que los recorridos son a pie y no en Tsuru ecológico.
Habrá que ver cuánto tarda en revirar la imagen negativa que tiene el NYPD en la ciudad. Biden apuesta al alcalde de color Adams que tiene apenas un mes en el cargo y dos policías muertos en su registro. El ex policía Eric Adams, tiene que pulirse en su táctica de acercamiento al ciudadano, en bajar los niveles de violencia y no enfrascarse en la retórica del “Ducto de Hierro” que ya tiene hartos a los ciudadanos. Adams, está obligado a dar resultados ya.
Así pues, la foto con Biden, las palmadas en la espalda al alcalde tienen su precio: hay que dar una seguridad que se sienta, que el ciudadano común vuelva a caminar seguro por las calles. Si la estrategia de seguridad pública de Nueva York fue el modelo para elaborar la estrategia nacional, pues hay que hacerla palpable a nivel de peatón, del conductor hasta el indigente que vaga por la ciudad.
Si el alcalde neoyorquino cumple las expectativas de Biden, ¿qué pasará con esta ciudad? ¿Se convertirá en el ejemplo nacional? De tener éxito la estrategia, el impacto en las encuestas sería sensacional. Y, de ser así, vale preguntar que obtendría la ciudad de Nueva York a cambio, además de seguridad cuál sería su recompensa. ¿Y para el “Biden neoyorquino” qué futuro le esperaría si la moneda cae del lado adecuado?