Guillermo Buendia
Los empresarios que financian la alianza Va por México observan el desarrollo del proceso sucesorio tan anticipado -el cual no está centrado exclusivamente en Morena como partido gobernante- y pulsan entre los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional las condiciones internas de los grupos consolidados para definir la postulación de una candidatura de unidad opositora. Los escenarios resultan en extremo complejos por la intervención no solo de los intereses empresariales y de los partidos que los representan, sino de la concreción del proyecto lopezobradorista en lo interno y el entorno de las relaciones bilaterales de Estados Unidos, Canadá y España, particularmente destacadas por el impacto de las reformas constitucionales, de ser aprobadas, sobre las inversiones de estos países en el sector energético.
La constante visita de funcionarios del más alto nivel del gobierno de Joseph Biden, la reunión del premier canadiense Justin Trudeau con López Obrador durante la gira a Estados Unidos, y la de los diputados del Parlamento de la Unión Europea que se entrevistaron con los senadores Olga Sánchez Cordero Davila y Ricardo Monreal Avila, en todas las ocasiones el único punto a tratar son las reformas constitucionales discutidas, revisadas y valoradas ahora en los foros del parlamento abierto de la Cámara de Diputados. Las implicaciones de la recuperación rectora del Estado mexicano sobre el manejo soberano de los recursos estratégicos, sin duda alguna, impactan la ruta crítica de los partidos arriba mencionados para definir el contrapeso opositor de frente a la sucesión presidencial. De una buena parte de legisladores priistas, principalmente, depende la aprobación o no de la reforma energética, y en este sentido, la secretaria general del PRI ha manifestado que el sentido del voto validará los acuerdos contraídos, en referencia al pacto Va por México. En tanto la postura del PAN es totalmente coincidente con la de la COPARMEX, Consejo Coordinador Empresarial y Consejo de Negocios de México.
Sin embargo, no todo depende de los compromisos pactados y coincidencias patronales. La ruta crítica de los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional está en la arena política. Desde la oposición han estructurado una coalición de derecha cuyo reto inmediato es definir una candidatura de unidad y el método para seleccionarlo. Las circunstancias en las que se mueven los actores políticos de ambos partidos los coloca como operadores de protección de los empresarios mexicanos vinculados con las empresas transnacionales cuyos intereses buscan respaldo en el intenso cabildeo que llevan a cabo los representantes de los gobiernos citados. Es de este punto de partida que la clase política de oposición determina el proceso interno de sus partidos para definir la candidatura de unidad, decisión subordinada a los negocios empresariales.
El retroceso electoral del PRI, en 2021, le acota el control político sobre el mapa territorial y el pírrico número de diputados de la LXV Legislatura que lo ubica como tercera fuerza después del PAN, frente a la perspectiva negativa de conservar las gubernaturas de este año, restringen aún más los planes políticos de la dirección priista para que el candidato presidencial de unidad surja de sus filas. Entre los nombres oficiosos se encuentran Manlio Fabio Beltrones Rivera, Enrique de la Madrid Cordero, Rubén Moreira, Miguel Angel Osorio Chon, Alejandro Murat Hinojosa, Alejandro Moreno Cardenas, Alfredo del Mazo, entre otros.
Por su parte, el PAN con las gubernaturas conservadas y los diputados federales por sí mismo no constituye una oposición real, y la opción de la candidatura de unidad se halla entre Ricardo Anaya Cortes, Santiago Creel Miranda, Mauricio Kuri Gonzalez, Francisco Dominguez y Mauricio Vila Dosal. El primero, fuera de México desde octubre pasado, por quinta ocasión no se presentó a declarar, en el Reclusorio Norte, sobre las imputaciones en su contra derivadas del proceso judicial por el que Emilio Lozoya Austin se encuentra preso; del segundo, que ha declarado estar preparado para asumir la candidatura presidencial, sabe perfectamente de la insuficiencia de ser secretario de Estado cuando no está en la órbita de los intereses expansionistas de los monopolios transnacionales, como lo estuvo Calderón Hinojosa, en la Secretaría de Energía.
En coalición, los partidos de Va por México, no pudieron constituirse en mayoría para lograr el objetivo central: impedir la aprobación del presupuesto de egresos del gobierno del presidente Andrés Mamuel Lopez Obrador. Sin embargo, por la coyuntura abierta por las reformas constitucionales presentadas por el Ejecutivo, las bancadas del PRIAN son clave en la negociación política en puerta. El PRD solo tiene el rol utilitario como última fuerza política. Los mismos partidos del Pacto por México, los que operaron las reformas estructurales de los sectores eléctrico y petrolero durante el gobierno del presidente Peña Nieto, son también los que bajo la plataforma de Sí por México han dado a conocer la estrategia antipopulista para guiar la acción política frente la elección presidencial de 2024. El Pacto por México y Si por México revelan el proyecto plutocrático que representan los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional -independientemente de cómo se definen en los principios ideológicos que ostentan en los documentos- instrumentos acordados donde prevalecen los intereses de los poderosos monopolios transnacionales opuestos a las reformas presentadas por el Ejecutivo.
El 12 de este mes se informó del encuentro de los dirigentes de los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional y De la Revolución Democrática, convocados por Futuro 21 -organización presidida por Demetrio Sodi- donde se formalizó el compromiso de la candidatura de unidad de oposición con el fin de integrar un gobierno denominado Tercera Vía: no podemos regresar al neoliberalismo ni quedarnos en el populismo. El peso de la candidatura de unidad lo dará el empresariado, y la intervención privada en los asuntos políticos marca otras reglas en la democracia mexicana.