Trump, el triturador

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Martha Aguilar

Romper todo!!!, fue el hábito de catarsis de Trump con la documentación oficial. Al hacerlo, sentía un delicioso alivio. Ese “relax” propició que miles de documentos, incluyendo los “clasificados” fueron despedazados por las pequeñas manos de Trump o en su caso, incinerados bajo la mirada atónita de sus ayudantes.

La única forma para que un presidente de Estados Unidos rinda cuentas de su ejercicio en el poder es a través del registro que su administración hace de los hechos, políticas, cartas, propuestas, memos durante todo su mandato. Trump, no lo hizo. Los documentos en la Oficina Oval, incluyendo aquellos con el sello “Clasificado”, fueron destruidos por las manos trituradoras de Donald Trump o peor aún, incinerados.

Curiosos testimonios han salido a la luz gracias a las investigaciones que realizan las autoridades sobre los hechos del asalto al Capitolio. Hace unas semanas la Administración Nacional de Archivos y Registros recuperó en enero pasado unas 15 cajas de documentos de la residencia de Trump en Florida, las cuales debían entregarse cuando dejó la Casa Blanca, sin embargo, estaban arrumbadas en su residencia. 

De acuerdo a un reporte del Washington Post, asesores del presidente afirmaron que las cajas contenían recuerdos, regalos, cartas de líderes mundiales, incluyendo una correspondencia con el mandatario coreano Kim Jong misma que el propio Trump describió como “cartas de amor” y la misiva que le dejó Barack Obama cuando llegó a la Casa Blanca. En suma, el contenido no era gran cosa , tratando de minimizar el tema.

Los relatos sobre los coloridos desplantes del presidente son curiosos. Trump tomaba los documentos y sin leerlos, los “partía en cuatro partes, con dos movimientos precisos, a veces, los rompía tan vigorosamente en pequeños pedazos” y los tiraba a la basura, según testimonios de ayudantes muy cercanos. “Nunca paraba de romper todo”, ese hábito de destrucción indiscriminada duró toda su presidencia. 

A veces, dicen los testigos, dejaba los pedazos sobre su escritorio de la Oficina Oval, en el bote de basura de su estudio privado del Ala Este o simplemente en el suelo, a bordo del Air Force One. Allí quedaban memos con el sello de “confidencial” o de importancia mundana. También sufrieron la misma suerte reportes, análisis, artículos, memos importantes.

La costumbre nunca se le quitó. A pesar de que tanto su Jefe de Gabinete como funcionarios de la Casa Blanca le explicaron que era importante seguir la ley de conservación de documentos, Trump siguió rompiendo todo indiscriminadamente. Los ayudantes de la Casa Blanca, relatan que tuvieron que armar una operación de rescate consistente en seguir discretamente al presidente, recoger los pedazos de papel y, como rompecabezas, reconstruir el documento con cinta transparente. 

La Ley de Registro Presidencial señala que la Casa Blanca debe conservar toda documentación escrita relacionada con el trabajo presidencial, esto es, memos, cartas, notas, emails, faxes si es que los hay, y enviarlos al Archivo Nacional. Lo que hizo Trump es ilegal, desafortunadamente la Ley de Registro Presidencial no tiene ningún mecanismo para aplicar sanciones, es una ley sin dientes. ¿Habrá consecuencias legales por estos caprichos?, Trump lo ignora y en última instancia le tiene sin cuidado.

Un ex funcionario de la presidencia de Trump citado por el Washington Post dijo “él no quería dejar rastro de nada. Nunca paraba de romper todo. ¿De verdad creen que Trump está preocupado por la ley de registro? ¡Vamos!!!. Romper los papeles era un acto de catarsis para él, le daba cierto alivio como si el asunto no fuera relevante”, hacer trizas el documento y ¡listo!!, asunto arreglado, a otra cosa.

No es la primera vez que un presidente se comporta de esta manera, Richard Nixon trató de bloquear la divulgación de registros oficiales, incluidas las famosas cintas grabadas del conocido caso Watergate. Trump quizá no destruyó la documentación a propósito, sus allegados señalan que en el ámbito de los negocios, también tenía la costumbre de destruir todo. 

Ahora bien, si tiene la oportunidad de llegar de nueva cuenta a la presidencia, habrá que organizar una nueva operación especial dedicada a corretear a Trump y atrapar los documentos antes de que los parta en cuatro partes. Eso sí, habría que correr el riesgo de sufrir el enojo presidencial al arrebatarle la delicia de destruir el archivo nacional.