La historia de la sucesión presidencial, ha estado marcada por los lazos de amistad del presidente en turno y su sucesor, aunque en algunas ocasiones eso no ha definido la inclinación del mandatario en turno para elegir a quien dejará en su posición. En ocasiones, la amistad es el menor de los lazos, en tanto que en otras oportunidades ayuda a entender la decisión.
De amistades y más
En la historia de la sucesión presidencial, los lazos de amistad ayudan a entender la forma en que se definió a favor de los elegidos la decisión del Presidente en turno. Como una facultad exclusiva del mandatario y jefe del partido, la designación del sucesor seguía un proceso que tenía su punto culminante en el “destape”, acto que ungía al nuevo depositario del Poder presidencial.
Las razones que llevaban al Presidente de la República –hasta 1994, conviene recordarlo– a inclinar la balanza a favor de uno de los miembros de su gabinete, eran variadas, entre las que se encontraba el factor de la amistad.
Calles y Obregón eran amigos y socios en el proyecto de institucionalizar la Revolución Mexicana. El asesinato de Obregón evitó que Calles pudiera nombrar a otro de sus amigos, pues estos escasean en el medio político. Pero no ocurrió lo mismo con Ávila Camacho y Miguel Alemán, quienes eran amigos, a grado tal que el segundo acompañó al primero desde la campaña electoral.
Díaz Ordaz y Echeverría no eran propiamente amigos, pero lo aparentaban. De hecho Díaz Ordaz reconoció que su error más grande fue designar a Echeverría candidato. Echeverría y López Portillo se hicieron amigos en el sexenio 70-76, y eso ayudó a definir al elegido. Salinas de Gortari trató de llevar a su amigo Colosio Murrieta a la silla presidencial, pero el atentado en Lomas Taurinas frustró la intención. Por supuesto que en el caso de los 12 años de presidencia panista, no se puede hablar de amistad entre el presidente en funciones y el candidato presidencial blanquiazul.
Lázaro Cárdenas era amigo de Francisco J. Múgica pero no puedo hacerlo candidato. Miguel Alemán cultivó muchas amistades que lo siguieron hasta el gabinete presidencial, en especial Fernando Casas Alemán, pero la candidatura recayó en Adolfo Ruiz Cortines quien no era del círculo cercano. Ruiz Cortines no era amigo de López Mateos, su sucesor, pero lo consideró llegado el momento por encima de otros personajes de su gabinete que elogiaba con frecuencia.
Así, la amistad es un factor más que el Presidente de la República en la época hegemónica del PRI, tomaba en cuenta para determinar a quién convertiría en candidato del Partido con todo lo que eso implicaba, incluyendo el triunfo en las urnas a pesar de la voluntad popular.
El papel del Dirigente tricolor
De mediados del siglo pasado, surge la consigna que el dirigente tricolor debe ser parte del proceso, pero sólo para instrumentar la decisión del verdadero jefe del Partido. De acuerdo a Neftalí Celis y Javier Lozada, en su libro El País de la Magia, entretelones de la sucesión, “sabido es que quien ocupa ese cargo no debe nunca demostrar simpatías manifiestas por ningún precandidato. No es su papel. Deben ser los jerarcas del PRI, como depositarios de la confianza política del Presidente de la República, los que mantengan una actitud de neutralidad para que no se piense que si se inclinan en favor de cualquiera es porque tienen ya una orientación del Presidente”.
Habrá que esperar a ver si Manlio Fabio Beltrones se conduce de acuerdo a las palabras anteriores.
El Presidente formal del Partido –ya sabemos quién es el real–, ayuda a la comunicación del destapado candidato de los sectores priístas, incluso contribuyendo a dejar en la secrecía la forma y las razones en que la decisión fue tomada por el líder del PRI.
Así, la forma en que se elige al sucesor puede recurrir a las más variadas formas para ocultar que se trata de la decisión de un solo hombre. Como muestra tenemos el episodio en el cual se da a conocer a la prensa la nominación de Adolfo López Mateos, como candidato del PRI a la Presidencia.
Ruiz Cortines invitó a hablar del tema al Presidente del Partido, Agustín Olachea Avilés. En la plática le pide que mencione a los aspirantes que “suenan” en la opinión pública. Olachea comienza citando los telegramas que ha recibido como muestras de apoyo en favor del secretario de gobernación, Ángel Carvajal. El desfile de aspirantes prosigue, con los elogios del Presidente por cada uno de los mencionados. Al final, Ruiz Cortines pregunta por López Mateos, a quien Olachea atribuye que “está todavía verde”.
Cuando Ruiz Cortines instruye, días más tarde, a Olachea para organice el apoyo al nuevo candidato priísta, este último cita a representantes de los medios de comunicación para comunicar la nominación. Rogelio Cárdenas, en ese momento reportero de Excélsior, pregunta mediante qué sistema se llegó a tal determinación, a lo que el dirigente tricolor se apresura a abrir un cajón de su escritorio para mostrarlo lleno de telegramas, a la par que declaró: “este es el resultado de la auscultación”.
Los reporteros salieron a informar de la candidatura, sin percatarse de que los telegramas en verdad eran a favor de Carvajal.