Cambio climático: la otra pandemia

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Hay grandes lecciones: no solo un virus o una bacteria pueden poner de cabeza a la Humanidad, cada año  en promedio anual mueren más de 7 millones de personas en el mundo debido a la contaminación atmosférica; el cambio climático, junto con las amenazas bacteriológicas, son los dos grandes cismas que vulneran la vida  de manera latente y después están los conflictos bélicos.

El cambio climático y todo lo que conlleva en su inminente impacto en los ecosistemas, así como en la cadena alimenticia, actúa como otra especie de pandemia que tampoco respeta cielos ni mares e ignora fronteras y límites geográficos.

En la posición ortodoxa de António Guterres, titular de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), es menester que todos los países del mundo declaren cuanto antes “la emergencia climática” y no solo un puñado.

El pasado 12 de diciembre se cumplieron cinco años del Acuerdo de París, precisamente uno de los más grandes esfuerzos de concordia global de los últimos tiempos en los que la impronta de la urgencia climática convocó  a los dignatarios de  194  países.

Ante los compromisos de tal envergadura relacionados con reducir las emisiones de carbono y contener el calentamiento global, solo 55 países ratificaron  los pactos más serios en aras de  descarbonizar según lo signado el 22 de abril de 2016, precisamente en el Día de la Tierra.

Un quinquenio después, Guterres advierte que no se ha hecho lo suficiente para, efectivamente, incluir a todos los países y que hasta la fecha siguen siendo menos de la mitad los fedatarios del pacto.

En su propuesta, si la pandemia ha desbordado a tal grado de provocar una “emergencia sanitaria” en una dimensión mayor debería convocarse de inmediato la “emergencia climática” por la forma profunda en que se está incidiendo en todos los seres vivos impactados por los gases contaminantes o bien los extremos en la temperatura: demasiado frío o demasiado calor.

En el aniversario, también de forma telemática como ha sucedido prácticamente a lo largo  del año,  quedó de manifiesto la necesidad de que la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible sea considerada como un soporte básico a fin de facilitar la transición entre el actual modelo de producción y otro nuevo modelo más sustentable y verde.

A COLACIÓN

El marco de entendimiento del Acuerdo de París es la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático 2015, popularmente conocida como COP21.

Entonces un entusiasta Barack Obama sentenció que “la próxima generación está observando lo que hacemos” y asumió que Estados Unidos   cumpliría con la meta de descarbonizar y reducir sus emisiones contaminantes para aminorar el calentamiento global; al menos bajo su mandato.

Sin embargo, el camino de la Unión Americana no fue muy largo en su empeño  porque la nueva Administración republicana encabezada por Donald Trump ha ido desmontando, ladrillo tras ladrillo, las decisiones de su antecesor demócrata no solo en cuanto a su visión hacia el multilateralismo igualmente en directrices de calado interno en la política norteamericana.

En 2017, Trump anunció entonces que su país iniciaría los trámites para abandonar el Acuerdo, acto que quedó consumado el pasado 4 de noviembre un día después de las elecciones presidenciales conquistadas por el demócrata Joe Biden.

Por ende, en los últimos años aconteció una ausencia de liderazgo en el renglón climático  a pesar de la insistencia de Francia:  el mandatario Emmanuel Macron infructuosamente intentó convencer a su homólogo norteamericano de la relevancia vital de sumar todos los países en un frente común versus el cambio climático.

El presidente electo Biden tomará posesión el próximo 20 de enero y asegura que en los primeros  meses de su gobierno, Estados Unidos retornará  a los cauces del multilateralismo y el respeto de las relaciones internacionales restituyendo acuerdos, tratados y organismos internacionales abandonados; es menester cumplir con el clima.